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Como diría Sophia Petrillo en 'Las chicas de oro', atentos: Rincón de la Victoria, 1982. Era una mañana larga de estío, de cangrejeras y poco quehacer, propia de las de 'Verano azul'. Quien escribe, teleadicto desde chiquitito, había leído en el 'Teleprograma', revista de cabecera, ... que pronto volvería a TVE el 'Un, dos, tres…', ahora a cargo de una mujer, cosa inaudita, llamada Mayra Gómez Kemp. Aunque uno ya tenía cabeza, ah, aún no tenía memoria para recordar los inicios del concurso, aunque me sonaban la Ruperta y Don Cicuta, claro. Ese día, al llegar a la piscina, de pronto se hizo un corrillo. Decían que por allí andaba nada menos que Kiko Ledgard. Por supuesto no hubo 'selfies', ni siquiera Polaroid, pero todavía tengo por mi casa una foto en blanco y negro dedicada de las que Ledgard repartió entre aquella comunidad de mayores y menores embobados. Con avanzada edad, convaleciente de una caída y confirmado su despido como conductor del programa, conocer a Kiko, alguien de la tele hecho carne, fue un hito singular y pelín triste en el devenir de este espectador, que al poco quedó encandilado, faltaría, por el encanto de Mayra y toda la 'troupe' renovada de Chicho Ibáñez Serrador. Gracias a la televisión, ese invento productor y destructor de fama, esa trituradora fenomenal de egos, Mayra consiguió ser sustituta sin nunca parecerlo. Será siempre, de entre todas, de entre muchas, la presentadora perfecta. Símbolo de la felicidad, de la calidez del hogar, de aquellos viernes o lunes con pijama, tortilla francesa y pijama de felpa. Con su ironía controlada, con el ingenio justo sin pasarse, con una energía tan contagiosa como sus explosivas carcajadas. Vestida como madrina de boda u oficinista discreta para contrastar con las azafatas, ay, pero con la capacidad artística y profesional incólume para conducir con tino el mayor transatlántico jamás flotado de la televisión española. Lean sus memorias: allí cuenta con detalle, tirándose a la piscina como alguien de nuestra familia, lo bueno y lo malo de una inolvidable carrera.
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