Jesús Carmona atiende de camino a un ensayo con el Ballet Nacional, su antigua casa. Hace doce años que dejó la compañía en lo más ... alto, siendo primer bailarín, e invirtió todo el dinero del paro en su primer espectáculo en solitario. Ahora regresa como coreógrafo para un encargo especial. Es la misma persona, pero «con más capas», con la experiencia que da más de una década experimentando con el flamenco y con el aval del Premio Nacional de Danza y el Benois de la Danse, el Oscar de esta disciplina. Antes de ese estreno, el 'danzaor' presenta en Málaga 'The game' (Califasón Producciones), un espectáculo a tres con José Valencia al cante y Juan Requena a la guitarra donde juegan con el arte jondo a su antojo. Será el 20 de abril dentro del ciclo Flamenco lo serás tú del Teatro Cervantes.
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–¿Qué prepara con el Ballet Nacional? Es una vuelta a casa.
–Es casi una vuelta a casa. Se va a hacer un espectáculo especial en Madrid, que aún no puedo contar, en el que tres creadores hemos hecho tres piezas de solo para tres principales de la compañía. Yo se la estoy coreografiando a Miriam Mendoza, que es una bailarina maravillosa.
–Dejó el Ballet Nacional en 2010 siendo primer bailarín. Realmente se la jugó.
–Me la jugué. Pero yo soy así, soy un eterno soñador y ojalá que me muera así. Todo lo que sueño lo lucho. Tenía 25 años y un sueldo, pero tenía la necesidad de experimentar qué pasaría si yo hiciese mis propias creaciones. Y la única forma que encontré fue liándome la manta a la cabeza. Para crear mi primer espectáculo utilicé todo el paro del Ballet Nacional.
–Quien vuelve ahora no tiene nada que ver con quien se fue.
–Tiene que ver porque soy yo y sigue estando el niño. Cuido mucho mi parte infantil porque está muy conectada con la improvisación, y eso es muy importante para mi danza. Pero hay muchísimas capas más encima mía a nivel artístico y personal.
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–¿Le ha costado mucho encontrarse?
–Creo que todavía no lo he hecho. Estoy en ello. Esta es como la pescadilla que se muerde la cola. Yo me busco pero tengo la esperanza de no encontrarme, porque esto me hace descubrir más facetas de mí y no tener techo, no tener la sensación de que ha terminado.
–Esa experimentación constante, ¿le ha valido muchas críticas?
–Las críticas me las tomo de una forma muy positiva. Creo que el arte no debe gustar a todo el mundo. Si gusta a todo el mundo, no es arte. Cuando me critican me reafirman que lo que hago es correcto. Si tiene detractores será porque alguna parte de ellos toco. Quizás no toco una emoción bonita, pero sí una que les hace removerse hasta tener que criticarme.
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–¿Hasta qué punto ha pasado fatigas para ser el artista que es hoy?
–Mis padres son de Córdoba, nací en Badalona y me fui a Madrid solo con 16 años. Somos cinco hermanos, mi padre era repartidor de cervezas y mi madre ama de casa. Me pudieron pagar dos meses de un hostal y el teléfono móvil durante un año. Ya está. Desde los 16 años he estado buscándome las papas. He hecho lo que tuviera que hacer por llenarme la nevera, pero he tenido mucha suerte porque siempre ha sido relacionado con la danza. Pero he pasado muchas fatigas. De hecho, me presenté al Ballet Nacional porque no tenía dinero y me enteré de que había una audición, pero no porque fuese un sueño en aquel momento.
–A Málaga viene con 'The game'. ¿Qué hay de juego en su baile?
–Lo creamos Juan Requena, José Valencia y yo. Los tres decidimos juntarnos porque nos queremos a nivel personal y nos admiramos a nivel artístico, y quisimos crear este espectáculo para poder jugar. A veces los espectáculos de amplia producción te cortan la improvisación. Nos apetecía muchísimo hacer uno en el que fuésemos libres, donde los parámetros del bien y del mal estuviesen distorsionados. Es muy divertido, tiene ese toque de flamenco tradicional pero también mucha vanguardia.
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–Uno de sus objetivos es romper con los estereotipos del flamenco. ¿Lo ha conseguido o hay alguno que pesa demasiado?
–Como artista, este reto se ha ido imponiendo ante mí. No es una cosa que yo me levantara un día y dijera: 'Voy a romper con los estereotipos'. No. El ser más mayor, aprender a escucharte y a entenderte como persona y artista, hace que respetes todo lo que tú puedes hacer, todas tus capacidades. Yo antes me encerraba solo en unas capacidades físicas que me di cuenta que me ahogaban. Al ser sincero conmigo mismo y explorar mis posibilidades físicas y artísticas, al empaparme de otras danzas y culturas, surgió un movimiento en mí que era tan necesario como respirar. No podía seguir ocultando esa verdad en mí.
–¿El flamenco duele?
–Duele de muchas formas. Tengo 36 años y te aseguro que cuando me levanto todas las mañanas, durante media hora, se me está recolocando el cuerpo. Primero me duele la cadera, luego la rodilla, luego la lumbar. Físicamente duele, y luego emocionalmente también porque conecta con lugares de ti que son ancestrales, que no son ni siquiera vividos por ti.
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–Sé que es un hombre muy comprometido con el feminismo. ¿Sabe que en el ciclo al que viene a Málaga todos los cabezas de cartel son hombres?
–Sí, me he dado cuenta. Con mi espectáculo propio 'El salto', cuando empecé a entender lo machista que yo era sin darme cuenta y el micromachismo que está todavía en la sociedad, sí que pedimos a los festivales que haya una equidad entre mujeres y hombres creadores. Me parece importante que todos demos pasos para que los que no se quieren quitar las gafas se den cuenta de lo absurdo que es.
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–En muy poco tiempo le llegó el Nacional de Danza y el Benois. ¿Los premios cambian la vida?
–No, qué va, a mí no. A mí lo que me han dado los premios es autoestima y confianza en mi trabajo. Soy muy inseguro y a veces te cuestiones si lo estás haciendo bien. Pero también me han aportado mucha responsabilidad, porque te das cuenta de que hay muchos ojos que te están mirando.
–El Benois lo recogió el pasado verano en el Bolshói de Moscú. Puede que pase mucho tiempo hasta que pueda volver a Rusia.
–Sí, íbamos a ir este junio con 'Baile de bestias'. Iba a ser la primera vez de un espectáculo de flamenco en el Bolshói. Te lo estoy contando y se me está poniendo la piel de gallina. Y ahora mismo está cancelado, por supuesto. Me postulo absolutamente contra la guerra.
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