Recuerdo como si lo tuviera delante a Manolo Becerra justo después de recibir un dato. Una cifra. Un porcentaje. Una chorrada en apariencia. Entonces sonreía, entornaba la mirada, se encendía un cigarrillo y le daba una calada honda antes de mantenerlo prendido entre los labios mientras empezaba a aporrear el teclado con el dedo índice de cada mano. Sin parar, sin mirar. Y así, en un instante, se calzaba una página de periódico. A pulmón de oficio y memoria. Porque de Manolo aprendí, entre otras muchas lecciones, que un periodista es quizá, sobre todo, memoria. Y sin necesidad de hacer memoria he pensado mucho en Manolo estos días al saber los planes de los principales museos de la ciudad para un regreso conjunto y coordinado después de más de dos meses de clausura forzosa por el virus. Porque Manolo también decía que para que un proyecto salga adelante, lo mejor es llevarlo con discreción. Y a mí me han venido a la cabeza todos esos actos que en el pasado se organizaron para anunciar mesas, comités y organismos varios para la coordinación entre museos de la ciudad, ocurrencias que dieron para alguna foto, una declaración tristona y poco más. Ahora, justo lo contrario, ninguna foto y algunas ideas claras. Creo que a Manolo le hubiera gustado la pinta que tiene.

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Porque la apertura consensuada de los principales museos de la ciudad puede suponer una noticia de mucho mayor calado que el simple hecho de ponerse de acuerdo en un día y una hora. En esencia, puede representar un punto de inflexión ilusionante en el esperado camino hacia algo parecido a una acción coordinada entre las grandes instituciones artísticas y culturales de la ciudad, en no pocas ocasiones empleadas como arietes movidos por intereses poco edificantes –desde la política más cutre hasta la inquina personal– para hacer cada uno la guerra por su cuenta y la puñeta al de al lado.

Los centros expositivos gestionados por el Ayuntamiento abrirán de nuevo sus puertas a partir del día 26. A ellos se unen el Thyssen y el CAC, bajo el paraguas municipal pero de gestión independiente. Y las conversaciones llevadas con discreción durante las últimas semanas pueden traer el colofón del Museo Picasso unido a esta iniciativa de potente carga simbólica.

Y así, el acercamiento entre los grandes museos de la ciudad se une a los movimientos en la base de la industria cultural local para diagnosticar sus males y buscar una acción conjunta frente a la amenaza de ruina que trae el virus. En uno y otro ámbito, las acciones se han llevado con determinación y mesura, movidas por la prudencia, la generosidad y la altura de miras que tanto faltó en el pasado. Ojalá unos y otros, en los despachos y en la trinchera cotidiana de la cultura local, tengan buena memoria para recordar esa necesidad de estar no sólo juntos, sino también unidos. Nunca nos había hecho tanta falta.

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