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Bignozzi vivió más de treinta años en Barcelona.
En defensa de Juana Bignozzi

En defensa de Juana Bignozzi

Poesía al SUR ·

Consideraba que la familia es «una picadora de carne». Desterrada por la dictadura argentina, vivió más de treinta años en España. Regresó como un icono a la sombra de Gelman y Pizarnik y aprendió a no confundir «el dolor con la vida y la pasión con la propiedad»

Viernes, 16 de octubre 2020, 00:47

Antes de morir, Juana Bignozzi dejó una carta dirigida a sus amigos con dos únicas peticiones: ser enterrada junto a su marido, fallecido dos años ... antes, y que no hubiera velatorio ni símbolos religiosos. Tampoco discursos de despedida. La poeta argentina no quiso añadir epílogos a su propio final. Ya lo había advertido años antes: «Cuando yo esté muerta un libro va a llevar mi nombre / se llamará obra completa porque nunca más / podré agregar una línea». Aquel poema acababa a modo de biografía póstuma: «Después de todo / tal vez fui sólo eso / una mujer que sólo tomó en serio su compromiso con unas ideas / un hombre / y las palabras». El hombre fue Hugo Mariani, traductor como ella: se casaron en 1974. Las ideas cambiaron a lo largo de su vida. Fue «educada para ser / la magnífica militante de base de un partido». Abrazó el comunismo, criticó a Perón y pasó treinta años exiliada, término que siempre prefirió sustituir por desterrada. Las palabras ocuparon todo lo demás: «No hay dudas de que he pasado cincuenta años / escribiendo una carta / yo creé ese destinatario ante el que / respondo cada día».

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