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Sólo un once por ciento de los escritores citados en los libros de texto de Secundaria sobre literatura del siglo pasado son mujeres. El Premio Cervantes, la distinción literaria más importante de las letras hispánicas, ha sido otorgado únicamente a cinco escritoras. Pero en España ... casi el setenta por ciento de las mujeres lee en su tiempo libre frente a poco más del cincuenta por ciento de los hombres. Por eso, porque aún queda mucho polvo machista que barrer cubriendo la industria, hoy se celebra el Día de las Escritoras. A continuación, recomendamos cinco títulos de autoras malagueñas imprescindibles.
Su legado sigue sacudiéndose la tierra décadas después de ser sepultado por la dictadura y el machismo. Enrique Girón y Andrés Arenas tradujeron esta autobiografía, escrita en inglés, que no fue editado en España hasta 2011. Oyarzábal está considerada una de las madres del feminismo moderno. La educación recibida en casa resulta fundamental para comprender su activismo, basado en un inquebrantable compromiso social: «Mi madre era huérfana y estaba acostumbrada a hacer su voluntad, circunstancia que debió de ser un añadido para mi padre, cansado quizás de la conducta sumisa de las jóvenes españoles de su clase. Si familiares y amigos discutían con él por dejar a mi madre salir sin ser acompañada por familiares o sirvientes, como lo hacían otras damas de Málaga, o por permitirle remar en su bote dentro y fuera del puerto, bailar o incluso fumar, desafiando de este modo todas las ideas malagueñas de buen comportamiento para las mujeres, él invariablemente encogía los hombros y decía: ¿Qué importa si así es feliz?».
Es uno de los libros esenciales de la filósofa veleña, que propone una combinación entre pensamiento, poesía, música y mística para rescatar «a las cosas y a los seres de la confusión». El libro presenta además el concepto de razón poética, uno de los principales aportes teóricos de la malagueña, empeñada en dar voz a lo real desde un lenguaje metafórico. Pese a ser una de las grandes autoras españolas, a Zambrano se le resistieron las distinciones oficiales hasta que, en 1981, ya anciana, le fue concedido el Príncipe de Asturias. Siete años después obtuvo el Premio Cervantes. «Nací para ser hija, discípula, para obedecer, y ya ves», le había escrito tiempo antes a su amiga Rosa Charcel.
María Victoria Atencia es dueña de una de las obras más conmovedoras de la poesóia española del siglo XX, marcada por la perfección formal y la emoción. En 1976, cuando llevaba quince años sin publicar, su regreso desbordó cualquier expectativa en 'Marta & María': «Ahora que quiero hablar, dame todas las fuerzas / de las que he carecido. Pues se te fue la mano / en amor y dulzura». Atencia reaparecía dotada de una intensidad asombrosa, tambaleante por la orfandad y por la despedida de Blanca, una de sus mejores amigas («El árbol de las venas bajo mi piel se pudre / y una astilla de palo el corazón me horada»), pero también firme, renacida en sus propios hijos y con la fuerza suficiente para mantenerle, si resulta preciso, la mirada a la muerte, como escribe en 'Con la mesa dispuesta': «Porque tengo hecho el ánimo y no ha de notar nadie / ningún cambio en mi rostro. Las risas de los niños / seguirán sobre el blanco mantel de los bordados / aunque sienta en acecho, mientras sirvo, tus ojos. / Tragar ya me es difícil. La garganta está helada. / Marcharé sin protesta allí donde me lleves».
Cuando la muerte pasó de ser una abstracción a una posibilidad real, casi tangible, algo cambió en Chantal Maillard. Aquella experiencia sacudió a la poeta malagueña nacida en Bélgica, que se rebeló contra los conceptos en 'Matar a Platón', donde ajusta cuentas con la grandilocuencia, ese ejército de palabras caducas y huecas que obstaculizan el compromiso con la realidad. El libro, que parte del accidente sufrido por un hombre para dejar al descubierto el deterioro de la compasión («El orden nos exime de ser libres, / de despertar en otro, de despertar por otro»), la convirtió en 2004 en la segunda mujer en ganar el Premio Nacional de Poesía. Con la primera parte de su obra, la producción correspondiente a la etapa anterior a la herida, Maillard se muestra poco misericorde. Apenas rescata 'Hainuwele', escrito en 1988, durante su primera estancia en la India. Filósofa especializada en pensamiento oriental además de poeta, ha publicado más de una decena de ensayos como 'La razón estética', donde reflexiona sobre las dificultades para educar la sensibilidad en un mundo cada vez más espectacularizado. Entre sus últimos títulos destacan 'Cual menguando' y '¿Es posible un mundo sin violencia?'.
Nació en Almería, pero lleva décadas afincada en Málaga. Entiende gaviera como femenino de gaviero, marinero que está en la gavia del barco, pero también en sentido más amplio como la que atiende el horizonte. Así, la gaviera mira más allá; es una nómada que aspira a cuestionar moldes, esquemas, en particular los impuestos por la monolítica sociedad patriarcal. Con ocho años aprendió que las palabras «podían funcionar de otra manera» y a los quince ya sabía que quería dedicarse a la escritura, un oficio que cultiva uniendo pasado y presente con hilo mitológico, convencida de que la poesía «cambia el mundo de forma subterránea». Transitoria' y 'Camaradas de Ícaro' la confirmaron como una de las voces más sugerentes de su generación, rebelada ya contra la robotización de la vida: «Os pido, dioses, / sólo sueños portátiles, menudos / cinta para medir el horizonte / y días que no engañen desde lejos».
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