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Resultados de la prospección geomagnética que revelan la densidad del tejido urbano del Cerro del Villar.
Así era la joya fenicia del Mediterráneo occidental: el Cerro del Villar da la cara por primera vez

Así era la joya fenicia del Mediterráneo occidental: el Cerro del Villar da la cara por primera vez

Las últimas prospecciones dibujan el mapa de la primera Málaga, una ciudad bulliciosa con un «denso y complejo» entramado urbano, grandes zonas residenciales y una vía comercial principal

Jueves, 21 de julio 2022

Era una ciudad bulliciosa con un «denso y complejo» entramado de calles que se articulaban en manzanas, con grandes zonas residenciales construidas a partir de patios y una arteria principal de hasta cinco metros de ancho que concentraba la vida comercial de la urbe. La producción de conservas de pescado, las uvas y el vino eran el centro de su actividad económica en el siglo VIII a. C. Todo eso sigue ahí, bajo tierra, en la desembocadura del río Guadalhorce y ahora por primera vez puede verse. Las prospecciones geomagnéticas descubren la verdadera dimensión del Cerro del Villar, el asentamiento fenicio que marca el origen de nuestra civilización. Un yacimiento que se revela como la joya fenicia del Mediterráneo occidental por su buen estado de conservación y su potencial para la investigación.

La fase inicial de los trabajos dirigidos por el investigador José Suárez, con la colaboración de la UMA y el Área de Cultura del Ayuntamiento, han permitido trazar un plano inédito de aquella primera Málaga. Se intuía que el Cerro del Villar era un núcleo fenicio más importante de lo que en principio se creía, pero los resultados son «sorprendentes». Exploraciones geomagnéticas muestran que en esa zona que en su día fue una isla -entre el final del río Guadalhorce, la pista 2 del aeropuerto y la M-20- había una «auténtica ciudad» organizada y estructurada. Ocupaba unas nueve hectáreas, de las que hoy día son accesibles cuatro y media.

Las excavaciones arqueológicas volverán en septiembre tras 20 años de parón

Ese mapa servirá de guía para el siguiente paso, el decisivo, previsto para septiembre: el regreso de las excavaciones arqueológicas 20 años después de la última vez que se removió tierra en el lugar bajo el mando de la arqueóloga María Eugenia Aubet. En esos años 80 apenas se pudo estudiar el 10% de la superficie potencialmente investigable.

Ahora saben con más precisión dónde tienen que buscar y «es previsible» hallar zonas con concentración de edificios públicos que darán pistas sobre el funcionamiento interno de la ciudad, un sector de talleres y «barrios con carácter multiétnico» que ayudarán a entender cómo se integraron las distintas poblaciones locales. De momento, se aprecian manzanas de forma octogonal en las que se han identificado grandes residencias articuladas a partir de «patios con estructuras de combustión y estancias en torno a ellos». Se distingue además un muro, una cerca hasta ahora desconocida, «que delimitaría el asentamiento y le daría entidad». Y hay más: en la zona sur se detectan restos de lo que parece ser una pequeña factoría de producción de salazones romana.

La concejala de Cultura, Noelia Losada; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el rector de la UMA, José Ángel Narváez, y el investigador José Suárez. Marcos ÁLvarez

El georradar constata, además, el buen estado de conservación de las edificaciones de la antigua isla: en algunas partes hay más de un metro y medio de secuencia arqueológica. «Tiene un gran potencial de interés científico y de carácter patrimonial para una futura puesta en valor del asentamiento», afirma Suárez, responsable de un trabajo de investigación a cuatro años que sale adelante por el empeño de la universidad y de la concejala de Cultura del Ayuntamiento, Noelia Losada. A él se han sumado diferentes equipos de universidades extranjeras. Son conscientes de que en el Cerro del Villar están enterradas muchas de las claves de la expansión fenicia en el Mediterráneo occidental y de la naturaleza de las primeras ciudades de este lado del mundo.

Representa, además, una «excepción» en el panorama arqueológico. El asentamiento primigenio conocido como Rebanilla está bajo la segunda pista del aeropuerto de Málaga y sobre Malaka se levanta la ciudad de hoy, bajo las capas de todas las civilizaciones que han pasado por ella. Pero el Cerro del Villar -descubierto en los años 60- está intacto, tal y como quedó tras sufrir distintos episodios de inundación de naturaleza marina y fluvial, un aspecto también en investigación. «Es uno de los sitios fenicios arcaicos mejor conservados del extremo occidente del Mediterráneo», sentencia el profesor del Departamento de Ciencias Históricas, acompañado en la presentación por el alcalde Francisco de la Torre y el rector de la UMA, José Ángel Narváez.

«Es uno de los sitios fenicios arcaicos mejor conservados del extremo occidente del Mediterráneo»

La nueva campaña, por primera vez liderada por la UMA, empezó a mediados del año pasado con el estudio de los materiales arqueológicos ya existentes, como sedimentos que permiten determinar la dinámica de los cambios medioambientales que se produjeron en la isla y cerámicas fabricadas en el Cerro del Villar que perfilan su actividad económica. A través de estudios de composición mineralógica, químicos y difracción de rayos X, se confirma que la ciudad vivía del envasado y la comercialización de productos agrícolas (uvas y vino) y conservas de pescado capturado en la propia bahía. Productos que contaban con una amplia red de distribución en la Península, llegando a su entorno más próximo (la Serranía de Ronda), pero también a la costa alicantina o incluso a Lisboa.

El trabajo de laboratorio se ha combinado con el de campo, con el desbroce del terreno que hace posible visibilizar la zona del yacimiento oculto durante años y la generación de un modelo digital que sirva de referencia para incorporar los hallazgos. Todo está ya listo para excavar. Todo a punto para poner fin a dos décadas de desidia y abandono, 20 años con la historia de Málaga esperando ser rescatada del suelo y del olvido.

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