Antonio A. Gómez Yebra
Miércoles, 14 de octubre 2015, 12:27
«Primero te pones como loco y luego te sangran los ojos». Esos son los síntomas que marcarán el principio del final de Toby, un muchacho que experimenta un giro tras un rutinario análisis de sangre que lo saca de su entorno cotidiano, lo aparta de su familia y lo lleva a un hogar inhóspito donde convivirá con otros jóvenes bajo la mirada de un equipo de enfermeras en espera de los primeros síntomas de la enfermedad. Toby aguarda ese momento presintiendo uno de esos signos fatídicos en la más insignificante sensación física, pero la llegada de alguien hace que todo cambie en La Casa de la Muerte. Pinborough intenta algo imposible: mezclar la novela lírica y el manual de autoayuda con el género de terror.
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