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La historia resulta tan rocambolesca que sólo puede ser cierta. Porque resulta que un buen día, Alfonso Armada fue a los cines Renoir de Madrid a ver 'Adiós a Matiora', que en el pase se sorteaba un viaje a la Unión Soviética (URSS) para dos personas y que le tocó a él. Resulta que por entonces salía con una compañera del periódico, pero se les rompió el amor –o lo que fuera– antes de embarcar y al final se fue solo. Resulta que se enamoró de la guía turística que conoció en Kiev y que en el largo viaje en tren de regreso le escribió cartas apasionadas que nunca tuvieron respuesta.
Resulta que seis meses más tarde le llamaron al trabajo y era ella, tuvieron una cita en Leningrado; al invierno siguiente, otra en Kiev. Y resulta que se casaron delante de un busto de Lenin. Resulta que aquello apenas duró un año y que Alfonso Armada vio cómo se descomponían casi a la vez su matrimonio y la URSS. «Bosques que van quedando atrás, / etapas de un lento abatirse / por llanuras tan tristes como tu espalda después del amor». Porque Armada había escrito crónicas, reportajes y obras de teatro, pero resulta que aquella experiencia le pidió forma de versos y así cuajó su 'Cuaderno ruso'.
El libro ha permanecido «dormido» durante años, hasta que lo ha llevado a la imprenta Bartleby Editores y esta tarde (18.30 horas) se presenta en la Colección del Museo Ruso instalada en Tabacalera. Admite Armada que su 'Cuaderno ruso' es «un ajuste de cuentas». Consigo mismo, en primera instancia, pero también con las «fantasías» románticas y políticas que casi nunca terminan bien.
Y también la culpa. Como hombre, como marido, pero también como informador. «Mirar no es un oficio, / es nuestra miserable condición», escribe en 'Cuaderno ruso' Armada, reportero de guerra en la antigua Yugoslavia y Ruanda y corresponsal en Nueva York durante el ataque a las Torres Gemelas. «Un cuestionamiento profesional» que Armada levanta con verso libre a pecho descubierto. «Había esa necesidad. Igual que desde el punto de vista periodístico creo que es muy importante determinar cómo cuentas una historia, esta historia con tantos aspectos íntimos, históricos y políticos me pedía la poesía», comparte el presidente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras.
Porque Armada sigue fiel a su ritual de café y periódico y reivindica la vigencia del papel para mantener los tesoros de la jerarquía informativa y la atención lectora. «Con Internet somos menos conscientes del mundo», reflexiona el reportero, que ha visto el horror y ha regresado inmune a las certezas, como gotean los versos de su 'Cuaderno rojo': «Ojalá fuera la realidad mi ideología. / Pero no basta esa disculpa».
Autor: Alfonso Armada. Bartleby Editores. 80 páginas. 13 euros
Presentación: Hoy (18.30 horas) en el Museo Ruso. Entrada gratuita.
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