Antonio A. Gómez Yebra
Miércoles, 30 de septiembre 2015, 13:19
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No resulta habitual encontrar un libro escrito a cuatro manos. En Morir es relativo convergen Eduardo Cruz Acillona y Miguel Baquero, dos escritores que suman amplia experiencia para pergeñar una historia breve y desopilante. La relación de desventuras del comisario jefe Ballesta en una población tan sui generis como Miranda del Campo da lugar a un relato breve pero compacto; toda una sucesión de hechos independientes, delirantes y perfectamente disfrutables, que nos conducen a la alienación del pobre policía. Los dos artífices están curtidos tanto en el relato como en la novela y esa experiencia se manifiesta en su ritmo, ágil, sin desfallecimientos.
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