Al guardia civil Rubén Bevilacqua le suenan canciones en el móvil en lugar de tonos cada vez que lo llaman. Es un sibarita de la música. Como su 'padre', Lorenzo Silva (Madrid, 1966). Aunque el autor coge esta llamada con un Nokia que pita con ... el sonido de fábrica. Nada que ver. El autor lleva 20 años con su personaje y con su compañera de pesquisas, Virginia Chamorro, y lo ha celebrado con un nuevo libro, 'Lejos del corazón', en el que los guardias afrontan un enigmático secuestro en un estrecho de Gibraltar dominado por las planeadoras y los narcos. Una novela a la que le dio un «arreón» cuando pasó por Málaga el pasado mes de febrero para participar en un encuentro con lectores en El Palo. El autor vuelve para presentar el libro ya publicada en Fnac Marbella (hoy, 19.00 h.) y en Fnac Málaga (mañana, 19 h.).
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Autor: Lorenzo Silva. Novela negra. Editorial: Destino. 384 páginas. España. 2018. Precio: 19 euros.
–Bevilacqua nació en Uruguay como parece que lo hizo Gardel que cantaba eso de que 20 años no es nada...
–A mí se me ha hecho muy corto y espero que a la gente también, porque lo contrario sería una mala señal. Y estos veinte años no es nada porque los personajes siguen vivos.
–Y cuando lee que en estos 20 años usted ha renovado el género negro en España. ¿Se reconoce?
–Más allá de tres o cuatro referentes míticos, el género negro en España estaba bajo mínimos en 1995 cuando escribí la primera novela, aunque no se publicó hasta 1998. Si ahora el género está en una situación radicalmente diferente es porque hay mucho talento que se ha incorporado y los editores han apostado por algo que hace 20 años veían con dificultad.
–Y como contempla ahora esa novela inicial, 'El lejano país de los estanques'. ¿Le cambiaría algo?
–No la he releído apenas, pero me fio de lo que me dice la gente que le parece interesante. Hace poco, mi editora me contó que todo el mundo en la editorial le decía que se estaba equivocando con aquella primera novela.
–Usted le ha quitado la caspa y la crueldad a la Guardia Civil. Si tiramos de cine y literatura, estos clichés eran lo más abundante.
–La caspa se la sacudieron ellos hace bastante tiempo. Lo que pasa es que vivimos en un país que se suele enterar con retraso de las cosas. Y sobre la crueldad, afortunadamente la desterró de España el Estado de Derecho.
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–Alguna vez le han pesado Bevilacqua y Chamorro. Por decirlo en términos beneméritos, ¿se ha sentido preso de estos personajes?
–Con ellos solo he encontrado palancas para favorecer mi libertad como escritor. Durante mucho tiempo tenía plena libertad para escribir lo que me daba la gana porque vivía de la abogacía. Desde 2002 tengo libertad para escribir lo que me dé la gana porque he cambiado ese suelo seguro de la abogacía por el de los lectores. Bevilacqua y Chamorro me han dado el soporte para ser muy libre, tanto con ellos como con el resto de mi obra.
–Es paradójico como el Estreno, un espacio visualmente bello, no solo esconde la miseria del tráfico de drogas, sino un drama todavía más trágico como es el tráfico de personas.
–Es un escenario literario. La grieta entre Norte y sur, Europa y África, Oriente y Occidente, con tres países, plantaciones de hachís, un paraíso fiscal... es un cóctel molotov. Habría que ser más conscientes del potencial problemático porque el estrecho está situado en la falla del mundo, donde se manifiestan los desequilibrios. La gente se echa al agua en cualquier cosa y ese mar es traicionero.
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–¿Lo del 'Aquarius' fue un compromiso real o propaganda? Lo digo porque en Málaga están llegando los mismos inmigrantes que en aquel barco, pero no están los medios que se pusieron para esa recepción.
–Seiscientas y pico personas hacinadas en un barco a la deriva en el Mediterráneo es una vergüenza. Y cualquiera que se ofrezca a reparar esa vergüenza hace bien. Pero hay una doble vara de medir porque se producen avalanchas igualmente problemáticas que lleva a comunidades y ciudades a movilizar al máximo recursos que no tienen y sin embargo no hay fotógrafos para sacarlo.
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–'Lejos del corazón' no habla de la corrupción política, pero sí de la cotidiana y de la honestidad personal cuando el dinero fácil se pone a tiro.
–Pues me acabas de dar una idea. En la serie, hay una novela que aborda la corrupción empresarial, 'El alquimista impaciente; otra la corrupción policial ,'La marca del meridiano', y otra la política, 'Los cuerpos extraños'. Y aquí hay algo de la corrupción del ciudadano de a pie que ve atajillos y que dice que así se vive mejor. Yo había hecho una trilogía de la corrupción, pero no había pensado que tal vez estamos ante una tetralogía.
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–La novela nos interpela sobre qué haríamos nosotros en esos casos.
–Hay una frase que me subleva: 'El que roba es porque puede'. Pues no. En la disyuntiva de robar se encuentran muchos y eligen no hacerlo.
–La actualidad nos ha vuelto a colocar ahí con el exministro de Cultura, Máxim Huerta, o las condenas a futbolistas por fraude a Hacienda.
–De esto puedo hablar en primera persona. Durante quince años pude interponer una sociedad y he pagado el IRPF al 56% a veces. ¿Por qué soy tonto? He sido asesor fiscal y decidí no tomar el atajo.
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–En la novela se habla del pasado y del tiempo que Bevilacqua sirvió en el País Vasco. ¿Se ha planteado una precuela de aquella etapa?
–No se si metería precuela en la serie ya que las novelas son muy contemporáneas. Pero sí contaré lo que vivió y te avanzo que no tardaré mucho.
–El protagonista, ya cincuentón, no oculta cierta melancolía y cansancio. ¿Se atisba un final?
–Tiene melancolía pero no cansancio. Hay un cierto tono crepuscular y esa me gusta.
–¿Qué tal le suena la música del nuevo Gobierno?
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–Pues bien. Pero lo tenía fácil porque salíamos de una etapa de parálisis y es fácil quedar bien por contraste. El que no tiene el gasto, puede hacer gestos. Y como el gasto lo define un presupuesto que le han dado hecho, sí que tienen los gestos y están acertando bastante.
–¿No estará escribiendo un caso de Bevilacqua y Chamorro con un registrador de Santa Pola con un gran pasado político?
–Pues ya que me das la oportunidad, tengo que manifestar mi gratitud pública hacia Mariano (Rajoy) que es uno de mis lectores y lo proclama públicamente. Y me parece que su salida ha sido admirable y esa vuelta al registro de Santa Pola, una lección para más de uno.
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