![La lengua de las salamanquesas](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202207/23/media/cortadas/web-crucedevias-ktO-U1707991482714gB-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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Al Llegar el verano me encerraba en el cuarto y únicamente salía cuando los demás estaban durmiendo. Al amanecer volvía a encerrarme hasta que de nuevo llegaba la noche. Durante el día intentaba escribir la novela de un hombre que tenía miedo al calor, los ... rayos del sol y no soportaba las multitudes. Me identifiqué con el protagonista, como suele pasar siempre. No pisé la playa durante los años que estuve obsesionado con esa historia que finalmente no conseguí finalizar. Entonces tomé la decisión de superar la crisis viajando al Mar de Java con la intención de instalarme a vivir en algún rincón de Indonesia. Estoy hablando de hace cuarenta años. Al día de hoy sigo encerrándome a escribir novelas que me aíslan del mundo. Cuando amanece bajo las persianas hasta que cae la tarde. A menudo pienso en volver a Bali y quedarme allí, quizás en la ciudad de Ubud, pero temo que la isla haya cambiado y esté plagada de turistas. Así que mejor me quedo solo y tranquilo en casa, no creo que haga falta ir tan lejos para darse un baño en el río de la luna.
Soy un individuo maniático que se siente moderadamente feliz en el universo particular. Recibo visitas, pero apenas salgo a la calle excepto para comprar las cosas más necesarias. Ayer por la noche vino a cenar un amigo que me habló de la territorialidad de las salamanquesas. Al oírlo enseguida me identifiqué con ellas. Me refiero al hecho de que suelen andar solas cuando van de caza igual que yo hago al ir al mercado. Luego buscan un resquicio donde ocultarse, un hueco en la pared, un lugar seguro y confortable. Aparecen puntuales por la noche en la fachada de la terraza y el resto del día lo pasan encerradas en su mundo. No sé nada de la vida íntima de cada una de ellas, aunque compartimos espacios comunes. Me recuerdan a mí cuando estaba en casa con otras personas a las que apenas veía. Las salamanquesas me miran desde lejos y cuando me acerco se retiran inmediatamente a su cuarto. Nunca he visto una salamanquesa tomando el sol en la playa, ni siquiera en las islas del Mar de Java; pero solían andar por los techos y las paredes de las cabañas. No eran salamanquesas, pero todos los lagartos se parecen entre sí y poseen rasgos comunes como los seres humanos.
Hace demasiado calor, evito el sol, recibo pocas visitas. Paso más tiempo con las salamanquesas que con las personas. Ya se han habituado a mi presencia y nos reunimos todas las noches, cada una de ellas alrededor de su punto de luz. Les cuento de qué va la novela que quiero escribir y responden con siseos. Gracias a estas largas y distendidas sobremesas, estoy aprendiendo su lengua.
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