![Cuando José María Souvirón se enfadó con Luis Rosales y Leopoldo María Panero](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202011/12/media/cortadas/19souviron02_20201112160934-R5TF2JvPCXVnVQTDqqKyQyJ-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
![Cuando José María Souvirón se enfadó con Luis Rosales y Leopoldo María Panero](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202011/12/media/cortadas/19souviron02_20201112160934-R5TF2JvPCXVnVQTDqqKyQyJ-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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Un día tocaba cena en casa de Dámaso Alonso o algún otro literato, otra tarde quedaban para ver una obra de teatro o para una lectura, y casi a diario se veían en la redacción de la revista 'Reader's Digest'. El trío que formaban los poetas y escritores Luis Rosales, Leopoldo María Panero y el malagueño José María Souvirón protagoniza buena parte de las páginas de la tercera entrega de 'Diario', en la que el último de estos autores relata su vida entre 1960 y 1965, y que se ha presentado este jueves. Una cercanía literaria y personal que les hizo compartir una complicidad absoluta que, no obstante, se resintió por el temperamento de este trío. Hasta el punto de que Souvirón llegara a borrar con esmero algunas críticas que también escribió con esmero sobre Rosales, pero de las que se arrepintió.
«Lo tachó con tantas ganas que ha sido imposible reproducirlo», cuenta Daniel Ramos, coeditor junto a Javier La Beira, de estos diarios completos e inéditos del poeta malagueño y uno de los miembros más jóvenes de la Generación del 27. No obstante, el enfrentamiento entre Souvirón y el autor de 'La casa encendida' salpica las páginas de este volumen con acusaciones de «egoísmo» e «injusticia», falta de diálogo y un hondo sentimiento de ofensa mutua. Eso es lo que ha quedado sin ocultar en las memorias del poeta de 'Górgola' y 'La ciudad y los días', cuyo pelea con Luis Rosales se originó cuando tras el verano de 1962 abandonó la revista en la que trabajaban juntos y su amigo y compañero se sintió abandonado.
«Fue un episodio muy convulso en la vida del autor, que se sintió decepcionado de su amistad con Rosales, lo que le llevó a escribir cosas rudas de la que después se arrepintió», explica el especialista en el 27 y coeditor de estos diarios, Javier La Beira, que añade que el propio autor refleja en sus memorias que esas tachaduras se deben a que «hay cosas que no deben ni pueden ser publicadas, y otras que se publiquen cuando yo ya no esté». Un augurio que, casi medio siglo después de su muerte, se está llevando a cabo gracias a la colaboración del Centro del 27 de la Diputación Provincial y de la Fundación Unicaja, como han explicado el diputado Víctor González y el director de Actuaciones Socioculturales de la entidad bancaria, Rafael Muñoz.
Esta ruptura laboral que llevó a una agria discusión y a un triste y lánguido distanciamiento entre Rosales y Souvirón se mezcló además con otro episodio de ira, esta vez con Leopoldo María Panero como contendiente. Tras una cena, este último llevaba en coche a José María a su residencia en Madrid, cuando los ánimos se caldearon y hubo gritos por parte del primero. «Es una pena el efecto que el vino hace en este gran muchacho», escribe el escritor malagueño que, a renglón seguido, considera que estos roces «se pasan y disuelven en el aire de la amistad».
Por ello, al día siguiente, José María Souvirón descolgó el teléfono para llamar a su colega. «Siempre que me disgusto con un amigo, pienso que puedo morirme -o morirse él- en una situación de enfado y me apresuro a deshacerla», escribe el poeta malagueño sin saber que sus palabras se acabarían cumpliendo cuando unas semanas después recibe una llamada de Astorga para decirle que «Leopordo» -como lo llamaba Rosales- había fallecido de un ataque al corazón mientras estaba de vacaciones en su tierra.
El cristianismo y el franquismo de José María Souvirón también están muy presentes en este tercer volumen de sus diarios, que coincidió además con la publicación de una de sus obras más valoradas por la crítica, 'Cristo en Torremolinos' y la preparación del ensayo 'El príncipe de este siglo. La literatura moderna y el demonio', que obtendría el Premio Nacional de Literatura en 1967. Pese a su ideología, el autor también expresa cambios en su forma de pensar, como su apoyo a los toros que se comienza resquebrajarse por empatía con las reses -todo un adelantado al actual movimiento animalista- o sus posiciones políticas. «Entonces ya se comentaba la sucesión de Franco y José María apuesta porque el futuro de España pasaba por una monarquía democrática incluso antes de que Don Juan Carlos fuera designado el sucesor», confirma Javier La Beira, que apostilla que el autor «acertó plenamente, aunque hoy -el rey emérito- no esté muy de moda».
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