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Sevilla vivió un Sábado Santo Magno en el epílogo de su Semana Santa y se esperaba con expectación que la corrida de toros del Domingo de Resurrección, con la que se abría la temporada taurina en la Real Maestranza de Caballería, estuviera al mismo nivel ... de grandeza. Pero no fue así. El mal juego de los toros de Núñez del Cuvillo echó por tierras todas las ilusiones y esperanzas de triunfo. El único oasis de bravura fue el quinto, 'Gavilán' de nombre, aprovechado por El Juli, que cortó dos orejas, la segunda de ellas excesiva y fruto de la generosidad del bonancible público sevillano que llenó los tendidos y de un palco excesivamente dadivoso.
Hubo que esperar hasta el quinto de la tarde (se cumplió el dicho de que no hay quinto malo) para poder ver algo destacado en el albero. Fue 'Gavilán' un toro de bonitas hechuras y con casta desde el mismo momento que salió de chiqueros. Se percató pronto El Juli, quien le enjaretó un buen ramillete de verónicas de manos bajas que hicieron sonar con fuerza las palmas. El diestro madrileño cuidó al toro en el caballo y hubo quite de El Juli a la verónica y de Roca Rey por chicuelinas ligadas con gaoneras.
Lugar: Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
Ganadería: Se lidiaron seis toros de Núñez del Cuvillo de desigual presentación y juego. Los cuatro primeros nobles, descastados y flojos fueron pitados en el arrastre; el quinto, bravo, fue ovacionado en el arrastre; el sexto, incierto y con peligro.
Toreros: Morante de la Puebla (grana y oro): silencio y silencio con algunos leves pitos; El Juli (pizarra y oro con los cabos blancos): silencio y dos orejas; y Roca Rey (blanco y plata): silencio y palmas.
Incidencias: Corrida del Domingo de Resurrección. Apertura de la temporada en la plaza sevillana. Lleno de 'No hay billetes' en tarde de calor y bochorno. Antes del paseíllo sonó el Himno Nacional y a la conclusión del paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo del torero sevillano recientemente fallecido Chicuelo. Saludó Viruta tras banderillear al tercero de la tarde. Presidió Gabriel Fernández Rey.
Tras brindar al público, El Juli comenzó con unos mandones muletazos por bajo sometiendo la embestida del toro para sacarlo a los medios. Allí le planteó faena por ambos pitones a base de mando y firmeza, brotando las tandas ligadas y de muletazos largos, especialmente destacados fueron los que dio al natural. Todo ello sazonado con la portentosa técnica que atesora. Eso sí, pecó en exceso de torear hacia afuera. Mató de una estocada casi entera ligeramente trasera que hizo doblar al burel. Los tendidos se llenaron de pañuelos. El presidente, en lugar de aguantar, dio con diligencia la primera oreja, lo que hizo arreciar la petición de la segunda, que terminó concediendo. No se le quita ni un ápice de valor a la maestría demostrada por El Juli ante un exigente toro, pero dio la impresión de que el premio fue excesivo.
Hasta ese momento, la corrida tuvo poca historia, que puede resumirse en que los primeros cuatro toros fueron animales descastados y sin fuerza ante el que nada pudieron hacer los diestros, mientras el público se desesperaba.
El primero de Morante, 'Farfolillo', fue un animal noble pero sin fuerzas. El diestro sevillano dejó unas gotas de su torería en las templadas verónicas del recibimiento y lo intentó en una faena más de enfermería que de belleza artística. Dejó un pinchazo antes de cobrar una media estocada. El cuarto se rompió la mano izquierda de salida y hubo de ser apuntillado. El sobrero fue un toro de feas hechuras, impropio de una plaza como la de Sevilla, y que manseó en todo momento. Morante abrevió. Su faena no duró ni un minuto tras pasarlo por alto con la muleta y dejar una estocada baja. Aún le quedan cinco tardes, diez opciones, en el abono de la temporada hispalense.
El primero de El Juli, muy protestado por el públicos por su falta de fuerzas, no posibilitó el triunfo. Como tampoco lo hizo el tercero de la tarde ante el que Roca Rey se estiró a la verónica y poco más. Mató de una buena estocada. El sexto, 'Aguafría', fue un toro incierto y con peligro. El peruano lo intentó por ambos pitones, donde lo más destacado fue un cambio de manos al ralentí. Mató de estocada.
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