La jugadora malagueña posa con una equipación de fútbol. ARCHIVO DE JESÚS HURTADO

Un gol al machismo

Día Internacional de la Mujer ·

Espido Freire rescata la historia de la malagueña Nita Carmona que jugó al fútbol entre hombres

Viernes, 8 de marzo 2019, 01:05

Disimuló sus pechos con una venda, una opresión que adquirió carga simbólica con el tiempo. Anita Carmona Ruiz desafió las reglas de su época para dedicarse a su pasión: el fútbol. Pero eran los años veinte y el deporte no admitía mujeres. Nacida en Capuchinos en 1908 como la menor de cuatro hermanos, Nita, como la apodaban, redoblaba su apuesta cada vez que le cerraban una puerta. Sus padres le prohibieron salir de casa cuando detectaron las primeras magulladuras, resultado de patadas y empujones en el campo. Porque aquella chica de aspecto andrógino se dejaba la piel persiguiendo el balón. Antes de saltar al césped se recogía el pelo y ocultaba sus formas femeninas en un intento por hacerse pasar por un chico y que le reconocieran el derecho a jugar. Ahora Espido Freire recuerda su historia en 'Pioneras', un libro infantil que traza las biografías de una veintena de mujeres que abrieron camino contra prejuicios y adversidades.

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La escritora vasca, Premio Planeta con 'Melocotones helados', considera que la futbolista malagueña constituye un ejemplo «porque no pidió permiso a nadie, se arriesgó, persiguió su sueño, se lo contagió a otros y se ganó el respeto de quienes la conocieron, aunque sabemos que muchos no la entendieron». Por eso Freire dirige su mirada al público infantil y juvenil: «Siempre me he quejado de que necesitamos más modelos, referentes variados de comportamiento que indiquen a chicos y chicas la posibilidad de iniciar caminos vitales diversos. ¿Y por qué no publicar sus historias para esa edad, a partir de los diez años, tan receptiva y llena de curiosidad?». Y si se trata de pundonor, Nita tiene pocas rivales.

Nita, junto a sus compañeros de equipo. ARCHIVO JESÚS HURTADO

Su padre trabajaba en el puerto como estibador. En las amplias explanadas del muelle se organizaban partidos entre aficionados, sobre todo marinos extranjeros que se ejercitaban dando patadas al balón, un juego que pronto despertó la curiosidad de la pequeña Nita. Así lo recoge el periodista Juan Jesús Hurtado, que descubrió la historia de esta mujer mientras censaba todas las alineaciones del Vélez Fútbol Club desde inicios del siglo pasado. Durante las tareas de documentación se topó con un apodo que le llamó la atención: Veleta. «Le preguntaba a los mayores del pueblo y se echaban a reír, hasta que me contaron que era una mujer que se dedicó a jugar al fútbol en equipos masculinos». El seudónimo permitió a Anita registrarse en partidos oficiales. El empeño por esconder su género hizo el resto, aunque algunos colegas acabaron descubriéndola.

Fue insultada por muchos compañeros y castigada por su familia, que la envió a Vélez para que encauzara un camino que consideraban desviado. Porque a la discriminación por su condición de mujer se sumaba una homofobia que se volvió irrespirable en casa de los Carmona Ruiz. Pero, lejos de frenar sus ambiciones, el cambio de aires insufló en Nita más ganas de jugar al fútbol. Antes, en Málaga, había formado parte del Sporting Club, integrado en su mayoría por alumnos del colegio San Bartolomé. Disputaban los partidos en el humilde estadio de Segalerva, construido por las reivindicaciones del sacerdote Francisco Míguez, que peleó para que los jóvenes dejaran de jugar sobre el asfalto.

Nita entró primero como ayudante del masajista del club, donde también se encargaba de lavar las equipaciones, tarea en la que le echaba una mano su abuela Ana. «Era su mejor cómplice», relata Hurtado. Con ella no tenía que ocultar su pasión ni sus preferencias. Finalmente, se desconoce si ya como Veleta, logró jugar algunos partidos con el equipo, siempre que no se celebraran en casa por temor a ser reconocida. «Compitió con hombres en el mismo campo, algo que ahora ni siquiera es una posibilidad. ¿No es eso pionero y osado?», se pregunta Freire, que recuerda que del fútbol «sigue siendo un espacio masculino y masculinizado, aunque cada vez a más mujeres les guste seguirlo y les apasione practicarlo».

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La autora de 'Nos espera la noche' confiesa que, de todas las mujeres incluidas en su nuevo libro, Nita «es quizá la más diferente a mí en aspiraciones y aficiones, pero entiendo bien lo que significa tener pasión por algo que te absorbe y en lo que, además, eres buena». También Hurtado destaca el coraje de Nita: «Su tío era médico de familia y aseguraba que el fútbol era perjudicial para la estructura corporal de las mujeres». Aquella afirmación agravó la inquietud de sus padres, pero la joven jugadora malagueña no tardó destacar en la delantera del Sporting de Málaga: «Por entonces la vestimenta deportiva era muy ancha, con calzones largos, medias altas y camisetas holgadas, así que no tuvo problemas para ocultar sus formas». Las denuncias de algunos de sus colegas, «a quienes superaba deportivamente, algo que les causaba incomodidad», insiste Hurtado, y de varios aficionados, además del malestar familiar, forzaron la marcha de Nita a Vélez.

Volvió a superar las circunstancias y disputó algunos partidos con el equipo veleño. También participó en la inauguración del primer campo del municipio, el mismo día que sustituyó a su compañero Vivar, que se retiró por agotamiento. La creación de la Junta Local de Árbitros y de la Federación Sur formalizó la prohibición de que las mujeres compitieran en equipos masculinos, norma que Nita y su club se saltaron en varias ocasiones, hasta el punto de que, a petición federativa, se enviaron guardias urbanos para controlar los partidos en Segalerva. La Constitución de 1931 eliminó la diferencia sexual en la consideración de las disciplinas deportivas. Nita murió con 32 años, víctima de una fiebre exantemática. Fue enterrada en el cementerio de San Miguel con la camiseta del Sporting de Málaga.

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