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Soltaron amarras sin saber que ponían rumbo a la tormenta perfecta. Y al olvido. En 1823, el barco holandés 'De Goede Hoop' (La Buena Esperanza) ... zarpó de los muelles de la localidad francesa de Sète con un cargamento de vinos del Rosellón suficiente para varios banquetes. Pero aquella embarcación nunca llegó a buen puerto. Su historia se truncó en el Mar de Alborán donde le sorprendió una tempestad que inundó la bodega. El capitán intentó llegar a Gibraltar, pero la quilla no pasó de Marbella donde acabó hundiéndose. No obstante, este naufragio nunca ocurrió si se consultan los archivos administrativos y marítimos de España o los Países Bajos. A efectos oficiales, 'La Buena Esperanza' ni siquiera existió. Aunque un viejo legajo levanta acta notarial de lo contrario: este barco mercante, modelo dogre, surcaba el Mediterráneo cuando se hundió frente a la costa de Marbella. Un documento original que ha rescatado el escritor Anastasio Álvarez, que ha reconstruido los hechos y la catástrofe en una novela para la que ahora busca editor.
En el relato de este naufragio hay además varias historias paralelas. La del hundimiento con el que arranca este pasaje histórico, pero también la del acta notarial que acabó resurgiendo casi dos siglos después y la de la propia novela de Álvarez. De hecho, de no ser por la reaparición de este legajo, el 'De Goede Hoop' seguiría todavía tocado y hundido. El legajo apareció un buen día en la mesa del profesor de Lengua y Literatura Anastasio Álvarez, cuando un alumno del Instituto Pablo Picasso de Gamarra se lo dio en un sobre amarillo de parte de su padre. El docente se comprometió a examinarlo y al día siguiente se lo devolvió al hijo del dueño. «Le dije que no sabía si tenía valor económico, pero sí histórico ya que era un acta notarial sobre el hundimiento de un barco en Marbella», explica.
Pero el legajo no tardó en volver al instituto. «El alumno me comentó que, si yo no lo quería, su padre le había dicho que lo tirara, así me lo quedé y lo guardé», recuerda Álvarez que sitúa aquel traspaso de papeles a finales del siglo XX. Una vez jubilado, el profesor rescató el legajo que constaba de 41 pliegues y 164 páginas y comenzó a traducirlo ya que se encontraba escrito en el castellano de la época y en lenguaje jurídico. Fue entonces cuando conoció la historia del capitán Wygens, al que se le tomaba declaración en el documento sobre el hundimiento de su barco.
«Cuando llegaron al Mar de Alborán, al 'Goede Hoop' le sorprendió una tormenta y poco después descubrieron que entraba agua en la bodega. Pese a ello, pasaron de largo Málaga porque creían que les daría tiempo a llegar a Gibraltar, pero no fue así», relata Anastasio Álvarez que hace una oportuna pausa de su suspense para añadir que a la altura de Marbella comprobaron que la tormenta no les iba a dejar llegar a la colonia por lo que el capitán improvisó un plan B. Dio un golpe de timón y se dirigió a todo trapo hacia la costa para encallar la embarcación y salvar el cargamento.
'La buena Esperanza' tocó tierra en la desembocadura del Arroyo Guadalpín en la noche del 6 al 7 de marzo de 1823. La nave estaba muy dañada por lo que desde el entonces pequeño puerto marbellí se organizó un operativo de salvamento para recuperar la carga antes de que el casco fuera destrozado por las olas. «Excepto algunas barricas rotas, lograron sacar los vinos, además de salvar los mástiles, las velas y el ancla y todo lo que pudieron recuperar hasta que un violento golpe de mar hundió definitivamente el barco», descubre Anastasio Álvarez, que introduce un nuevo personaje en esta historia, Enrique Rosee, cónsul de Holanda y dueño de La Cónsula –de su cargo viene el nombre de este oasis–, que encargó el acta notarial en el que se sigue todo el periplo del cargamento que fue trasladados al puerto de Málaga.
Al terminar de traducir el relato fue cuando el profesor sintió la necesidad de conocer más del naufragio. Y su sorpresa fue que aquella historia detallada en los legajos nunca existió de forma oficial. «Fui al Archivo Histórico Municipal de Marbella y el primer revés fue que allí no existía la menor información de este barco», explica el investigador que trasladó sus pesquisas a Málaga. Pero ni rastro en el Archivo Histórico Provincial o el Municipal. Tampoco en la Comandancia de Marina, ni en el propio puerto, cuyo archivo se quemó durante la guerra civil.
«El siguiente paso fue recurrir a Holanda y, a través de la Embajada en Madrid, acudí también a los archivos oficiales de los Países Bajos, pero la respuesta fue la misma: no existía información de ese barco ni conocimiento de ese naufragio... ¡pero yo tenía toda la historia en la mano!», exclama Anastasio Álvarez que, ante este doble naufragio de la investigación del 'Goede Hoop', lamentaba no haber indagado en su momento en cómo llegó aquel legajo a la familia de su alumno. Y su memoria, después de dos décadas, había borrado el nombre de aquel estudiante, por lo que tampoco lo podía localizar.
«La investigación me llevó a caminos sin retorno, pero poco a poco me adentré en la propia historia de España y de Málaga que pasaba por el último año del Trienio Liberal, por lo que opté por completar esa historia inexistente y novelar aquel suceso real», explica Anastasio Álvarez, que también es autor de los libros 'No tendrías que haber vuelto' y 'Como médanos'. 'Goede Hoop, la última travesía del Buena Esperanza' es el título de su relato sobre el naufragio fantasma que espera publicar en breve para dar a conocer esta capítulo olvidado que acabó con el cargamento saliendo de Málaga seis meses después del desastre en un nuevo barco con destino a Holanda.
Cuando ya tenía puesto el punto final a la novela, al correo del escritor e investigador llegaron dos mensajes desde Holanda. Uno de ellos tenía como remitente un sindicato que le exponía que el verdadero nombre de aquel capitán no era el que ponía el acta notarial, Wygens, sino Wijchers. Y un segundo documento que, en dos líneas, corroboraba que el cargamento rescatado del 'Buena Esperanza' llegó a Amsterdam el 27 de octubre de 1823. «¡Mi barco existió de verdad! No era un fantasma», exclama el escritor que, casi dos siglos después, ha conseguido rescatar aquel naufragio del mar del olvido.
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