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Hablar con ella es como charlar con cualquier vecina del barrio a la que conoces de toda la vida. Cercana, dicharachera, amable. Es probable que algunos de los que están en esta confitería donde nos tomamos un café y un refresco la hayan visto hace ... nada en la tele, en la serie 'El Marqués' sobre el crimen de los Galindos; pero Laura Baena Torres (Málaga, 1966) es aquí una más, una de ellos. Actriz de roles secundarios imprescindibles ('Vis a vis', 'Malaka', 'El Marqués'), madre de tres hijas y una mujer comprometida, la intérprete malagueña es pura naturalidad. Y siempre con una sonrisa.
–Estamos en una confitería. ¿Es usted muy golosa?
–Soy muy golosa, por eso intento evitarlo, porque como empiece no paro. Y a mis hijas les encanta la repostería.
–Tiene tres hijas, fue madre joven. ¿Eso le ha condicionado la carrera?
–Sí. He tenido que aparcar mi carrera tres veces, porque están muy distanciadas. Con la última ya me entraron ganas de tirar la toalla. Si me iba de gira, de aquí para allá, me perdía la crianza. Ha sido muy difícil tener la cabeza en mi sitio y no dejar mi carrera de lado. Cuando empecé a trabajar, no estaba bien visto que te presentaras con una cría a un 'casting', veían una carga y problemas. «¿Esta a qué se dedica, a ser actriz o a jugar a las casitas?». Yo reivindicaba mi derecho de ser madre y poder trabajar.
–Es curioso, ¿sabe que en Málaga hay otra Laura Baena que precisamente lucha por la conciliación?
–Sí, la Malasmadres. Hemos coincidido una vez y es maravillosa. ¡Ahí tenemos a mujeres nuevas peleando! Muchas veces ha habido confusión, han ido a ver a alguna y no era la que esperaban (ríe). Por eso yo siempre digo Laura Baena Torres.
–Decía antes que se tenía que controlar. ¿Sufre la tiranía del físico?
–Intento no seguir la tiranía del físico, pero la sufro y la he sufrido. ¡Han desaprovechado este cuerpo que yo tenía brasileño! (ríe) Pero estoy muy contenta de que también hayan cambiado las cosas en eso y que 'Vis a Vis' haya mostrado la diversidad de mujeres, gordas, feas, viejas, gitanas, transexuales… Poquito a poco se van dando pasos. Hay que mostrar a la mujer real, y esa mujer cumple años.
–¿Cuántas veces le han preguntado si es gitana?
–Muchas veces. En el Rincón de la Victoria me hicieron un reconocimiento el Día Mundial del Pueblo Gitano por darle visibilidad con mis personajes y escribí 'Mi gitana', un relato hablando de mis mujeres gitanas, del prestigio que me han dado en mi carrera y el carácter. Siempre en los rodajes los mismos compañeros me preguntan si soy gitana. Incluso cuando trabajaba en la cárcel llevando los talleres de los módulos de menores, mujeres y mayores me lo decían: «Tú eres gitana, no reniegues» (ríe) Yo me he criado en Carranque y de niña me encantaba irme a Los Palomares con una niña gitana de mi clase. Esa naturalidad, esa espontaneidad, siempre me han atraído muchísimo.
–Ha sido entonces niña de barrio.
–Una niña de barrio, de salir a la calle cantando por las Grecas y celebrar San Juan con las verbenas. Nos robábamos las leñas de un barrio a otro y quemábamos los 'júas' que hacíamos con nuestras madres, con sábanas viejas que pintábamos con rotuladores.
–¿Sigue siendo de barrio?
–Sí, me gusta. Mi pescadero, mi carnicero y para las verduras voy a comprar un sitio que tiene huertas en Coín y siempre pregunto de dónde vienen los productos, por eso de la huella de carbono.
–Imagino que en su barrio ya todos la conocen.
–Sí. Y en mi barrio de ahora, Puerta Blanca, también. Un vecino me escribió y me dijo «yo te sigo y te veo comprando en las verduras y en la carnicería, en Puerta Blanca tendrían que hacerte un trono y sacarte en procesión» (ríe). Me tratan con mucho cariño y respeto. Y muy orgullosos de que yo esté en el barrio con ellos.
–Hace unas semanas se estrenó 'El Marqués'. ¿Se ha visto en la tele?
–Sí, me he visto. ¡Muy gorda! (ríe) Siempre le digo a todo el mundo, ¡hay que ver el trabajito que tienen los de caracterización conmigo! Los directores siempre dicen dejadla ya, dejadla que ya está muy 'estropeá' (ríe). Pero ha sido un gustazo y no estoy mal, ¿no? Yo lo he trabajado como todos mis personajes, como si fuese el más importante de toda la serie.
–¿Le da pudor verse?
–Me da mucho coraje y me corrijo. Y esto podía haberlo hecho así, por qué corro tanto, qué nerviosa estoy... Cuando rodamos y el plano ya está hecho, me da mucho corte verme. Tendría que hacerlo, porque ahí es donde puedo corregir. Pero no me gusta interrumpir, me da un poquito de...
–¡Con la de años que lleva!
–Pero cada trabajo es como el primero, es como empezar de nuevo. Me llevo muchos regalos de cada trabajo. Estoy muy contenta de no haber tirado la toalla.
–'Rosita' de 'El Marqués' es un personaje amable y tierno. Pero lo cierto es que los papeles de tía chunga le van muy bien.
–Total, me encantan. Pero la Antonia ('Vis a vis') no era tan chunga, lo que pasa es que defendía ese terrenito que tenía ahí entre mujeres. Venía de un mundo de hombres y ella se sentía reina en la cárcel, se sentía libre. No era tan chunga. La Tota ('Malaka') lo era más (ríe).
–¿Echa de menos una protagonista?
–No te creas, yo estoy muy cómoda con papeles secundarios. Menos responsabilidad (ríe).
–¿Hay algún papel que nunca haría?
–No, creo que no.
–¿Y se desnudaría en la pantalla?
–Yo me desnudo, no tengo problemas, es una forma de reivindicar todos los cuerpos. Yo he parido tres veces, tengo mis estrías, me cuesta mucho perder y en veranito en Málaga es un crimen no tomarte una tapita y una cervecita. Y un heladito.
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