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Lalone posa ante su última creación en Granja Suárez SUR
Lalone: «Lagunillas es especial, el típico barrio que si viajaras a Berlín irías a visitar sí o sí»
Verano 2020: La Granizada

Lalone: «Lagunillas es especial, el típico barrio que si viajaras a Berlín irías a visitar sí o sí»

Grafitero de profesión, a sus treintaitantos ha dejado su impronta en muchas calles de la capital malagueña

Domingo, 16 de agosto 2020, 00:42

Eduardo Luque, aka Lalone, es uno de los mayores exponentes de la cultura urbana malagueña. Ilustrador y grafitero (de profesión), a sus treintaitantos ha dejado su impronta en muchas calles y en negocios de la capital. Si pasean por Lagunillas, su firma está en el famoso mural de homenaje a Pablo Ráez. Este verano, pese a olas pandémicas y de calor, comienza a tomar el pulso al trabajo.

- Me choca de toda esta situación que usted, que ha ido por la vida sin taparse la cara nunca, o casi nunca, ahora se vea obligado a usar mascarilla por otros motivos.

- Así son las cosas. Pero bueno, en algún momento para pintar te tienes que acabar poniendo mascarilla porque los sprays son tóxicos. Los grafiteros estábamos preparados para una pandemia en cierto modo. Además, yo soy de mucho sudar, me empiezan a picar los ojos... ¡Y ahora sí que no me puedo tocar! Pero ya te acostrumbras a no llevarte las manos a la cara porque siempre las tienes sucias de pintura. ¡Otra cosa que tenía ganada! Digamos que me he sacado un máster en pandemias en todos estos años.

- Otro incordio son los viajes, con lo que a un artista del muro le gusta viajar...

- Un poquito parado está esto. Me salían cositas puntuales y tenía ya algunos viajes chulos, con murales grandotes en algunos sitios, pero con esta movida se ha caído todo. Tenía en el cajón un mural grande, grande en Valencia, en un festival que me hacía mucha ilusión. Incluso tenía otro viaje importante cerrado que hasta se me ha olvidado ya dónde era, con todo lo que hemos pasado. ¡Imagina como iba mi coco!

- Ha soltado las pinturas para atender la llamada, ¿con qué le pillamos ahora mismo?

- Pues pintando una guardería en el barrio de La Luz. Heladitos y sus cuatro cosillas que al final quedan vistosas. Un trabajo que no requiere mucha elaboración, pero que reconforta también. Se me vino un poco abajo todo lo pendiente con el confinamiento, porque aquél que iba a invertir en mejorar su local echó el freno, como es normal. Con el desconfinamiento pues tengo esto, luego engancho con un restaurante y en la última semana de agosto tengo cerrado pintar un mural en Albacete. Ahora sí, las aguas vuelven a su cauce.

- Siempre me surje la duda con los grafiteros: ¿cómo de cargada va su ficha policial?

- (Risas) Muy poco, muy poco... Me pillaron alguna vez de chiquitillo, haciendo el trasto con 14 o 15 años, pero no había la masificación de firmas de ahora y la policía acababa viéndolo como una chiquillada. Yo era un mico y los agentes pensaban que era más un niñato que otra cosa. No lo hacías por maldad, simplemente tenía menos cabeza y pintaba donde no debía. Luego, con la experiencia, empiezas a buscar sitios abandonados, o destrozados. Fíjate que me ha llegado a pillar la policía y decirme que «qué bonito» lo que hacía. ¡Y no sólo una vez! Te pillan con decenas de botes de spray, 20 kilos de pintura y cero actitud de salir corriendo en un sitio que a lo mejor es el final de un túnel que da a un río. Lo entienden.

- Usted que no puede parar de pintar, ¿en el confinamiento se ha vuelto muy loco en casa? ¿No le habrá dado duro a las paredes?

- No no, las paredes no. De spray he cogido solo un bote, una vez para pintar un cuadro. Después sí que he estado dibujando y diseñando delante del ordenador horas, lo que tú consideras una jornada de trabajo. Y luego con mi familia, creamos un grupo en WhatsApp donde cada día proponíamos un tema y todos dibujábamos sobre él. Era nuestro 'challenge'.

- ¿Y desde que ha empezado todo esto se ha obsesionado con pintar mascarillas y coronavirus? Alguna se colará...

- Hice unas cuantas ilustraciones del virus al principio, le di forma de personaje en mi Instagram, pero un par de dibujitos o tres. Me afectó mucho todo este tema al principio, supongo que como a todos, y después he intentado suavizar para no perder el coco. Respeto mucho al virus, pero intento no obsesionarme porque para mí pintar es un ejercicio libre y me sirve para desconectar.

Un «regalo» para sus vecinos

- Y en su Instagram este verano hay una 'it girls', un mural pintado en su barrio, Granja Suárez, que se está haciendo viral. Y para usted es más que especial...

- Pues sí, porque frente a mi casa hay un caseta de Emasa que llevo viendo desde hace más de tres años. Estaba asquerosa, llena de pintadas y a mí me motivaba mucho pintarla. Está junto a un parque de niños y en un sitio donde la gente saca a sus perros, muy visible. Lo cierto es que he mandado emails con el proyecto a Emasa hasta en tres ocasiones y nunca me han constestado, nunca. Como ahora tampoco me estoy moviendo mucho, por la pandemia, y estaba incluso puedo decir que aburrido, me propuse pintarla como favor al barrio. Y como regalo, porque además me mudo en breve. A mi no me gusta ir de ilegal, pero tampoco me gustaría que la borraran. Y ahora resulta que todos los vecinos están encantados, porque se adapta muy bien al entorno, transmite sensaciones. ¡Ojalá no la borren!

- Cuando pasea, en qué muro le gusta detenerse en plan «qué bien que me quedó esto».

- Ahora mismo el de enfrente de casa, porque es donde saco a mi perrillo. Me gusta ver a los vecinos, escuchar lo que dicen de él. Siempre te fijas más en el último que hiciste. Pero incluso si son encargos, te gusta recordar esa relación especial que entablaste con quién te lo pidió, enriquece. Pero me encanta pasear por el barrio de Lagunillas, no solo por los murales que yo tengo allí, sino porque es muy auténtico, underground, como hecho a pellizcos. La gente es muy particular. Cuando alguien me pregunta por un sitio para visitar, le recomiendo el barrio, se respira un aire especial y tengo la sensación de estar en alguna zona de Berlín o así, ¿sabes? El típico sitio al que tendrías que ir sí o sí si estuvieras de viaje.

- Es una figura en Instagram pero, ¿se instalaría antes TikTok o radar Covid?

- (Risas). Creo que ninguno de los dos, pero menos Tiktok. Te digo que soy muy fatigas con el tema vídeos, me da mucho corte aparecer. Soy más de foto estática, que disfruten mi obra, y fuera.

- Ya que esto va de verano y granizadas, ¿dónde se tomaría algo fresquito y qué?

- Este verano, por desgracia, me estoy tomando cosas fresquitas en mi puñetera casa. Modo recluso, no me apetece mucho salir. Pero siempre me ha gustado pararme ahí en los Baños del Carmen o el paseo marítimo de 'Pedrega'. Si me pilla entonado, me puedo tomar hasta un roncola, pero a lo que realmente me he enganchado este verano es a mi Baileys con mi cafelito y hielo. Y ojo, a esa botella del Mercadona que es más barata pero sabe igual. Todos los días cae uno cuando llego a casa de pintar y me quedo...

- Sobre todo teniendo en cuenta que trabaja mucho por encargo, ¿qué hace como artista si no te convence una pintura? ¿Escribe la firma más pequeña? ¿La borra?

- Hombre, pasa pocas veces. Siempre le puedes dar una vuelta para que te acabe gustando. Alguna vez por exigencias del guión, que se puede contar con los dedos de la mano, me he dicho; «vaya tela lo que estás pintando Lalo». Pero pasaba más antes, ahora puedo elegir. Y he llegado a no firmar, aunque hoy día basta con no ponerla en Instagram. Dejo sin subir a veces cosas a la red, no porque no me gusten, sino porque no aportan nada nuevo o no son especialmente 'instagrameables'. Aunque intento que las cosas en las que trabajo empiecen por convencerme a mí. Si un cliente no va bien encaminado, me pelearé con él una y cien veces. Suele pasar que tienen una idea en la cabeza, pero no es igual en un papel que en una pared en gran formato. He llegado a rechazar trabajos muy buenos, dinero en mano, porque no quiero pintar frustrado.

- Puestos a disfrutar con su trabajo, ¿qué música suena cuando trabaja?

- Abunda mucho el hip-hop, o rock español clásico como La Polla Records o Reincidentes. Pero no creas, eso de la banda sonora del grafiti es un tópico, porque a veces me pongo música 'triposa' ambiental de pajaritos y cataratas. No te creas, soy muy ecléctico. Menos reggeton, lo que quieras.

- A ver si le vamos a acabar pillando mientras tararea una canción 'mainstream'...

- Bueno, canciones que entran en bucle en la radio y luego no te las puedes sacar de la cabeza, pues pasa. Me pasaba en Feria -cuando la había- que escuchabas 50 veces la misma canción de caseta en caseta. Sí, creo que se me metió alguna de Enrique Iglesias hace unos años y aquello era una tortura.

- ¿Qué hay que estudiar para conseguir la maestría que tiene? ¿O es simplemente mucha calle?

- Los dos caminos son válidos, pero también digo que te vas a tener que hinchar a trabajar. Yo no he salido de Bellas Artes ni he hecho nada específico de pintura, pero me lo he currado muchísimo. Estudio a los artistas que me gustan. Soy de quedarme pillado mirando al cielo para ver la gama cromática o de analizar cómo incide la luz sobre un objeto. Ya hasta pienso en gama de sprays. Hablo de que algo es «marrón safari» con un poco de «verde thai». Mi novia se ríe de mí cada vez que me quedo absorto mirando algo, pero es deformación profesional.

- Con Lalone podemos dejar un mesaje de esperanza a esos chavales que empiezan a darle al spray: ¿es posible vivir del grafiti?

- Es posible, es posible. Hay gente que no quiere vivir de esto, porque entiende que del grafiti no se debe vivir. Conciben que este arte es calle y bombardeo, pero va en cada uno. Creo que de una vocación se debe, como mínimo, intentar vivir. Siempre tienes que luchar por tus sueños, a no ser que midas un metro y medio y quieras jugar en la NBA. Pero hay que pelear.

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