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Con las series, como con las personas, a veces una primera impresión resulta engañosa. Dependiendo de mis biorritmos, un título que empiezo a ver un día que no tengo el día, pues lo mismo me resbala o me deja indiferente. Por muchos premios que tenga, ... o por muchas buenas críticas que haya recibido la ficción en cuestión. La lista de damnificadas de mis primeras citas fallidas es larga. Tengo ya poca paciencia para echar una hora, ni siquiera tres cuartos, viendo un tostón, ay. Me faltará concentración, finura o qué sé yo. Eso sí: de pronto llega una tanda de galardones nueva, o una voz amiga que recomienda, o un azaroso algoritmo que se desmaya por la pantalla y ¡voilà! De pronto me descubro alucinado, reconvenido, pensando cómo habré podido sobrevivir yo sin tamaña maravilla. Veleidades propias de tanta opulenta oferta, me repito entonces para no desdecirme demasiado. El caso más cantoso de esta moderna culpa menor, ah, lo sufrí con 'Breaking Bad', que de aborrecer los tres primeros capítulos pasé, meses después, a un sinvivir de enganche con sus tramas. Mea culpa. Entre las más recientes, confieso que tampoco pude pasar de la segunda temporada de 'Succession' (agraciada en los Globos de Oro; firme candidata esta noche a revalidar triunfos en los Emmy). Por ahora no les arriendo la ganancia a quienes disfrutaron del todo con su catálogo de maldades y personajes brevas, aunque quizá, lo digo en plan autoayuda, debería darle una oportunidad para entrenarme a conciencia la mala baba. Otra que se me hizo bola fue 'The Bear'. Y eso que ahora todo el mundo la aclama, en parte por el feo-guapo de Jeremy Allen White, en pleno romance tra-trá y en abdominal disputa por el trono de rarunos aplaudidos como el Barry Keoghan de la película morbo de las navidades pasadas, 'Saltburn'. Tendré que hacer un poder y revisitarlas de nuevo. Así he hecho este finde: con espíritu conciliador he vuelto a ver 'Bronca' (también premiada y favorita para los Emmy). Y mira, pues me ha parecido más amable, más humana, menos rara. Quizás el raro sea yo.
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