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Todavía hay cajas por los pasillos, pero las estanterías llenas de volúmenes y el inconfundible olor a libros son el evidente anuncio de que ya solo falta abrir las puertas para sumar el último y necesario regreso a la emblemática sede de la librería Proteo: los lectores. El edificio de la calle Puerta Buenaventura que se incendió el pasado mes de mayo se ha rehabilitado, restaurado, reamueblado y 'relibrado' en apenas nueve meses. Lo que dura un largo embarazo, pero que en este caso es todo un récord ya que, como adelantó SUR, se ha logrado en este reducido tiempo gracias a la colaboración de distribuidores, proveedores, amigos y, por supuesto, el público que ha seguido apoyando todos estos meses a la firma con la compra en la web y en la tienda provisional que abrieron en calle Álamos.
Tras cumplir su función de mantener las puertas abiertas de Proteo durante esta etapa de reconstrucción, este último local alquilado de forma temporal se cerrará finalmente el próximo viernes 25, coincidiendo con la apertura de la sede principal de la librería, en la que se dan estos días los últimos retoques. «No queremos abrir sin que todas las secciones y plantas tuvieran sus libros, así que estamos haciendo un trabajo de hormiguita», ha señalado a SUR el director de la librería, Jesús Otaola, que añade que todavía no alcanzan los 100.000 volúmenes que atesoraban y que perdieron en el incendio, pero esa es su meta.
No obstante, Proteo retrasará la inauguración oficial hasta que el funcionamiento de la nueva etapa tras su rehabilitación haga su rodaje. «Hasta que todo funcione como antes no queremos dar el pistoletazo de salida», cuenta el responsable de la legendaria librería que ha superado el medio siglo de historia y que recibió el Premio Librería Cultural en 2017. Toda una trayectoria de logros y crisis, en la que el incendio del pasado mes de mayo por un cortocircuito tras una subida de tensión que arrasó con la librería y todos los títulos -los que no ardieron estaban mojados por la intervención de los bomberos, o con olor a quemado- es el último capítulo de su particular volumen de memorias. Y que pueden contar como una de sus victorias.
De hecho, los restos del incendio serán visibles por los lectores y visitantes en algunas partes más oscuras que han quedado en la defensa medieval de la ciudad que se conserva en el interior del edificio de Proteo. «En esa muralla está toda la historia de la ciudad desde entonces y el incendio ya es un hecho histórico más», comenta Jesús Otaola. Además, la librería también ha guardado durante todo este tiempo un palé de libros afectados por el fuego que se exhibirán en una de las estanterías de la entreplanta como testigo de la chispa que amenazó la continuidad de este legendario establecimiento que ha logrado resurgir de las cenizas rehabilitando tanto sus techos y paredes como reciclando los muebles que han podido salvar del fuego y se podían restaurar.
Esas estanterías que también huelen a madera nueva, ya exhiben desde el último premio Planeta, 'La bestia', de Carmen Mola -pseudónimo del trío Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero- al éxito más reciente del malagueño Javier Castillo, 'El juego del alma', mientras esperan salir de la caja títulos de Isabel Allende ('Violeta'), José María Nacarino ('El último gudari'), Douglas Kennedy ('En busca de la felicidad') o Cristina Fallarás ('La Loca') para ocupar un espacio todavía libre en los estantes.
Entre los libros que ya tienen su sitio está la última novela de Antonio Soler, 'Sacramento', al que se unirá para la reinauguración oficial un volumen sobre la propia librería con una introducción del autor malagueño junto a las fotografías de Lucía Rodríguez sobre todo el proceso de recuperación del edificio de calle Puerta Buenaventura desde el incendio. Una publicación que prepara con mimo Ediciones del Genal, la editorial de Proteo que no ha dejado su actividad con la impresión de nuevos títulos durante los últimos meses.
La reapertura de la firma en su sede de cuatro plantas y su próxima reinauguración oficial cuando Proteo recupere su ritmo habitual supone superar el principal reto que tenía por delante la librería, aunque no supondrá el final del camino que se originó con el incendio ya que todavía queda un largo camino para recuperar lo perdido, valorado en al menos 1,5 millones de euros. Las reclamaciones al seguro, las causas del incendio o la restauración de la valiosa colección de arte que se exhibía en el inmueble todavía son cuentas pendientes que prometen alargar en el tiempo los efectos de las llamas.
No obstante, Otaola se queda con lo positivo. La implicación de los lectores, la ayuda de proveedores, el trabajo incansable de la propia plantilla y algunos cambios que ha traído el desastre. Como el nuevo sistema informático para el control y la gestión de los libros. O la iluminación que va a estrenar la fachada del renovado edificio y que es la mejor metáfora de que Proteo vuelve a brillar.
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