Pocos escritores tienen la habilidad de Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948). Sus obras conjugan erudición y amenidad con una naturalidad que hace que la escritura parezca fácil y la lectura una recompensa. Lo ha vuelto a hacer con 'La familia del Prado' (Planeta), un libro en el que repasa la historia de los Austrias y los Borbones a través de los cuadros del museo madrileño. Un homenaje a los 200 años de la pinacoteca mas influyente del mundo, según el propio escritor de 'En busca del unicornio' y 'La mula'. Autor de una amplia obra marcada por la historia, Eslava Galán tuvo la idea de este nuevo libro tras una visita con su nieta Minerva al Prado. Mañana presenta el volumen en el Centro Cultural Padre Manuel de Estepona (19,30 horas).
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–Su fama de escritor prolífico le precede, pero cada vez se supera más. Se va una mañana con su nieta al Prado y le sale un libro.
–Ja, ja, ja. Ha sido algo más dificultoso de hacer, pero fue ella la que me dio la idea. Paseando por las salas del Prado, le explicaba que tal retrato de una reina era la madre de aquella y mi nieta me contestó que el museo era como un álbum de familia. Y es verdad porque están todos los Austrias y los Borbones.
–En el libro sostiene que el Prado es la mejor pinacoteca del mundo.
–Estoy convencido. Hay grandes museos en el mundo, pero ninguno que tenga tanta acumulación de cuadros geniales y famosos. El defecto que tenía el Prado era que cojeaba de la pintura del siglo XIX, pero tiene en frente el Thyssen que lo complementa. Y con el Reina Sofía, reúne la mejor colección de cuadros del mundo.
–¿Si hubiera una corona para los pintores, el rey sería Velázquez?
–Excede a cualquier comparación y no porque sea español. Es un pintor excelso y por eso le he dedicado unas páginas especiales en el libro porque como pintor y como persona era admirable. Dice mucho de él que, en una época tan clasista como la suya, cuando retrata a los bufones de palacio lo hace con la misma dignidad que cuando pintaba a los reyes.
–¿Tenía además habilidad para moverse en la corte?
–Velázquez tenía un don extraordinario. Cuando pintó al papá, el comentario del pontífice fue «troppo vero», es decir, demasiado verdad, se ve la clase de pájaro que soy. Pero detrás de eso había también un hombre inteligente, que sabía calar a las personas. Siempre pintó de encargo, pero en los cuadritos de la villa Medicis ya anunciaba la pintura del siglo XIX, el impresionismo y el expresionismo.
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El papel de la mujer en la corte
–Los artistas eran benévolos con los reyes. ¿Ya se inventó entonces el Photoshop pictórico?
–Sin duda. Sánchez Coello pinta al príncipe Don Carlos, el hijo de Felipe II, como si fuera una persona normal, pero era jorobado, con una pierna más larga, un hombro caído... ¡Está tan mejorado que hasta parece guapo! Y el propio Velázquez trató con especial cariño a la infanta Margarita en 'Las Meninas', porque veía a la pobre vestida de mayor correteando por el Alcázar. En el libro he incluido los distintos cuadros de ella para mostrar su evolución y que la vida de las princesas no era el cuento de hadas que siempre parece, ya que eran mujeres desventuradas que las casaban con señores que no conocían, que los veían por primera vez la noche de bodas y con la obligación de parir, por lo que no tenían una vida envidiable.
–La genética de los Austrias no se lo puso fácil a los pintores.
–Entonces no se conocían los efectos de la consanguinidad y en la familia de los Austrias se casaban tíos con sobrinas y primos entre sí, por lo que fue degenerando hasta llegar a Carlos II, que no se podía ni tener en pie. Obviamente no tuvo descendencia y originó la cruenta Guerra de Sucesión.
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goya
irrupción de vox
–¿Contentar a los reyes y ser honestos con la realidad era posible?
–Los pintores, ante todo, tenían oficio, porque se consideraban más artesanos que artistas. Goya es una excepción porque no se casa con nadie y pinta lo que ve. Retrata con veracidad tremenda a los personajes y si eras imbécil, te retrataba como un imbécil, como con el canalla de Fernando VII. Y el retrato que hizo de la familia de Carlos IV es terrible, porque las caras de los familiares muestran el hervidero de ambiciones y odios.
–El Museo del Prado nos recuerda con el retrato del Duque de Lerma que la corrupción de los Gurtel o los ERE tiene siglos de tradición.
–Así es. El duque fue un pájaro de cuidado y el autor del primer pelotazo inmobiliario de la historia de España, pero se escapó de que lo ajusticiaran comprando el capelo cardenalicio. En caso contrario, hubiera protagonizado el escándalo de su época.
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–El último cuadro del libro es el de Antonio López de la familia de Juan Carlos I. ¿También tiene lecturas?
–Esa obra es indiscutiblemente uno de los mejores retratos del siglo XX y, aunque está en el Palacio Real, acabará en el Prado porque con este cuadro el pintor pasará a la historia. Se ve la psicología de los personajes y la relación entre ellos, lo que da idea de la inteligencia del artista.
–Juan Carlos I es hoy rey emérito. ¿Se le está haciendo justicia?
–Ha cometido errores notables en el pasado. Yo no hablaría tanto de él, que ya es una página de la historia, y hablaría más bien de Felipe VI que ojalá encuentre un pintor a la altura de lo que está demostrando como rey.
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–Le ha tocado una etapa compleja y de gran convulsión interna.
–Ninguna época es sencilla. Y, desde luego, a él no le ha tocado un trabajo fácil. No soy especialmente monárquico, pero mientras haga bien su trabajo hay que apoyar la monarquía. Y pese al momento, Felipe VI lo está haciendo con una gran dignidad.
–No me resisto a preguntarle por la irrupción de Vox. ¿La extrema derecha ha vuelto o nunca se fue?
–Yo no lo llamaría extrema derecha, sino derecha. Algunos de sus miembros se han ido de la lengua y al extremo, pero en cuanto tocan poder no tienen más remedio que acercarse al centro. Les ha ocurrido a todos, incluso a Podemos, que serían extrema izquierda y son muy fieros cuando hablan, pero cuando lo tienen que poner en práctica ya no lo son tanto. Creo que a este partido, que ha sorprendido tanto en Andalucía, le pasará eso. La conclusión que saco es que, además de cierto cansancio por los casi 40 años en el poder, el Gobierno socialista ha ido pervirtiendo el mensaje de Felipe González que tuvo años gloriosos de servicio a la nación. Primero lo pervirtió Zapatero y, ahora, Sánchez. Y la gente, incluso los de izquierda, no es tonta y pasa factura.
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–¿Estamos en un nuevo orden?
–El bipartidismo es cómodo, pero no es ninguna garantía. Como país progresista que somos y con una sociedad establecida, el gobierno siempre estará mandado por gente de centro-derecha o centro-izquierda, que es lo ideal y mantiene el equilibrio. Ese es el futuro, como en cualquier otro país civilizado de Europa.
–¿Y no nos estamos homologando precisamente con Europa, donde los partidos como Vox llevan años de adelanto?
–En Europa hay países que tienen una gran contestación por la emigración invasiva y tienen una parte de razón. Los mensajes que lanzan son muy alarmantes, aunque evidentemente no se puede admitir a todo el mundo en el país y tiene que estar más regulado. Pero cuando los gobiernos pongan pie en pared y lo controlen, esos partidos de extrema derecha o xenófobos irán desapareciendo.
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