Bautista hace el amor con sus poemas

Poesía al SUR ·

La autora madrileña, periodista de profesión, levanta una obra capaz de mantener la ternura ajena a la ñoñería, consciente de que pocas cosas importan en la vida más que «poder querer a alguien, que nos quieran / y no morir después que nuestros hijos»

Viernes, 23 de abril 2021, 01:23

De pequeña contaba con los dedos las sílabas de las canciones con las que saltaba a la comba y jugaba a la pelota. Ya por ... entonces a Amalia Bautista le interesaba, aún de forma instintiva, la sonoridad de los versos, su melodía a menudo subterránea: el acento de las palabras, la pureza de algunas consonantes, la claridad de las vocales. Es una atracción que todavía perdura, como declaró durante su discurso en la Fundación March, que la invitó a hablar de su obra en 2008: «Tenemos un idioma maravilloso para la poesía, con musicalidad y fuerza, pero sin ñoñería ni aspereza». Aquella concepción rítmica del lenguaje ha marcado no sólo sus (pocos) libros, esparcidos en el tiempo con bastante distancia, sino también su forma de entender el mundo: «Ni tu nombre ni el mío son gran cosa, / sólo unas cuantas letras, un dibujo / si los vemos escritos, un sonido / si alguien pronuncia juntas esas letras».

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Nacida en Madrid en 1962, siempre tuvo inquietudes artísticas. Primero formó parte de un grupo de teatros para aficionados, época en la que conoció al poeta Luis Alberto de Cuenca, y luego trabajó como actriz de doblaje. Mientras tanto, estudió Periodismo más por interés por la escritura que por convicción, aunque acabaría trabajando en el gabinete de prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) mucho antes de que el coronavirus colapsase la bandeja de entrada del departamento con solicitudes de entrevistas a Margarita del Val. Publicó su primer libro en 1988: 'Cárcel de amor' nació de su empeño, como confesó tiempo después, de conceder a la poesía las licencias de la ficción históricamente asociadas a la prosa. Conviven en esa ópera primera personajes con los que Bautista juega, a veces al interpretarlos, tal vez en un guiño a sus orígenes teatrales: «Hoy estoy en un parque donde sufro / los rigores del frío en el invierno, / y en verano me abraso de tal modo / que ni siquiera los gorriones vienen / a posarse en mis manos porque queman».

Tardaron once años hasta que volvió a publicar, con la excepción de un cuadernillo que apenas contenía una decena de poemas. No hubo angustia ni preocupación durante ese tiempo, consciente de que «a la poesía no se la convoca ni se la obliga, ni la disciplina, ni el empeño, ni las horas dedicadas o las variadas e inexistentes musas pueden nada contra su ausencia». Ocurrió que, superado el coqueteo con la poesía entendida como juego de máscaras, Bautista se dio cuenta de que «la vida arrasaba» y su obra evolucionó hacia un tono más confesional porque «la existencia no necesitaba más puesta en escena que la propia y no hacía falta cargar las tintas en la truculencia de las pasiones». Bastaba la experiencia. De ahí nació 'Cuéntamelo otra vez': «Repíteme otra vez que la pareja / del cuento fue feliz hasta la muerte, / que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera / se / le ocurrió engañarla. Y no te olvides / de que, a pesar del tiempo y los problemas, / se seguían besando cada noche. / Cuéntamelo mil veces, por favor: / es la historia más bella que conozco».

Militancia en el endecasílabo

'Estoy ausente', ya en 2004, rompía la militancia en el decasílabo para abrirse a alejandrinos y heptasílabos, siempre con el mimo hacia la métrica que marca su obra, reunida un par de años después en 'Tres deseos'. Las referencias a la cultura clásica y la brevedad de sus poemas, más intensos que largos, también caracterizan a esta autora discreta, ajena a ruidos mediáticos o editoriales y para quien la poesía nunca ha sido una forma de ganarse la vida sino un modo de expresión. En 'Hilos de seda', que arranca con una esposa paciente «tejiendo y destejiendo», convoca mitos como el de Penélope, la mujer que espera al hombre que no regresa, y Sísifo, condenado a empujar cuesta arriba una piedra que, justo antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, sin obviar las referencias bíblicas: «Aún no sé qué delito he cometido, / qué es lo que estoy pagando en este exilio. / Sólo recuerdo que tejí mi tela / entre las ramas de un frondoso árbol / que se alzaba en el centro del jardín. / Estaba lleno de dorados frutos / y por su tronco andaba una serpiente».

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Otros títulos como 'Roto Madrid', con fotografías de José del Río Mons, y 'Falsa pimienta' trufan una obra que aborda el amor y sus consecuencias como tema principal. Ya lo advirtió en sus primeros versos, escritos hace ahora más de tres décadas: «Yo no soy de ese tipo de mujeres / incapaces de amor y de ternura».

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