Su amor por la naturaleza y sobre todo por los animales le llevó a publicar 'La burrita Baldomera', un éxito de ventas donde contaba las vivencias con su asno. Mientras prepara la segunda parte del libro, el periodista malagueño Ismael Fernández ha ampliado su familia ... animal y sigue escapándose cada vez que puede a su querida localidad natal, El Borge.
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–Su emocionante reencuentro del verano de hace dos años con Baldomera, le supuso, entre otras cosas, un cuento premiado en los Latino Book Awards... Las expectativas están muy altas: ¿cómo se presentan estas vacaciones?
–Todo lo que me ha traído el fenómeno Baldomera ha sido un auténtico regalo que me ha hecho la vida. Y lo mejor es que dos años después sólo me sigue dando alegrías. Lejos de quedarse en un vídeo viral que caduca a los dos días, el reencuentro con mi burra no para de darme trabajo; yo lo llamo, de broma, el 'Baldotour'. El verano es mi estación favorita, aunque voy un poco a contracorriente. Vivo durante todo el año en el centro de Málaga y a finales de mayo mi marido y yo nos vamos al campo hasta octubre. Cambio el sonido de coches, motos, maletas y bares por el remanso de paz que solamente interrumpe el rebuzno de las burras.
–¿Tiene el corazón partido entre el campo y la ciudad?
–Mi corazón está partido entre lo urbano y lo rural, además soy de extremos. Pero la mitad rural de mi corazón gana cada día más terreno. En mi casa del campo las vistas son maravillosas.
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–¿Cuántos animales tiene, además de Baldomera?
–A día de hoy tengo doce gallinas y tres pollitos, cuatro patos, dos ocas, dos conejos, un gato, un perro y dos burras. Además de Baldomera está Ruperta, que iba directa al matadero. Todos tienen nombre y todos prácticamente son adoptados. Tengo que frenarme porque son muchos picos y bocas que alimentar y sobre todo, mucho tiempo de dedicación, pero a día de hoy lo considero el hobby más bonito del mundo. Tengo mi trabajo de oficina que es el que me da de comer a mí y a mis bichejos.
–¿Habrá segunda parte de 'La burrita Baldomera'?
–Por supuesto, los 'baldomers', como llamo de broma a los fans de Baldo, que ya somos más de 60.000 de todo el mundo entre TikTok, Instagram o Facebook me lo están pidiendo, quieren conocer más aventuras de la burrita. Como yo siempre digo, Baldomera, más allá de ser una nueva 'Platera' es una especie de 'Pepito Grillo', que nos habla de forma muy sencilla sobre la necesidad de cuidar de la naturaleza y de respeto hacia todos los animales, porque la amistad no entiende de especies. Ese es su mensaje básico y sobre esa misma línea seguiremos contando historias, porque con tantos animales cada día se me ocurre un cuento nuevo. El segundo cuento también es una historia real que me pasó criando un vencejo que había caído de su nido. Tiene una moraleja preciosa: habla de desapego, de empatía, y por supuesto de conocimiento y respeto a la fauna. Lo tengo escrito desde el año pasado, pero aún no he sido capaz de darle el toque final. Con tantos animales que cuidar, ¡me falta tiempo para sentarme delante del ordenador a escribir!
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–La canción dice 'yo para ser feliz quiero un camión': ¿usted, qué necesita?
–Lejos de lo que siempre había pensado… cada vez necesito menos para ser feliz. En mi caso ha coincidido la post-pandemia con la cuarentena y eso me ha hecho reflexionar y darme cuenta que el secreto de la felicidad está en la sencillez, en lo simple, en el día a día. Nos complicamos queriendo ser los mejores en todo, querer siempre más. Ser los más 'cracks' en el trabajo, tener el cuerpo más fit, ser los más guapos y guapas, los más festivaleros, los más modernos… pero al final, no se trata de conseguir cosas, sino de vivir disfrutando del momento, tratando de solo mirar hacia atrás para acordarse de lo bueno y al futuro solo para saber hacia dónde queremos ir, pero sin estrés. En definitiva, yo para ser feliz quiero más campo que playa –aunque también algo–, seguir escribiendo, y vivir tranquilo con mi familia, tanto la humana como la animal. No necesito nada más.
–¿Algún verano que recuerde con especial ilusión?
–Los veranos de mi infancia sí que fueron de cuento para mí. En la década de los 80, cuando era niño, pasaba todo el verano en el campo, porque mi familia siempre se ha dedicado a la agricultura y la temporada de verano era la vendimia de la uva moscatel, que después se asoleabapara convertirla en pasa. Así que nos íbamos la familia al completo a un pequeño lagar de una sola habitación que no tenía ni agua corriente ni luz eléctrica y dormíamos allí todos juntos. Para mí era una aventura y mi abuelo, mi particular Félix Rodríguez de la Fuente de la Axarquía, me enseñaba los secretos del campo. Para mí esa vida humilde en el campo, que parecía más propia de principios del siglo anterior, era un auténtico campamento de inmersión rural y no los 'fakes' que hay ahora.
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–Hablando de El Borge se le llena la boca: ¿qué destacaría de la localidad, para quien no la conozca?
–El Borge tiene algo mágico que no se puede explicar, hay que vivirlo. Va más allá de sus casas encaladas, sus flores, sus calles blancas de estilo andalusí o su rica gastronomía… Y no lo digo solo yo, que conste: Naciones Unidas lo ha declarado primer territorio patrimonio agrícola mundial de Europa. La Axarquía es nuestra particular 'Toscana' malagueña, pero en vez de medieval es morisca. No sé si será por nuestras pasas y sus rabillos, pero todo aquel que visita El Borge ¡nunca lo olvida!
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