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La frontera entre la Edad Media y la Edad Moderna fue una época propicia para grandes hombres que revolucionaron (hasta de manera literal, por los descubrimientos geográficos y de astronomía) el conocimiento sobre el mundo: Colón, Copérnico, Leonardo... Y Durero. El artista más importante del ... Renacimiento alemán nació en 1471 en Núremberg, el tercero de 18 hijos (solo cuatro llegarona la edad adulta), y pronto se convirtió en la imagen del nuevo tiempo: fue el primer turista de la historia (viajaba por el placer de conocer y de vivir nuevas sensaciones) y también el primer artista que se pintó a sí mismo sin razón aparente, o quizá sí, buscando la inmortalidad que la vida no concede a nadie. El escritor británico Philip Hoare, uno de los grandes autores de libros sobre naturaleza, cambia ahora, levemente, de registro para acercarse a la figura de este genio en 'Alberto y la ballena', publicado por Ático de los Libros.
'Alberto y la ballena' es, entre otras muchas cosas, un libro sobre política. Cuenta Hoare que comenzó a escribirlo cuando el Reino Unido acababa de votar por el 'brexit' como una reflexión sobre «la unidad de la isla y el continente». Durero era el reflejo de lo mejor que Europa había dado y que Reino Unido comenzaba a perder con el referéndum. «Me sentí en la obligación de hablar en favor de la cultura europea cuando nadie lo hacía», señala Hoare, que se había quedado extasiado, semanas antes, viendo los grabados de Durero en el Museo de Bellas Artes de Boston. «Me parecieron hiperrealistas para haberse pintado hace cinco siglos y me abrieron los ojos sobre la capacidad del arte para entender el mundo», señala. Y ahí descubrió una historia, la del viaje de Durero a Zelanda para conocer la ballena, que marcó definitivamente al autor.
Porque Hoare es el escritor del mar. Vive en Southampton y en las frías aguas del Atlántico se baña a diario, salvo cuando está de visita a otras ciudades, donde busca cualquier playa para darse un chapuzón a diario. Y si la ciudad no tiene mar, como Madrid, se escapa casi a escondidas al lago del Retiro. Pues bien, en 1520 Durero viajó hasta las costas neerlandesas de Zelanda para ver una ballena. El barco casi naufraga y aunque el pintor y sus acompañantes salvaron la vida, no lograron avistar al cetáceo. «Durero es el capitán Ahab del Renacimiento, capaz de buscar toda la belleza de la naturaleza», dice Hoare. Y así, en un nivel más terrenal, pinta unas liebres que están llenas de vida.
Pero las comparaciones no se acaban con el protagonista de Moby Dick. Para el escritor británico, Durero es «el David Bowie de su tiempo, es Andy Warhol, que lo adoraba», «el primer punk de la historia», el primer «artista adolescente» que considera que la pintura trasciende este mundo y que «a través de ella puede conseguir la inmortalidad», una inmortalidad negada en el mundo real por las enfermedades y la sífilis, que él sufrió. Sus autorretratos comienzan siendo «grunges» para adoptar después una pose más sofisticada, «con ropa que ahora sería de Versace». «Acabo de ver sus obras del Prado y solo he podido darle las gracias por todo lo que ha significado en la historia del arte», explica Hoare.
La influencia de Durero va más allá de la pintura, cuenta el escritor: «Hay videojuegos en los que las figuras apocalípticas están inspiradas en su obra, etiquetas de botellas de vino con sus pinturas... Fue el pintor que hizo del arte una alegoría, que llenó sus cuadros de símbolos», culmina Hoare, autor de tres obras de referencia del género de la naturaleza, la trilogía 'Leviatán' 'El mar interior' y 'El alma del mar'.
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