Laura Carneros (Málaga, 1988) Migue Fernández
'Proletaria consentida'

Laura Carneros y el cabreo de una generación frustrada: «Nos llaman ninis o de cristal, pero también tenemos sentimientos»

La malagueña, teleoperadora a media jornada y escritora cuando puede, radiografía en 'Proletaria consentida' la realidad de esos jóvenes a los que se les 'vendió' que podrían ser lo que quisieran

Miércoles, 18 de enero 2023, 00:02

Laura Carneros (Málaga, 1988) pasa media jornada laboral al teléfono ofreciendo promociones para una conocida compañía telefónica. El resto del tiempo, cuando se siente inspirada, ... escribe. «Por el momento es lo que hay». Y gracias. Estudió Periodismo en la Universidad de Málaga, pero por más que lo intentó no encontró nada de lo suyo. Sus padres, él albañil y ella al cuidado de los abuelos, no podían pagarle un máster en otra ciudad. Así que con veintitantos años se vio viviendo en la casa familiar de Miraflores de los Ángeles y recibiendo dinero de sus progenitores «para todo». Como una 'Proletaria consentida'. «Como una niña pequeña, frustrada y culpable», confiesa.

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La joven descargó toda esa rabia y desesperación en relatos cortos a modo de diario de su realidad (y de la de tantos otros). Unos textos que con los años han dado forma a un libro, una novela autobiográfica publicada el pasado septiembre por Caballo de Troya (Penguin Random House). Y ya va por la segunda edición. Hoy hablará sobre eso y más con la periodista Lorena Codes en el ciclo 'Málaga de Libro' de la Fundación Pérez Estrada (Museo del Patrimonio Municipal, 18.30 horas).

'Proletaria consentida', editada por el sello que lidera el cineasta Jonás Trueba, representa el cabreo y el dolor de una generación a la que se le vendió la idea de que podría ser lo que quisiera si se preparaba para ello. «Nos llaman ninis o generación de cristal, pero también tenemos sentimientos», puntualiza. Un testimonio que relata sin autocomplacencia, con un tono ácido y con humor, haciendo una caricatura de su propia vida, que al final es la de muchos. «Decidí sacrificar mi intimidad por contar esta historia. Y no porque fuera excepcional, todo lo contrario, es de lo más común y por eso la comparto. Si fuera extraordinaria, solo mía, me daría vergüenza hacerlo», añade.

Mantiene que a las personas con pocos recursos no se les permite la mediocridad: «Tienes que ser excelente, imbatible»

Creció en un hogar de clase media-baja, en la vivienda de sus abuelos maternos, un segundo piso con vistas a otros pisos y poca luz en el que vivían seis personas: los abuelos, los padres, su hermano y ella. Cuenta emocionada que este 2022 sus padres por fin se han podido mudar a otro con más altura del bloque de al lado. «Y parece otra zona. ¡Lo que da vivir con iluminación natural. Es un lujo!», exclama. Hace unos meses, Laura Carneros volvió con ellos. Para ahorrar.

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Asegura que siempre fue consciente de las estrecheces. «Nunca hemos ido de vacaciones. En Reyes nos decían: 'Solo podéis pedir dos cosas, así que pensarlas muy bien'», recuerda. Sus padres siempre la animaron a formarse con la perspectiva de que su vida fuera mejor. Es más: «Nunca me han reprochado nada. Confiaban en mí y me decían 'estudia lo que quieras', 'tú eres capaz'. Aunque suspendiera, porque no era una alumna brillante, nunca me dijeron que me pusiera a trabajar, a pesar de que ellos se tenían que privar de mucho».

Pero las promesas e ilusiones con las que se crió su generación eran «muy engañosas». «Porque no todo depende de estudiar, sino del entorno social, de las oportunidades que tienes y de las crisis que hemos sufrido». Y todavía podría haber sido peor. «Pienso en los que vienen detrás, en los que ya han visto que a nosotros no nos ha servido de nada, ¿qué alicientes tienen ellos?», reflexiona. Con el tiempo, Laura Carneros ha llegado a una conclusión demoledora: «a la gente que nace con menos oportunidades económicas y sociales no se nos permite la mediocridad». No tienen contactos ni recursos para adornar su formación con títulos en prestigiosas escuelas. Para destacar, «tienes que ser excelente, imbatible, la mejor». «Y aún así no se te asegura nada», añade.

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La precariedad es también sentimental. «Ese se modo en el que consumimos y trabajamos se ha contagiado a las relaciones personales»

La precariedad en esta generación no es solo laboral, sino también sentimental. «Ese modo en el que consumimos y trabajamos, las pocas oportunidades que tenemos y el ritmo frenético, se ha contagiado a las relaciones personales, a las sentimentales y de amistad. Vamos siempre a tiro fijo: 'No te voy dar la oportunidad si realmente no me interesas'», lamenta la autora, que no puede evitar reírse con los capítulos relacionados con el sexo en su libro.

La buena acogida de 'Proletaria consentida' le ha devuelto las ganas de escribir. «Al menos me da el empuje a seguir haciéndolo». Le ha ayudado a cambiar la percepción de sí misma y a reconciliarse con esa joven que aspiraba a ser periodista. «Yo sigo echando currículos en ofertas de empleo de comunicación. Pero aún nada». De momento, se quita la espinita durante los Festivales de Málaga haciendo críticas de cine. Y así, precisamente, fue como conoció a Jonás Trueba. Se reencontró con él en la presentación de un libro de Alejandro Simón Partal, y allí mismo le propuso publicar. «Ha sido un milagro en mi vida», concluye.

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