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Hay un rebaño de ovejas en el cauce del río Guadalmedina, niños jugando en las calles, ropa tendida en los corralones. Si no fuera por pequeños detalles que revelan el tiempo –una cabina de teléfono, altos edificios al fondo, coches modernos–, parecerían imágenes centenarias de ... finales del XIX o principios del XX. «Las podría haber pintado Velázquez, o son viñetas entresacadas de una de las novelas ejemplares de Cervantes o bien están hechas casi a la par que fusilaron a Torrijos en las playas de San Andrés», escribe Ramón Soler Díaz, crítico flamenco. Pero no, son los años 80 en El Perchel. Un libro rescata la singular mirada de José Antonio Berrocal sobre su entorno, su barrio, con más de 70 fotografías intercaladas con textos de Soler Díaz, el artista Rogelio López Cuenca, el poeta Francisco Daniel Medina y Dori. Todos ellos, de una u otra forma, percheleros. El volumen se presenta este sábado, 17 de diciembre, en casa, en la Peña Perchelera de calle Peregrino (19.00 horas).
'El Perchel' (Alix Books), coordinado y diseñado por Juanjo M. Fuentes, es un ejercicio de memoria con un doble recorrido. Por un lado, invita a viajar 40 años atrás a un barrio hoy casi irreconocible, un lugar donde aún existían partidas de dominó en los bares y los niños se bañaban en las fuentes, donde las viviendas compartían calle con fábricas en ruina, los talleres de Renfe y la lonja de pescado, donde sus gentes tenían sentimiento de comunidad y hacían vida en patios y descampados.
Por otro, rinde homenaje al trabajo de Berrocal, reconocido fotoperiodista y experto espeleólogo que falleció en febrero de 2020 en un accidente de montaña en Parauta con 69 años. Su cámara plasmó durante décadas la transformación de la ciudad para acompañar a las noticias de prensa, pero él no se limitaba a la foto oficial. Entre una rueda de prensa y otra, de reportaje en reportaje, Berrocal documentaba la calle, con sus miserias y sus grandezas, retrataba a sus vecinos y capturaba el latir de una ciudad en pleno desarrollo. Inmortaliza en definitiva, como indica la propia editorial, los «destellos del final de la vida de un barrio» emblemático y de sus alrededores.
«Las fotos de Berrocal son parte del patrimonio de los subalternos, una trinchera, una barricada contra el saqueo sistemático de la memoria de los silenciados; documentan la persecución contra los modos populares de transmisión de la experiencia y la necesidad de tejer continuidad y pertenencia», escribe López Cuenca, Premio Nacional de Artes Plásticas, y residente en El Perchel durante sus años de universidad.
Por allí, en esa década, vivía también el pequeño Francisco Daniel Medina: «Para los de mi generación, para aquellos niños que pululábamos en los 80 por los paisajes que retratan sus fotos, ignorantes de que una entente formada por un puñado de años y otro puñado de políticos acabaría bombardeando la ciudad de la infancia, poniéndolo todo patas arriba, las imágenes incluidas en este volumen poseen un valor incalculable, ya que, entre otras cosas, nos permiten viajar a un lugar en el que fuimos felices (o en el que, como mínimo, fuimos…), nos permiten recuperar parte de nuestra niñez y de nuestra adolescencia».
Vecindarios como este «son la herencia más cercana de nuestro pasado industrial», señala la editorial. «Poco a poco van desapareciendo frente a una globalización que también ha afectado a las estructuras urbanas, haciéndoles perder sus peculiaridades heredadas desde el propio Renacimiento en que aparecen los barrios en función de cada gremio artesanal (...). Aún habiéndose perdido este modelo de ciudad, ciertos barrios como El Perchel de Málaga mantuvieron hasta hace poco un modo de vida que todavía recordaba a estas formas arcaicas», apuntan.
Dori, una institución del Perchel tras levantar durante 30 años la persiana del bar con su nombre, explica así el ambiente que allí se respiraba: «En este libro encontrareis fotos del bar que regenté, imágenes en las que aparecen amigos jugando al dominó, mi marido Luis, que era el camarero; también encontraréis instantáneas en las que se muestra mi amado pasaje San Fernando, donde teníamos el bar y aun vivimos, y donde fuimos vecinos y amigos de José Antonio. El barrio, así como todo lo que contenía, el mercadillo antiguo con el puesto de la Pecosa, el puesto de Pepe el de los huevos cuyo divertido e irónico eslogan era: 'tengo los huevos más grandes del mundo', y mi parroquia del Carmen, mi Chiquito, y tantos otros».
Estas imágenes fueron seleccionadas por el propio Berrocal en 2015, entre los cientos de negativos que guardaba en sus archivos, para una exposición en la antigua Sala Fundación Cruzcampo del aparcamiento de Salitre, la última de ese centro cultural subterráneo. Las que entonces se mostraron y algunas más integran este fotolibro en una edición de coleccionista, con solo 200 ejemplares (en librerías y stafmagazine.com), en tapa dura y con un cuidado diseño de Juanjo M. Fuentes, también vecino de El Perchel y quien le ayudó en aquella primera criba. Es un pequeño ejemplo de lo que Berrocal dejó: «Lo que tiene da para varios libros de Málaga con fotos impresionantes», avisa.
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