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Quedamos en el Ancla de Pedregalejo. No es un escenario fortuito, sino que por allí se deja caer a menudo el joven protagonista de la nueva novela de Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1973), 'Vengo de ese miedo', para escapar del infierno de su casa y ... de un padre tan seductor como maltratador. El escritor, crítico y miembro del comité de selección del Festival de Málaga Cine en Español regresa a las librerías con una novela descarnada y, a la vez, luminosa que retrata el desamparo infantil ante la violencia doméstica que, hace no mucho tiempo, estaba normalizada y se silenciaba socialmente. El autor de 'Arena' y 'Bobby Logan' cuenta este relato en primera persona y no oculta que parte de su propia biografía. Precisamente, junto al Ancla estaba el popular restaurante Los Manueles propiedad de su padre y, más allá, sigue abierto el surfero bar La Chancla en el que Oeste sirvió copas cuando era joven. Así que nos sentamos en una terraza intermedia entre ambas localizaciones novelescas, como buscando un terreno neutral para hablar.
-¿Estamos ante una novela o unas memorias?
-Todo es autobiográfico y nada lo es. Lo importante es que lo que cuentas funcione literariamente independientemente de que sea realidad o ficción. Aquí hay una mezcla de memoria, testimonios y pasajes que pudieron ser o tal vez no fueron para hablar de una cosa que tenía pendiente. Con los años he sido consciente de que mi generación viene de una época en la que la violencia familiar se quedaba en los límites de la casa y la gente no le daba importancia porque estaba normalizado. En mi caso vengo de un entorno violento que llegué a asumir porque fue lo que me tocó vivir. Pero ahora, la situación ha cambiado y el libro ajusta cuentas con ese pasado. A la sociedad actual cada vez le parece más intolerable la violencia doméstica, ya sea familiar, de género, infantil, vicaria… y ya no queda impune. Somos más conscientes.
-¿Tanto ha cambiado la sociedad desde que usted fue niño?
-La violencia sigue estando ahí y seguimos viviendo en una sociedad hostil. Y el narrador de esta historia en primera persona es una persona muy visceral que se ha quedado sin máscaras por esa violencia reiterada. Y contra eso apela el libro, que enfrenta su memoria a la de otras personas que vivieron también con el padre del protagonista. La novela es una búsqueda, por un lado literaria para que todo funcione en esas páginas, y por otro, no he tenido pudor al escribir y decir que esta es mi historia. En mi caso este libro es una búsqueda sobre el miedo y el dolor, que ha estado presente en todas mis novelas.
-En 'Vengo de ese miedo' hay una familia desestructurada y un padre violento y abusador. Son temas que también trató en 'Arena'.
-Son libros distintos por muchas cuestiones. La actual es más ambiciosa porque abarca un periodo amplio que va de mediados del siglo XX a la actualidad con transformaciones sociales, mientras 'Arena' se ambientaba en el 92 y en una edad de juventud concreta. 'Vengo de ese miedo' es una crónica familiar vista desde muchos puntos de vista y es más compleja por lo que cuenta, pero no porque sea difícil de leer. Está narrada de forma descarnada y desnuda sin ser condescendiente, pero teniendo en cuenta que para mí es pecado mortal aburrir al lector.
-¿La patria es la infancia que decía Rilke'?
-Siempre arrastramos las huellas de la infancia y la juventud y no hay nada más triste que un niño que no es amado. Uno es consciente de eso cuando es padre. Ser padre es fracasar pero hay muchas formas de fracasar. Sé que soy un padre que ha fracasado, pero eso no quita que quiera ser un mejor padre cada día. Por contra, hay padres que no lo intentan. El cuarto mandamiento dice 'honrarás a tu padre y a tu madre', pero yo me pregunto por qué. Se dice que no hay nada peor que un niño que le pegue a un padre, pero hay cosas peores: un marido que le pega a una mujer, un padre que le pega a un hijo… pero venimos de una sociedad que arrastra prejuicios. Cuando un niño no es amado, ese dolor se queda.
-Usted ha sido padre de manera paralela al narrador de la novela. ¿Cómo le ha influido?
-Llevaba años escribiendo este libro en la cabeza. La muerte de mi madre me arrastró a escribir la novela en la que quería contar las preocupaciones y el miedo que sentía siendo un adulto. Ahora que soy padre tengo otra perspectiva porque es un cambio brutal en tu vida, te haces menos egoísta e intentas ser mejor persona. Y el libro va sobre eso, sobre un hijo que tuvo un modelo familiar horrible y que ahora tiene su propia familia. Cuando entran en escena las hijas del narrador es la parte que más me gusta.
-Entre tanto dolor, ahí entra la esperanza.
-Sí, yo creo que es un libro esperanzador. La novela habla de infancia rotas y juegos rotos, pero el narrador trata de que ese dolor no se reproduzca como una herencia genética.
Título: 'Vengo de ese miedo'.
Autor: Miguel Ángel Oeste.
Editorial: Tusquets, España, 2022, 304 páginas.
Presentación: 27 de septiembre en el Centro Cultural La Malagueta, con la colaboración del Aula de SUR.
-La novela arranca con un deseo de 'matar al padre', pero ese sentimiento del protagonista no es tan visceral con el maltrato que también practica la madre.
-Sí, de hecho, al narrador se lo hace ver uno de sus amigos de la infancia. Pero el miedo en esa casa lo generaba el padre, como ocurría en muchas casas en aquella época. Si esa mujer hubiera encontrado otra persona no habría tenido esa vida, pero el hombre, un tipo seductor de puertas afuera, sí la hubiera tenido porque fue el camino que eligió tomar, pagar sus frustraciones con su propia familia. Hay personas que no deberían ser padres.
-Usted también retrata la falta de una red social que protegiera a los niños de entonces y, particularmente, el colegio donde se mira para otro lado.
-Nadie se metía en nada. Y nadie hacía nada. De todas formas, ahora también pasa lo mismo. El maltrato y la violencia siguen existiendo y, aunque ahora se habla mucho de 'bullying', sigue ocurriendo porque muchas situaciones son imperceptibles. No obstante, a poco que observes, las ves. La diferencia es que antes estaba normalizado. Que ahora se hable de ello no quiere decir que se haya acabado.
-¿Lo mismo con el abuso infantil, otro de los temas de la novela?
-Yo creo que sigue pasando. Violencia en el sistema sigue existiendo. No estoy descubriendo nada. Para mí lo más fuerte es que un hijo no se sienta querido, lo que no quiere decir que a un hijo se lo des todo porque hay que ponerle límites. Algo que me preocupa mucho de la sociedad actual es el suicidio que afecta a muchos chavales jóvenes. Me obsesionan cosas que he sentido y cuando uno es joven no tiene la percepción del tiempo, sino que tu vida es lo inmediato.
-El narrador comienza diciendo que está escribiendo el libro con resentimiento…
-Y con rencor.
-En su caso, ¿cómo ha acabado usted tras escribir esta historia?
-Un manera de repararla es contarla y en mi caso tampoco soy amable con el narrador. Yo ahora no tengo el rencor que tenía a la hora de escribir y creo que eso se nota en el libro. Hay un estilo camaleónico que va mutando con la propia piel de la escritura. En ese camino desde hijo maltratado a la búsqueda de una familia con la entrada de las hijas del narrador, hay una evolución.
-¿La novela le ha reconciliado con su padre?
-Yo me sigo reconciliando conmigo mismo y aceptándome a mí mismo. Una de las cosas más graves es que tenía un miedo exacerbado a mi padre y no hice nada por cobardía. En mi caso fue un maltrato sistemático, pero también fue una cuestión social del momento porque lo habitual es que el hombre fuera más violento que la mujer y era el que daba la voz, el zapatazo y el golpe. Esto lo sufrió mucha gente, pero se silencia porque nos da miedo contar la verdad y reflejarnos.
-¿Y el miedo perdura?
-Sigue estando, pero no es el de antes. Sigo trabajando en ello. La violencia de género es una lacra brutal que empieza contra la mujer y pasa a los hijos. Hay que buscar ayuda y la mía ha sido la lectura y la escritura, que han sido mis salvavidas. Rosa Montero, en 'El peligro de estar cuerda', dice que hay un estudio que asegura que un gran porcentaje de los escritores se suicidan y lo entiendo perfectamente, porque estamos chalados perdidos.
-Usted vuelve al escenario de Pedregalejo y la última vez que hablamos me dijo que le sale escribir ''westerns' playeros. ¿'Vengo de ese miedo' encaja en ese género?
-Los ambientes de mis novelas son áridos. Y en este caso el escenario más importante es la casa de la familia, que siempre está hecha polvo, a medio hacer, sin muebles, con puertas rotas, olor a tabaco, a vicio… una casa que, aunque fuera de día, siempre era de noche. Es el escenario clave de la novela, porque el protagonista es el sitio al que siempre vuelve.
-También refleja el Torremolinos de los 70, pero pone el foco en lo que no se cuenta: la llegada de la droga y los ambientes sórdidos.
-Se suele enfocar solo el ambiente idílico, pero también hubo mucho infierno y pesadilla. Allí sucumbió mucha gente y hubo muchos sueños frustrados. Detrás de la Costa del Sol, también hubo una Costa de la Sombra. La novela retrata ese Torremolinos, el de la noche divertida, pero también el día siguiente de la resaca devastadora.
-Usted siente debilidad por el cine y el cómic, pero en la novela hay más de lo segundo que de lo primero.
-El cómic se corresponde más con la infancia del narrador y la sensación de querer ser un superhéroe, de ser Daredevil, el hombre sin miedo. En mi caso, los cómics me influyeron mucho, antes que la literatura y el cine. Siempre digo que me gustaría ser un dibujo animado, porque a esos personajes los revientan o los aplastan, y al segundo siguiente vuelven a las tres dimensiones como si no les doliera nada. Si hubiera tenido talento para el dibujo, me habría dedicado al cómic.
-¿El cine ha salido de la pandemia tocado de muerte?
-El cine siempre va a estar ahí, pero ya estaba tocado antes del confinamiento. Estamos viviendo cambios sociales con las series, pero las plataformas también están haciendo ahora mucho 'reality' y se están tirando a lo peor de la televisión. Yo no tengo la solución, pero quiero seguir viendo las películas en el cine. Creo que ahora faltan películas de más riesgo, aunque también defiendo las películas familiares de Santiago Segura porque el cine siempre ha sido un fenómeno popular.
-¿Le pongo en un brete si le pregunto su favorita española al Oscar, 'Alcarrás', ganadora en la Berlinale, o 'Cinco lobitos', ganadora en 'su' Festival de Málaga?
-Me gustan las dos. Son dos joyitas. Un día te diría una y otro día, la otra. Y las dos se proyectaron en Málaga…
-Buena salida.
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