fernando conde
Lunes, 11 de julio 2022, 00:43
Unos le conocen como el latinista tuitero, otros como el loco de la toga y otros, simplemente, como Emilio del Río (los menos). Pero todos coinciden en que, cuando alguien le pone tanta pasión a la defensa de los clásicos grecorromanos, es difícil pensar que ... no tenga algo de razón. A través de su sección semanal 'Verba volant', en RNE, y de libros como 'Latín lovers', 'Calamares a la romana' o el recién publicado 'Locos por los clásicos', editados por Espasa, este profesor de la Universidad Complutense (Logroño, 1963) y escritor descubre a sus oyentes y a sus lectores cuánto le deben nuestras costumbres, nuestra lengua y nuestro pensamiento a aquellos locos de la Grecia clásica y a los de Roma.
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-¿Lo suyo con los 'clásicos' es una cruzada?
-Hay un momento mágico en la historia de la humanidad en el que se crean las bases de nuestra democracia, de nuestra civilización, de nuestra cultura; ese momento es el de las culturas griega y romana. Nuestra manera de ver el mundo y afrontar la vida viene de ahí. La poesía épica y la amorosa, la filosofía, el teatro, la oratoria, la novela, la historia, la sátira, todas estas formas de comunicación las inventan unos autores geniales, divertidos, interesantes, llenos de vida, magia y energía: los grecolatinos. Nuestra cultura occidental no es sino su prolongación. Y sí, me empleo a fondo en esta misión pedagógica, en forma de show, porque España es un gran país y me siento muy orgulloso de ser español, pero tenemos que mejorar unas cuantas cosas, una de ellas estudiar más latín y griego. Países como Alemania, Inglaterra, Francia y no digamos Italia, estudian más años de latín y griego, ¡y eso que Alemania e Inglaterra no proceden de la cultura grecolatina!
-Mucha gente piensa que los 'clásicos' son un rollo. Convénzales de que son divertidos.
-Que se lean 'Locos por los clásicos' y lo comprobarán. ¡Se lo van a pasar bien! Los autores clásicos son divertidos, ingeniosos, cuentan historias apasionante… ¡Si la humanidad los ha leído con locura durante miles de años no pueden ser un peñazo!
-Si Cicerón escribiera hoy una Catilinaria contra políticos mediocres, ¿se le ocurre algún posible destinatario?
-Sí, unos cuantos. En 'Locos por los clásicos' hablo de la 'Historia de Roma' de Tito Livio, en la que reclama las virtudes del buen gobernante. Las cito en latín porque no requieren traducción: pietas, virtus, iustitia, clementia, libertas, concordia, moderatio, modestia y disciplina. También dice (y Maquiavelo lo copiará siglos después) que la diferencia entre el déspota y el príncipe es que el primero gobierna para sí mismo y el segundo para la Res Publica. ¿Hay algo de más actualidad?
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-Hay poetas que escriben del amor, pero no saben quién era Catulo. ¿Falta poso?
-Por algo Shakespeare situó en Verona los amores de una de las parejas más famosas de la humanidad: Romeo y Julieta. Catulo era de Verona, y es uno de los grandes poetas amorosos, que defiende el amor y el sexo sin que a nadie le importe el sexo de la persona con la que se acuesta cada cual. Nos ha costado miles de años recuperar esta normalidad y esta tolerancia. Y reivindica también, con una exquisita sensibilidad literaria, el sexo como algo maravilloso, que lo es.
-Cuando le concedieron la Cruz de Alfonso X el Sabio, su mujer dijo que ya era hora de que reconocieran que es usted una cruz. ¿Era Aristófanes el Gila de la Antigüedad?
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-El humor es otra de las cosas que le da sentido a este suspiro, como el amor, la amistad, el vino o el sexo. La forma del humor es también cultural y se la debemos a los clásicos. Recuerdas lo de ¿qué han hecho los romanos por nosotros? Pues también la manera de entender el humor. Se reían de todo, sobre todo de sí mismos, algo muy saludable para practicar cada mañana antes de salir de casa. Aristófanes era un griego genial y guasón que, atención, en plena guerra civil entre griegos escribe una obra de teatro, 'Lisístrata', en la que las mujeres se declaran en huelga de sexo mientras continúe la guerra. Y la pararon. Hay algo mágico en que nos siga haciendo reír una obra de hace 2.500 años. No sé si ahora seríamos capaces de estrenar a Aristófanes.
-¿Qué le sugieren los conceptos de mérito, capacidad, esfuerzo, sacrificio...?
-Los valores que tenían los clásicos y que reivindicaban para la sociedad. Los valores que tendría que inculcar el sistema educativo ¡y las familias! Porque el sistema educativo tiene un papel importante, pero hay algo que falla y es que, desde la familia, lo estamos externalizando todo. Y hay que dar más autoridad y más reconocimiento a los maestros.
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