El diseñador que vistió a Juan Pablo II y a Lady Gaga invita a jugar en el Pompidou

El diseñador invita a jugar con el diseño y el arte en la exposición taller 'Los pueblos del mañana', una propuesta en la que se concentran todas las claves de quien hasta hace unos meses era también el director artístico de Benetton. «Cuando era adolescente tuve que convertirme en adulto, y ahora que soy adulto me he convertido en el arquitecto de mi propia infancia», declara el creador, de 73 años. En esa niñez reconquistada, el color lo desborda todo. Y tiene una explicación: «Vengo de una familia de tradición militar, estuve en un internado desde los 6 hasta los 17 años y allí no había nada de color. Solo lo podía ver en las vidrieras de las iglesias de Normandía donde llovía mucho. Hasta que vi el arco iris y me hice con él, lo secuestré».

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El color adopta aquí distintas formas y se transforma en símbolos universales: un corazón, una corona, una zapatilla, una nube, un ojo, unas alas… Siempre con un sentido, vinculados a una emoción y también a un sonido. Con ellos, quienes participen en el taller podrán diseñar su propia bandera, levantar un tótem, saltar en una Rayuela con música e incluso componer su propia melodía en un dispositivo donde los signos permiten crear una partitura. Un atmósfera musical obra del compositor e intérprete francés Julien Granel. En otro punto del espacio, el coreógrafo Karim Naar propone un baile con el símbolo como escudo para transmitir las emociones a través del gesto.

Emociones con música y movimiento que se fusionan en 'Ultrasonido', una especie de mesa de mezclas donde el visitante puede 'pinchar' el sonido de sus sensaciones (esperanza, amanecer, sueños, amor), darles ritmo y variar el timbre como un auténtico DJ en una pista de baile. Por el camino hay referencias a la Historia del Arte con las cariátides que separan las estancias, a la nube roja de Mondrian e incluso a Pablo Picasso, convertido aquí en una de esas columnas. «A Picasso le llevó toda una vida volver a pintar como un niño. Este taller es una respuesta a Pablo», dijo Jean-Charles de Castelbajac, que durante su estancia en Málaga ha podido visitar su Casa Natal.

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Cuando creó a ese Picasso con su emblemática camiseta de rayas no sabía que esta exposición acabaría en Málaga. «Esto feliz de que sea así». El diseñador la hizo para el Centre Pompidou de París, donde se convirtió en «la más visitada de todas». «Es peculiar porque fue una de las pocas en la que los padres no eran simples percheros portadores de abrigos, aquí todas las generaciones pueden participar», se felicitó.

Es una exposición que, en palabras de su comisaria Isabelle Frantz-Marty, busca «estimular la sensibilidad artística« en las nuevas generaciones desde la experimentación, con una aproximación «intuitiva, artística y creativa». La muestra, que cuenta con la colaboración de la Fundación la Caixa, estará abierta hasta febrero de 2024 con entrada libre para familias con niños a partir de los cuatro años. Persigue hacer volar la imaginación sin perder el contacto con los elementos, con los sentidos y la tradición. La forma en la que el propio Jean-Charles de Castelbajac se representa en la muestra, como una de esas cariátides del arte, da muchas pistas: con pájaros en la cabeza y un tronco plantado en la tierra.