Atom Egoyan, cineasta canadiense
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Atom Egoyan, cineasta canadiense
«Los jóvenes se enganchan a TikTok, pero también al cine de Tarkovski. Hay esperanza»La manera en que se ensartan las sardinas y se colocan sobre las brasas, el sabor de los espetos y de las coquinas y el atardecer tras un paseo por el parque de la Paloma, con los últimos rayos de sol colándose a través de ... una cruz que se instaló en la zona, hace unos años, para conmemorar el genocidio cometido contra el pueblo armenio. El cineasta Atom Egoyan (El Cairo, 1960) de nacionalidad canadiense y origen armenio, ha estado tres días en Benalmádena y los ha disfrutado. Su primera incursión en la Costa del Sol ha sido para recibir el Premio Internacional de Cinematografía que le ha concedido el Festival Internacional de Cine de Benalmádena (FICCAB), que se celebra en la ciudad hasta el próximo 26 de octubre.
A punto de coger un avión con destino a Berlín, nos habla de este reconocimiento, de su visión sobre el cine, de sus comienzos, de su familia y de sus proyectos.
-¿Se marcha con buen sabor de boca?
-Me gustan mucho este tipo de festivales, los disfruto porque son relajados. Aquí no he venido a presentar una película, no hay tensión, tampoco hay promoción. Se trata simplemente de relajarse y disfrutar. Además ha sido mi primera vez en la provincia de Málaga. Hace años hice un viaje con mi mujer por Andalucía y tuve el privilegio de pasar una noche mágica en La Alhambra, donde un amigo estaba grabando un documental y nos invitó a disfrutar de ese entorno, sin gente y en plena noche. Fue una experiencia única. Pero en la costa no había estado y he disfrutado. El día que se inauguró el festival y me dieron el premio, una pareja armenia se acercó a mi y me habló de la cruz en el parque y decidí ir a conocerla. Mi identidad más importante es ser artista, pero también disfruto de ser armenio y canadiense.
-¿Se siente artista por encima de cualquier otra cosa?
-Lo que uno es, tu identidad, es algo que se va construyendo. Muchas de mis películas hablan de este tema. Soy de origen armenio, pero crecí separado de esa comunidad. Eso suponía que estaba dentro y fuera de ella a un mismo tiempo. Mi familia llegó desde Egipto a Canadá, a un pueblo pequeño, donde éramos los únicos armenios. Como niño, en aquel momento, yo lo único que quería era ser como todo el mundo, no llamar la atención, algo que va en contradicción con lo que supone ser un artista. De todas formas, si encuentro a armenios en un acto, como fue el caso, no puedo tener complejo de identidad. Ellos están orgullosos de que yo esté aquí y yo estoy encantado. Ahí la identidad es algo mucho más natural y espontáneo.
-¿Cómo fue ese momento en que decidió que ya no quería ser como los demás, que quería ser artista?
-Mis padres eran pintores y mi hermana es pianista. Tanto ella como yo heredamos la identidad artística. Mis padres se daban cuenta de mis ambiciones y me reforzaron, aunque también con mucho temor. Ellos sabían perfectamente lo difícil que es triunfar y lo persistente que hay que ser y les daba miedo porque sabían lo duro que resulta si finalmente no consigues tener éxito. Aún así me apoyaron y aunque ellos ya murieron, les dio tiempo a ver mi éxito, a acompañarme a algunos festivales y eso es algo que valoro mucho.
-Su trabajo ha sido reconocido en cuatro ocasiones en el Festival de Cannes y ha estado nominado dos veces a los Oscars. Son palabras mayores. ¿Considera esos momentos como los más importantes de su carrera?
-Cannes ha sido muy importante en mi carrera, pero antes que Cannes estuvo Valladolid. El programador de la Seminci fue siguiendo mi carrera, me apoyó mucho y eso para un cineasta joven es muy importante. Aquello me dio soporte porque además en Valladolid parte del premio consiste en apoyar la distribución de la película en España y eso hace que tu trabajo se pueda conocer más y mejor.
-Además de por la Seminci, sus películas han pasado por otros grandes festivales españoles, como San Sebastián. ¿Siente que España ha sabido reconocer su trabajo?
-Este es el país donde he tenido más exposición en festivales. España tiene una gran cultura del cine y eso es muy importante.
-Estos días estamos viendo a un grande del cine español, como es Pedro Almodóvar, recibir todo tipo de reconocimientos en festivales de renombre. ¿Conoce su trabajo?
-Claro. Pedro es brillante. Su nueva película no la he visto aún, pero él es uno de los mejores directores del mundo. He seguido siempre su carrera y además hemos coincidido en alguna ocasión. España es un país de grandes cineastas, además de Pedro. Ahí están Albert Serra, Marqués-Marcet, quien acaba de recibir un premio en el Festival de Toronto, donde yo estaba de jurado, por su nueva película 'Polvo Serán', o Víctor Erice. España tiene una gran tradición cinematográfica, con maestros mundiales como Buñuel o Saura y con una nueva generación de cineastas magníficos. En este país hay muchos festivales y eso crea un sistema que es capaz de dar apoyo a muchos directores, es algo muy sano. Es cierto que es difícil conseguir financiación, muchas películas están hechas con medios muy modestos. Es algo con lo que me siento identificado, mis primeras películas fueron así.
-¿Cómo observa el fenómeno de las plataformas? ¿Cree que son las nuevas salas de cine?
-España no está colonizada por Netflix, queda espacio para plataformas especializadas como Filmin, algo importante para la cultura cinéfila, ya que permite acceder a muchas películas que de otro modo sería difícil. Tengo esperanza de que el futuro pase por una simbiosis entre las plataformas y el cine.
-¿Es optimista con el futuro del cine, entonces?
-Tiene que haber esperanza. El cine es algo tan especial, que no se puede pensar que vaya a desaparecer. Creo que la gente joven es capaz de adaptarse a todos los formatos. Son capaces de engancharse a TikTok, pero también de ir a ver al cine una retrospectiva de Tarkovski. Las nuevas generaciones simplemente tienen que entender que el cine tiene su propio sentido del tiempo. Es el momento en el que dejamos todo atrás y nos estregamos a la imagen proyectada, sobre la que no tenemos control, todo lo contrario de lo que pasa con las redes sociales.
-Se marcha ahora a Berlín. ¿Por motivos laborales?
-Sí, allí se representará el próximo año una obra de teatro mía. Ahora mismo estoy con eso, escribiendo una nueva película y con la exhibición de mi última cinta 'Siete Velos', que a España llegará a través de Filmin.
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