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Ante su féretro apareció la espigada figura de Francisco Umbral que le pidió al hijo del fallecido, el catedrático Jorge Urrutia, quedarse a solas con Leopoldo de Luis para despedirse. Era noviembre de 2005, pero ambos se habían conocido en los años 60 en el ... Café Gijón, presentados por Cela. Habían compartido tertulias, poemas, cafés y seguro que alguna bebida más espirituosa sin saber que, además, eran hermanos de padre. En realidad, Umbral lo sabía, pero se lo calló. Y De Luis lo dedujo poco antes de su muerte, en 2003, al leer las memorias del columnista y novelista y descubrir que la madre del escritor había sido la secretaria de su progenitor. Aquello le afectó, pero entendió que, si su hermano secreto nunca se lo había dicho, tenía que respetar su decisión. Aquel fraternal encuentro final en el tanatorio es uno de los capítulos de 'La herida de Leopoldo de Luis en el paraíso del Sur', en el que el economista, investigador y ex delegado de Medio Ambiente en Málaga de la Junta, Ignacio Trillo, desvela uno de los episodios menos conocidos del poeta de 'Igual que guantes grises' y 'Entre cañones me miro': su represión en un campo de concentración de Andalucía por su apoyo a la República.
«Se habla mucho del Valle de los Caídos y de Cuelgamuros con los 50.000 presos de la dictadura, pero muy poco de Andalucía y del Campo de Gibraltar, donde hubo más de 30.000 condenados republicanos que hicieron muchas obras y bunkers en condiciones infrahumanas porque Franco temía que un desembarco aliado en la zona de Cádiz o Málaga. Una historia a la que llegué a través de Leopoldo de Luis», adelanta el autor, que este miércoles presenta su libro en el Ateneo de Málaga (19 horas). Jimena de la Frontera, localidad natal del propio Trillo, fue el destino del militar republicano cordobés Leopoldo Urrutia Luis que, tras su condena en 1939, fue esposado con alambres y subido a un tren de ganado que tardó dos días en llegar al destino. Un trayecto en el que pararon junto a una huerta de Gaucín, que le inspiró un poema tan bello como triste: 'Naranja amarga'.
Sin comida ni agua en el trayecto, en condiciones mucho más inhumanas de las que le hubieran dado al ganado habitual de aquellos vagones, Leopoldo llegó a Jimena y lo primero que hizo fue implorar agua a una joven que pasaba cerca de la estación. La chica le dio de beber. Pero la historia no se acabó ahí. Tras cumplir su castigo -participó en la construcción de la carretera de la sierra a Ronda- y realizar de nuevo el servicio militar en la legión, Urrutia se casó con María Gómez, cinco años después de aquel angustioso y sediento primer encuentro entre ambos. Se trasladaron a Madrid, pero mantuvieron la relación con esta localidad fronteriza entre Cádiz y Málaga a la que siempre volvió el poeta hasta su muerte. El lugar de su infierno fue, paradójicamente, también el de su paraíso personal. Su particular Macondo, como se refieren en el prólogo el escritor Juan José Téllez y el propio hijo Jorge Urrutia. Su propio hermano Umbral escribió sobre él como un personaje «fronterizo», lo que alude no solo a su literatura, sino también a su vida en Jimena.
ignacio trillo
Economista, investigador y ex político
«Leopoldo fue un personaje central de nuestra literatura, miembro de la generación del 36 e íntimo amigo de Miguel Hernández, fue de los pocos que quedó en el exilio interior, de tal forma que fue encontrándose con los poetas que fueron volviendo en la democracia», explica Ignacio Trillo que recuerda que el autor de 'De aquí no se va nadie' se quitó el apellido Urrutia para hacer olvidar su pasado y pasó a denominarse 'Leopoldo de Luis' para «poder publicar, aunque la censura siempre lo vigiló de cerca». Gran amigo de malagueños de cuna y adopción, como Vicente Aleixandre, Jorge Guillén y Manuel Alcántara, el escritor cordobés fue fiel a sus ideas de izquierdas y un personaje habitual de la intelectualidad durante la dictadura, aunque el reconocimiento público no le llegó hasta la llegada de la Transición con los premios Nacionales de Poesía (1979) y de las Letras Españolas (2003), que además recibió en Málaga.
De esos sinsabores también sabe algo el propio autor de esta investigación, Ignacio Trillo, que, aunque se le vincula PSOE, comenzó en política al final de la dictadura como secretario provincial del PCE. «Yo abandoné voluntariamente el partido cuando Carrillo se puso en plan Stalin», cuenta el político que entonces era gerente de la empresa Almendrera del Sur, de donde lo fichó la Junta de Andalucía en la época de «Pepote» -Rodríguez de la Borbolla- como director general de Agricultura. «Yo no había salido de un partido para entrar en otro, por lo que yo no militaba en el PSOE, sino que me nombraron como independiente», asegura Trillo, que entre 1996 y 2008 se mantuvo como delegado de Medio Ambiente con diferentes gobiernos socialistas y consejeros.
ignacio trillo
Economista, investigador y ex político
«En 2007, cuando Marisa (Bustinduy) se presenta a las municipales y vi que se iba a dar el batacazo es cuando me dije que tenía que recoger el carnet porque el PSOE estaba cayendo en la mediocridad. Entré en mayo, pero duré dos telediarios ya que al mes siguiente monté la corriente crítica en la que puse a parir a Pendón, al trapicheo, a Heredia…», rememora el ex político, que considera que los actuales resultados del socialismo en Andalucía son resultado de un proceso de pérdida de liderazgo. «Además de lo ideológico, el PSOE no tiene imagen de partido gestor como el PP», considera el que fue delegado de la Junta que, pese a que se postuló a alcalde de Málaga cuando recogió su carnet de militante, no tiene reparos en asegurar que «Francisco de la Torre va a barrer en las próximas elecciones».
Hecho el vaticinio municipalista, la charla regresa a Leopoldo de Luis y al documentado libro que ha contado con el archivo personal del escritor que guarda la familia y que descubre su vinculación andaluza más allá de su nacimiento cordobés. Una historia también muy política de un hombre castigado por sus ideas, pero que, paradójicamente, supo convertir aquella condena en su propia salvación. «Quise escribir este libro porque me interesa el personaje, su relación con Jimena y la influencia que tuvo su historia de amor en su obra poética y personal, además de lo que supuso aquella época para los presos republicanos en Andalucía. Esta historia que no se podía perder», abrocha el investigador.
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