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Uno da la cara a diario, otro pocas veces enseña su rostro. Uno comunica a través de su voz, el otro a través del objetivo. Dos disciplinas diferentes de un mismo oficio que, sin embargo, comparten filosofía: los hechos por sí solos no bastan en ... periodismo. Vicente Vallés, director del informativo de la noche en Antena 3, y el fotoperiodista Emilio Morenatti, Premio Pulitzer 2021, impartieron este viernes su magisterio en el IX Congreso Internacional de Periodismo Manuel Alcántara, organizado por la Fundación Manuel Alcántara con la colaboración de la Diputación. En charlas independientes, apostaron por el análisis riguroso frente al «griterío» y por un trabajo que va más allá de lo que simplemente se ve: hay que documentar, contextualizar y mirar hacia donde nadie lo hace.
«Los hechos a secas no justifican nuestra profesión. Hay que contar los hechos y hay que explicarlos», defendió Vicente Vallés en un encuentro con el director de diario SUR, Manolo Castillo. Vallés se rebela contra la imagen del 'busto parlante' que solo reproduce las noticias. Él se implica editorialmente en la composición del informativo -un trabajo «non-stop»- y se esfuerza en poner en perspectiva cada acontecimiento convencido de que esa es la misión del periodista. El problema viene, apuntó, cuando se cuestionan los propios hechos porque no se ajustan a una ideología. «Alguien considera que un periodista manipula la información cuando lo que se cuenta no le gusta. Es lo que llamo 'objetividad personalizada': algo es objetivo si me gusta lo que cuenta; si no, es subjetivo», añadió en el congreso que dirigen Guillermo Busutil y Agustín Rivera.
Vallés alertó de los riesgos de la «polarización hacia los extremos» de la vida política española. «Vivimos en un país libre, todavía. Y no lo digo en broma. Las generaciones más jóvenes dan por hecha la democracia (...) Pero la democracia no viene dada gratuitamente. Pregúntenle a los rusos que creen que viven en una», argumentó. En este contexto, las posiciones más radicales a izquierda y a derecha «no ayudan a sostener un régimen democrático». Entre otras cosas porque «cuanto más extremistas son, más tentados están de exigirte que tomes partido». Los casos de corrupción de los partidos que bordean el centro y el descontento generado por la crisis económica han sido, en su opinión, acicates para que los extremismos se asienten en la política.
Una realidad que estos días encuentra un altavoz sobredimensionado en las redes sociales. «Se confunde lo que ocurre en Twitter con la realidad. Se toma una pequeña reacción como si fuera la voz de la mayoría», analizó Manolo Castillo. «Está el mundo, y luego está Twitter», apostilló Vallés. Ambos relativizaron la influencia de las redes sociales en los medios y desmontaron «el mito» de las presiones que marcan la agenda de la profesión. «Es consustancial con el ejercicio periodístico (...) La autocensura es más peligrosa que las presiones», mantuvo el director de SUR. Vallés recordó, en este sentido, que todos los casos de corrupción que han acabado con penas de cárcel fueron destapados por la prensa. En la mayoría de las ocasiones, por la escrita. «Es la madre de nuestra profesión (...) La gran referencia informativa sigue siendo el titular de primera de un periódico», manifestó Vallés. «La portada del día es lo único que Internet no ha arrasado», apostilló Castillo.
En muchas de esas portadas ha estado la firma de Emilio Morenatti, una referencia del fotoperiodismo. «Hay que arriesgar, te las tienes que jugar con una lente o con tu propia vida. Yo me la he jugado siempre», aseguró Morenatti, acompañado en la mesa por el profesor y periodista Agustín Rivera. Él fue el primero en fotografiar para EFE la bandera marroquí ondeando en la Isla de Perejil y el primer civil que subió al peñón de la discordia -al que llegó en su propio bote hinchable- tras la salida de la Legión. Aquel hito le valió el salto internacional con AP, agencia para la que ha capturado la vida (y la muerte) en Afganistán, Oriente Medio y Pakistán. Fue secuestrado en Gaza, le apalearon por fotografiar mujeres con burka en Afganistán y en ese país también se dejó una pierna cuando el convoy en el que viajaba junto a tropas americanas pisó una mina. En su impactante ponencia, Morenatti mostró las consecuencias de la guerra a través de las imágenes de soldados amputados con los que compartió convalecencia en Estados Unidos y de ciudadanos afganos mutilados por la guerra.
Ser «monópodo» no le ha frenado. «Me ha costado mucho llegar, cómo me voy a retirar ahora», responde a quienes le preguntan por qué sigue en esto. Morenatti huye de la imagen evidente y siempre se las arregla para ofrecer otra mirada. En el volcán de la Palma, por ejemplo, se obligaba a no enfocar hacia el cráter: su interés estaba en otro lado, en la lava que engullía las viviendas y cubría las tumbas de los cementerios. Son instantáneas tremendamente duras, pero alejadas del morbo fácil. En la pandemia renunció a ir a las puertas de los hospitales o a esperar en casa un permiso para entrar que nunca llegaría. En su lugar, se lanzó a las calles para retratar a quienes se habían quedado tirados en ella y contactó con una enfermera que cuidaba a ancianos para acompañarla durante los días duros del confinamiento. Imágenes como la de Agustina y Pascual, ambos octogenarios, besándose a través de una pantalla de plástico en una residencia de ancianos de Barcelona le valió el Pulitzer.
Su última 'misión' internacional ha sido Ucrania. Cuenta que allí el reto era «captar el instante en medio del caos»: «Uno tiene que encapsular momentos que ocurran». Y cada imagen cuenta una historia: un grupo de señoras que deciden quedarse porque son demasiado mayores para huir, bebés que nacen sobre moquetas, niños de oncología en la planta sótano del hospital, una mujer que riega un brote verde entre las ruinas de su casa, un bombero que descansa en el columpio de un parque infantil… De fondo, suenan las bombas, se escuchan gritos, hay llantos… «Cuando le quitamos el sonido a la fotografía eliminas una gran parte», reflexionó tras mostrar una secuencia sobrecogedora de la guerra de Ucrania.
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