Leonor Serrano Rivas: «Cuando vi mi nombre en la fachada del Reina Sofía se me encogió el estómago»

-¿Cómo surge la oportunidad de exponer en el principal museo español dedicado al arte contemporáneo?

-Me invitaron ellos. La exposición se enmarca en el programa 'Fisuras' para artistas más jóvenes. Me llamaron en un momento perfecto, hace dos años, porque justo acababa de dar a luz y había vuelto a Málaga. Ese programa es alucinante, porque no sólo te da la posibilidad de exponer en el Reina, sino que te dan una carta en blanco. La única condición es que toda la obra sea de nueva producción. Pero el resto es libre. Te dan a elegir los sitios del museo donde exponer, fijan un presupuesto… Es una maravilla.

-¿Y qué espacios ha elegido?

-He elegido tres. El Espacio 1, que es la sala más visitada del Reina y donde suele exponerse el proyecto 'Fisuras'; la Sala de Bóvedas, que está abajo y el Espacio de Protocolo, al otro lado de la planta baja.

-¿Qué plantea en esos espacios su 'Magia Natural'?

-Con ese nombre se conoce al periodo de la Historia enmarcado en el siglo XVI y en el que artistas y artesanos construían instrumentos que ofrecían una imagen alternativa del mundo. Hablamos del telescopio, el periscopio, la cámara oscura, la linterna mágica… y después otros que eran fallidos. Pero sobre todo lo que me interesa es que se trata del único momento en la Historia en el que artistas y artesanos utilizan aparatos para que luego científicos y filósofos, basándose en estos artefactos, construyan el conocimiento científico tal y como lo entendemos hoy en día. Armé la exposición en 2020, en pleno estado de alarma, y pensé que si revisitábamos esos instrumentos podríamos crear una nueva forma de conocimiento.

-Su obra suele combinar diferentes soportes y técnicas, si bien hunde sus raíces en el vídeo, la performance y la escultura. ¿Mantiene aquí esa vocación multidisciplinar?

-Sí, claro. Aquí cada sala es un instrumento. El Espacio 1 es una cámara oscura donde hay una gran película proyectada; la Sala de Bóvedas es la linterna mágica donde el haz de luz de un proyector rebota sobre una serie de espejos que atraviesan una pared y se proyecta una película sobre una pantalla suspendida y en Protocolo la caja musical genera una partitura que a su vez genera un tapiz que está en el suelo de la sala.

-La producción debe de estar siendo curiosa…

-(Ríe) La producción está siendo curiosa, sí… Hay que tener en cuenta que han pasado dos años desde que me invitaron, pero la película principal, por ejemplo, la empecé en 2018. Son varios años ya… Y tengo muchas ganas de enseñarlo.

-¿Y qué cree que puede suponer para una artista menor de 40 años tener una exposición individual en el Reina Sofía?

-Supone una visibilidad brutal y una oportunidad excepcional para mi carrera. Lo que pasa es que no quiero pensarlo mucho porque cuando vi mi nombre en la fachada del museo se me encogió el estómago, así que intento simplemente hacer mi trabajo y después, desaparecer y volver a mi cueva en Málaga.

-¿Su experiencia demuestra que los artistas jóvenes pueden tener acceso a las programaciones de los grandes museos?

-Claro que tenemos acceso. Yo he tenido exposiciones importantes en el C3A, que es un súper museo en Córdoba. No puedo hablar de manera general, pero a mí siempre me han apoyado. Quizá he tenido suerte.

-¿Y en Málaga?

-Bueno… No he tenido ninguna exposición individual en Málaga, pero no pasa nada. No habrá encartado. También es cierto que he vuelto a Málaga recientemente y entre el trabajo y mi hija tampoco me ha dado la vida para participar en el tejido cultural de una manera más activa. He estado muchos años en Londres, primero, y en Oxford, después, pero he decidido volver porque aquí tengo más apoyo familiar, tenemos mucha más calidad de vida y puedo producir mucho mejor.

-Y desde esa mirada distanciada, ¿qué opina de Málaga como 'ciudad de los museos'?

-Es que no he tenido tiempo de formarme una opinión. Cuando volví estalló la pandemia, mi hija sigue siendo muy pequeña y lo cierto es que no me ha dado tiempo de integrarme demasiado, aunque siempre estoy muy atenta a todo lo que sucede en la ciudad. Es verdad que no han sido dos años 'normales' y quizá por eso no he tenido tiempo de construir esas redes locales.

-¿Se considera entonces una 'outsider' del arte contemporáneo producido desde Málaga?

-A ver, 'outsider' por necesidad, ¡eh! Creo que soy una tía simpática y eso… (Ríe).

-Doy fe.

-¡Uf, menos mal! (Ríe) Ahora atravieso una circunstancia muy concreta. Tengo una hija pequeña y no la voy a dejar de atender para irme a una inauguración, por ejemplo. Pues ya veré la expo en otro momento. También he tenido una carga de trabajo brutal, con un proyecto en Venecia que entre febrero y junio me ha exigido viajar mucho allí.

-Ha expuesto en grandes museos de varios países. ¿Es necesario tener padrinos para que se abran determinadas puertas?

- No lo sé. Desde luego no es mi caso. Mi familia no tiene nada que ver con el mundo del arte. Yo no conocía de nada a la gente que me ha invitado a exponer en el Reina Sofía, pero ellos sí conocían mi trabajo. Por eso te das cuenta de que hacen un seguimiento del trabajo de la gente.

-Pero el Reina Sofía compró obra suya hace algunos años.

-Sí, pero luego me han explicado que son departamentos distintos. Uno es Colecciones y el otro es Exposiciones. Me compraron además cosas muy difíciles: una instalación, una performance y una escultura muy grande. Pensé que de ahí venía la invitación para hacer la expo, pero me explicaron que no.

-Entonces, ¿también se puede llegar a lo más alto del arte contemporáneo sin estar demasiado pendiente de la agenda social?

-Yo no soy una persona de ir a inauguraciones, no tengo coleguitas de influencia en el mundo del arte… Soy más ermitaña. Y yo, trabajando, estoy en el Reina Sofía. Creo realmente que el trabajo es lo único que cuenta. ¿Qué a veces los amiguismos pueden ayudar? No sé. Lo que sí creo es que, si tienes un trabajo sólido, tarde o temprano, llegas. No olvido que también es una cuestión de suerte y que lo difícil es mantenerte, pero lo cierto es que siempre he tenido la atención institucional. Ha habido dos años de pandemia, sí, pero han sido dos años en los que he estado trabajando a muerte en esta exposición. Yo creo en el trabajo. Y por eso trabajo mucho.

-Al hilo de lo que comenta, ha producido 'Magia natural' en plena pandemia. ¿La crisis sanitaria ha traído todavía más precariedad al oficio de artista?

-El oficio de artista es precario desde que nació. Pero ahora sí que veo un auge muy grande en lo relativo a la actividad cultural, parece que todo ha vuelto a la normalidad después de la pandemia y eso me sorprende. Hay una efervescencia increíble. Las cuestiones del mercado del arte no las conozco, pero la práctica artística casi siempre es precaria.

-¿Y lo siguiente?

-Hacer mi tesis, que me van a echar del Doctorado…

-¿De qué trata?

-Es una tesis en práctica. De hecho, esta exposición en el Reina es mi tesis, pero tengo que conseguir escribirla antes de que se clausure para que el tribunal venga al museo y la vea, pero no sé si me va a dar tiempo…

-Es decir, más trabajo.

-Sí, pero en el fondo me gusta.