«Los de Sucesos siempre andamos en el alambre»

Por eso encierra una pequeña metáfora quedar con una periodista de Sucesos en una tarde de poniente, porque ambos parecen bravos, pero sólo tienen sus propias reglas, que a menudo, a su debido tiempo, dejan lugar para algo parecido a la ternura. Como ahora, en esta plaza junto al mar de la pequeña localidad malagueña donde ella ha encontrado su «pequeño paraíso» y a la que llegó, como a casi todo lo importante que le ha pasado en la vida, «por azar».

Lo cuenta Cruz Morcillo mientras enhebra un cigarro casi con la colilla del anterior y no regatea una sonrisa. Y eso que lleva casi un cuarto de siglo contando lo peor de la condición humana en las páginas de 'Abc'. «Esto es un veneno... No hay nada que me guste más en el mundo. El día que no haga Sucesos, dejo el periodismo», sentencia sin aparente apelación, aunque abra su tono de voz un posible recurso ante sí misma en penúltima instancia.

Con esa determinación, Morcillo (Castellar, Jaén, 1973) toma el pulso a la profesión y, por el camino, rinde homenaje a los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Lo hace por derecho en 'Departamento de homicidios. Una memoria de la España negra' (Libros del KO), la crónica de largo aliento donde repasa algunos de los casos que han marcado su trayectoria.

«Los muertos no se olvidan. Casi siempre te viene un 'flash', estás en algún sitio y te vuelve a la cabeza un caso o algún familiar, un testigo… Te implicas mucho. Este trabajo es de veinticuatro horas», lo admite el capitán Rubio en los primeros compases del libro y bien podría firmarlo palabra por palabra la propia Morcillo: «No disfruto contando desgracias, ni mucho menos. Sigo pasándolo muy mal, pero creo que aquí está la vida entera. No está mediatizado. Cualquiera de nosotros podemos ser protagonistas de un suceso en cualquier momento. Por eso los de Sucesos siempre andamos en el alambre. Si cuentas de más, puedes dañar a las víctimas, incluso la propia investigación si está en curso. Por eso espero que el libro sirva también para rendir un homenaje a las víctimas».

Porque no hay en 'Departamento de homicidios', como tampoco en las crónicas diarias de su autora, una concesión al morbo ni el menor peaje al sentimentalismo. Hay respeto y rigor, sin dejar de lado la pasión por el oficio de contar. «Hay una tendencia natural a desdramatizar en las palabras de los investigadores de homicidios –escribe Morcillo en su nuevo libro–. Hay también un reconocimiento natural de los fallos propios y los sistémicos y una compasión permanente hacia las víctimas y sus circunstancias. Esas que no aparecen en las películas y rara vez se asoman a la prensa».

Y así, 'Departamento de homicidios' se va abriendo ante el lector como una panorámica de la España negra de las últimas décadas, pero también como una reflexión honesta y cabal sobre la profesión periodística. «Hay mucha hipocresía, pero también mucho desconocimiento», lamenta Morcillo sobre la conversión del periodismo de Sucesos en el «pim, pam, pum» de la sociedad.

«La mochila se va cargando de infiernos, claro. No puedes salir limpio del fango». Y en la confesión de Morcillo no desliza una brizna de queja propia, pero sí un dolor ante la injusticia que a veces dictan los juicios paralelos para los agentes del orden. «Son personas que no tienen nada que ganar cuando hablan contigo. Al contrario, se enfrentan no sólo a expedientes o problemas en sus trabajos, sino incluso a posibles causas judiciales, por eso he querido dedicarles este libro», comparte Morcillo, que ha visto reconocida su amplia trayectoria profesional con premios de parte de la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Consejo General del Poder Judicial. Eso sí, siente que una de esas distinciones pesa «un poquito más» en su corazón: la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco.

'Palabra de Vor. Las mafias rusas en España' (2011) le valió el premio al mejor libro de no ficción en la Semana Negra de Gijón, donde cuatro años más tarde volvió a ser finalista por 'El crimen de Asunta' (2015). «Muchos de nosotros nos hemos refugiado en los libros porque sentimos que en el día a día hemos perdido la pausa. Queremos tiempo para pensar, para ordenar las ideas y para contarlas con otro ritmo», reflexiona Morcillo frente a la «trituradora» del tráfico digital. Y sumergida en ese otro 'tempo', la periodista ofrece: «Siempre hay una voluntad de estilo, pero la no ficción se tiene que atener a unas reglas. Busco la musicalidad en la escritura, el ritmo, pero los hechos con los que son. Y son sagrados».

Y asoma de nuevo en esa máxima el rigor de la cronista, el código de una informadora curtida pero empática, brava pero sensible, como el viento de poniente que amaina en esta plaza sin coches muy cerquita del mar y promete una noche tranquila.