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Muchas de las primeras veces de su vida han estado ligadas a Málaga. Desde sus primeros pasos como periodista en el festival de Málaga a este primer pregón con el que este viernes inaugura la feria del libro. Pero Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) hace además ... doblete ya que ayer también participó en los 'Encuentros planetarios' de la Fundación Pérez Estrada para hablar de su última novela, 'Un país con tu nombre', una novela muy humana, pero plagada de animales. El premio Nadal por 'Un amor' se confiesa en esta entrevista un «activista emocional», crítica qué los zoos son ya anacrónicos y habla largo y tendido de su reciente denuncia sobre los abusos sexuales que sufrió en su infancia por un religioso y que ha desatado un gran movimiento social. Aunque el autor recela de la voluntad política y de la propia Iglesia para abordar está herida.
-¿Cuántos animales tiene en casa?
-Ja, ja. Pues eso varía porque tengo tres perros, al que añado el del vecino de vez en cuando y estoy gestionando una colonia de 11 gatos.
-¿Los once mininos que cuida Edith en 'Un país con tu nombre' no es ficción entonces?
-Claro, conozco el paño de primera mano.
-En la novela también hay una presencia poderosa, la elefanta, ¿cómo la convirtió en protagonista?
-Poco antes de escribir conocí la elefanta Susi del Zoo de Barcelona y estoy ahora intentando sacarla de allí porque no está en condiciones y llevarla a un santuario del sur de Francia. Fui a verla y me impactó que un animal tan grande estuviera en un sitio tan pequeño y que no sea vox populi que esto no puede ser. Se me quedó grabado y se me ocurrió escribir sobre un elefante que no iba a ser ella, pero al final acabó mezclándose realidad y ficción.
-¿No le gustan los zoos?
-Deberían estar cerrados desde hace tiempo porque son anacrónicos y el reflejo de una de las peores caras de la condición humana. Tener animales encerrados para mirarlos me parece terrible.
-¿Cree que seguirán el camino de los circos con la eliminación de los animales como espectáculo?
-Los cambios sociales son muy lentos, pero hay que empujar y yo lo estoy haciendo en las medidas de mis posibilidades.
-Su novela tiene algo de arca de Noé. ¿Fue intencionado?
-Lo he visto después. No era consciente cuando lo escribí, aunque yo creo que la vida es un arca de Noé en la que vas acumulando personas, encuentros y desencuentros, a veces con animales humanos y otras con animales no humanos. Pero en la novela fue totalmente inconsciente y no me percaté hasta que la leí terminada.
-¿Es una novela para animalistas?
-Pienso que hay muchas personas que tienen tendencia al mundo animalista y no lo saben ni conocen que eso tiene un nombre. Es una novela para todos los lectores porque su parte fundamental retrata la relación entre los humanos que la habitan.
-Tras el premio Nadal, ¿esta es una nueva etapa literaria?
-He roto con la trilogía 'Amalia'. Aquí hay un inicio, pero será breve porque voy a volver al mundo Amalia. Así que es un descanso.
-'Un país con tu nombre' es un relato sobre los sueños. ¿Cuál es el suyo?
-Si tengo que hablar de mi sueño con respecto a la novela es ver a la elefanta Susi en libertad. Y a nivel más personal, que en este país cambie la legislación para todo lo que afecte a la protección de la infancia.
-Hace tres meses que usted dio un paso adelante y denunció los abusos que sufrió por un religioso cuando era niño. ¿Qué balance hace?
-En lo personal todo el mundo me dice que he sido valiente, pero solamente constaté una realidad personal y lo hice público porque es algo de lo que nadie debería avergonzarse. A nivel social y político, seguimos en el mismo lugar. Ha habido ruido y declaraciones de intenciones, pero poco más.
-Su denuncia provocó que la iglesia creara una investigación y que el defensor del pueblo inicie una comisión, pero a usted no le convence ninguna de ellas. ¿Por qué?
-La primera no es una investigación, sino una auditoría interna que está diseñada para que no llegue a ninguna parte porque autoinvestigarse es raro y creo que solo es un lavado de cara de la iglesia. La segunda, la del Defensor del Pueblo, tiene voluntad de hacer ruido, pero no va a llegar a ninguna parte porque no hay voluntad política real.
-Usted se llegó a reunir con Pedro Sánchez tras su denuncia. ¿No tiene esperanzas de ese compromiso?
-No es que no tenga esperanzas, sino que no va a pasar. El grueso de la investigación se le ha otorgado al Defensor del Pueblo que no tiene el poder para que esto cambie y prospere. El día que diseñe una comisión de la verdad te diré que sí.
-¿Cómo se tendría que hacer a su juicio?
-Primero, una voluntad y compromiso político real y que se creara una comisión independiente para que esto funcionara desde un mandato parlamentario. Y que se copiaran los modelos que han funcionado, que son los de Irlanda, Escocia y Australia, que han tenido frutos y la satisfacción es plena. Es sencillísimo, no hay que inventar nada solo copiar. Pero en este país tenemos un grave problema con la iglesia que tiene un poder brutal y mientras esto no se solucione, vamos a seguir igual.
-¿Le han llamado de la iglesia?
-Cuando denuncié públicamente hubo intentos del cardenal Omella y de la congregación de la Salle de ponerse en contacto conmigo, pero no quise porque estaba en un momento muy vulnerable e iba a salir perdiendo. Les dije que me pondría en contacto con ellos cuando lo considerara necesario. Ahora me alegro de no haberlo hecho viendo el cariz que está tomando toda la postura de la iglesia basada en la no cooperación. Seguimos igual.
-¿Le ha valido la pena su denuncia de los abusos?
-A nivel personal, ha valido la pena porque hay muchas personas que han pasado por lo mismo y se han visto reflejadas y eso ha creado una oleada de apertura y de conciencia social. Ha salido mucha gente detrás de mí y más que va a salir. Ha sido una oleada que espero que perdure en lo social, aunque no en lo político. Para mí ha merecido la pena.
-¿Y no le parece que lo que usted ha abierto ya no se puede cerrar?
-Es así. Hay bastantes intereses que apuntan a querer cerrarlo, pero creo que este movimiento es ya imparable. Yo voy a seguir empujando y el imparable soy yo. Hemos creado la plataforma Tolerancia Cero contra los abusos de la Iglesia y estamos empujando muchísimo y lo vamos a conseguir. Es cuestión de paciencia y de saber que estos cambios sociales requieren su tiempo y no nos vamos a rendir. Yo no tengo niños, pero están desamparados ante los abusos. ¿Qué tipo de infancia queremos tener y qué protección le queremos dar? Es terrible que todavía no se trate este tema.
-Antes me dijo que no hay que avergonzarse de haber sido víctima. ¿Ese es el principal problema para denunciar?
-En mi caso nunca he tenido vergüenza de esto. Acabo de estar en Tenerife donde un seminarista ha denunciado abusos, pero ha ocultado su identidad con un nombre falso. Todavía existe la idea de que la Iglesia lo controla todo y puede afectarte en la vida diaria. Así que no hay vergüenza, sino miedo.
-Usted es un autor que escribe desde la experiencia. ¿Todo esta lucha puede pasar a sus novelas?
-Pues no lo sé. Es algo que me estoy planteando. Es una cuestión privada que se hace extensible a lo social y lo general y no sé desde qué punto lo puedo tratar e integrarlo en mi obra. No te puedo dar un sí ni un no, porque le estoy dando vueltas.
-¿Cuál es la misión de los escritores en la actualidad?
-Mi misión como escritor, y hablo de la mía, no la de todos, es la de ser activista emocional, porque llego al público a través de las emociones. Eso es muy poderoso y se puede utilizar para cambiar lo que hay fuera desde dentro. Es una herramienta que hay que saber usar bien y llegado a este punto entramos en eso que te decía que no sé como integrarlo, pero si lo hago será con la mayor delicadeza posible porque creo que como escritor es mi deber hacerlo.
-Por último, ¿de qué va a hablar en su pregón de este viernes que abre la Feria del Libro?
-Pues voy a contar que Málaga para mí es el sinónimo de las primeras veces. Me he estrenado aquí en muchas cosas y, de hecho, este es mi primer pregón. Málaga ha sido la casilla de salida de muchas de mis aventuras creativas y literarias. También voy a trazar ese hermanamiento entre Málaga y Barcelona, que a mí me ha tocado de pleno. Yo empecé en el periodismo trabajando dos años en el Festival de Cine haciendo precisamente el encarte del suplemento en el Diario SUR. Mi primera obra de teatro la estrené en el Echegaray, así que he vertebrado el discurso como Málaga, la ciudad de las primeras veces.
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