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La llamada le pilla recién aparcado y de camino al Museo Thyssen Bornemisza de Madrid, donde acude al 'despacho'. Y es que prefiere la paz de los cuadros a la de su casa para «estudiar» su nuevo personaje en la adaptación teatral de un clásico,' ... Tío Vania', que estrenará a finales de febrero. Poco después, a comienzos de marzo, el Festival de Málaga le entregará su principal reconocimiento honorífico, el Premio Málaga SUR. Javier Cámara (Albelda de Iregua, 1967) volverá así al escenario en el que ya triunfó con 'Torremolinos 73' y 'Fuera de carta'. Agradecido por la distinción del festival que dignificó la comedia y el cine español, el actor que fue acomodador antes que estrella repasa su trayectoria y reconoce que le tienta la dirección, pero sin prisas.
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Francisco Griñán
–Enhorabuena.
–Todavía no me he hecho a la idea. Falta tanto que igual se echan atrás.
–Ha ganado dos veces la Biznaga de Plata y ahora el Premio Málaga SUR. ¿Cómo lo recibe?
–Málaga es el festival. El apoyo a la comedia comenzó aquí, está lleno de cine español y nos une a Hispanoamérica. Es referencia. Y bueno, pues ya tengo una edad, 56, y me toca. Así que muchas gracias y muy honrado. Lo valoro porque es el Festival, es una celebración del cine y me enorgullece, pero en el fondo tampoco me lo creo mucho, porque hay mucha gente que se lo merece.
–¿Ya hemos entrado en esa etapa de los homenajes?
–Nooo, espero no estar en una etapa de excedencia, sino de mejora, de calma, de experiencia, de asentamiento, de burbujeo, de diversión… espero que esto siga siendo igual de bonito porque evidentemente si te dan un premio así es porque has hecho cosas que han llamado la atención. No quiero que este premio sea un asentamiento o un relajarse, sino un pistoletazo de salida de otra etapa preciosa.
–¿Es verdad que fue monaguillo antes que fraile, acomodador antes que protagonista?
–Sí, fui acomodador del teatro Fígaro de Madrid y también camarero del Cine Doré de la Filmoteca Española. He hecho muchos trabajos y eso me dio alas para ver cómo se hacían las cosas desde la barrera. Cuando yo era acomodador veía los nervios de actores y actrices, y lo difícil que era levantar el telón cada día. Eso me dio una visión diferente a la escuela de arte dramático. Y después, poniendo copas en la terraza del Doré, me vi un ciclo de Lubitsch, otro de Fritz Lang… me sentía muy partícipe, porque aunque no había hecho nada, pensaba: ' ya estoy aquí, aunque sea poniendo copas'.
–Suena a que fue una buena escuela.
–Pues sí. En la Resad (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid) tuve profesores y compañeros fantásticos, pero aquellos trabajos fueron el equilibrio. Por la mañana soñaba con ser actor y por la tarde-noche veía la realidad de una medio butaca, la dificultad de atraer a la gente al teatro, lo caro que es levantar un telón cada día, los actores que se ponían malos pero salían al escenario. Vi que no se trataba simplemente de crear un personaje, sino de un compromiso con tu profesión y del trabajo de unos obreros de la cultura. Tuve ese equilibrio de, por la mañana, los sueños y, por las tardes, las realidades.
–'Ay, señor, señor', 'Torrente 2'. 'Siete vidas', Almodóvar… ¿qué fue lo que le cambió la vida?
–A mí me cambió la vida ser un inconsciente y un terco, no tener vuelta atrás, no querer volver de donde vine. Bueno, no esto último, sino seguir hacia adelante. Había una profesión que me emocionaba. Me emociona muchísimo que ahora estemos montado un grupo de personas 'Tío Vania' en el teatro, una obra que se ha hecho tantas veces, pero que vamos a hacer desde nuestro punto de vista, desde la actualidad. Eso me sigue enamorando, me sigue gustando mucho mi profesión. Y cada vez me encuentro con gente comprometida e ilusionada. Y con el Premio Málaga SUR quiero celebrar que he estado tanto tiempo en esta profesión, no sé si ya son 31 años, y seguir celebrándolo, disfrutando y jugando.
–¿Y por qué se viene a un museo a prepararse su papel?
–Pues voy a la cafetería que está muy tranquila. También voy el Prado o algún sitio en el que me esconda y me leo los textos de Chéjov mirando los cuadros. Ahora se exhibe la exposición 'Maestras', que es maravillosa y estoy viendo un colegio que va a tener la referencia de estas mujeres que antes no pudieron colgar sus cuadros en pinacotecas, pero ahora están siendo observadas por niñas y niños. Aquí me empapo de esto y busco desde donde voy a trabajar el texto, lo voy memorizando, aprendiendo, paseando, haciéndolo mío. Imagino que éste será mi método.
–¿Prefiere el barullo a la tranquilidad de casa?
–No, el barullo no, pero me tira la calle. No aguanto en casa, así que me voy a buscar a la calle poque es lo que más me inspira.
–Me ha hablado de lo difícil de llenar una butaca. Ahora más desde la pandemia. ¿Le preocupa?
–Llevo escuchando que el teatro está en crisis desde que empecé. Los lugares comunes del mundo de la cultura son tremendos y son siempre bastante negativos. No seré el que lo diga. Prefiero que la gente lo vea como un lugar de aprendizaje y lúdico, un espacio para la comunión con la gente que no piensa como tú. Esa es mi tarea, crear personajes con colores y poliédricos para que la gente se sienta reflejada, los odie, haga preguntas y se cuestione su vida y la sociedad. Esa es mi aportación.
–He leído con asombro que se sigue poniendo nervioso en los casting, pero después he pensado que yo también lo estoy en las entrevistas y llevo unas cuantas.
–Eso quiere decir que no las tienes todas contigo y que no estás seguro del todo, lo que está bien en cualquier trabajo. Uno se enfrenta a un agujero negro cada vez que coge un texto y empieza a bucear sobre ese personaje, qué tiene de mí y que no, qué le puedo aportar, qué puede aprender de mí. A mí me pasa que el miedo lo transformo en energía. Las cosas que me dan miedo siempre me atraen porque son desconocidas, no entiendo o me remueven. Si algo me pone nervioso entonces voy a ello. Bueno, hay días que no tienes ganas y el cuerpo te dice que no, pero si estás en forma y entrenado, eso te motiva.
–Ahora acaba de estrenar la segunda temporada 'Rapa'. Se le ve cómodo en este personaje de carácter difícil…
–Y acabamos de rodar la tercera. Al principio no fue lo más cómodo porque nunca había hecho un 'thriller', pero ahora puedo decir que ha sido un viaje y fue una gran decisión hacerla. Mónica López es increíble y han sido tres años, tres temporadas de rodaje en el norte, por Ferrolterra, que ha sido increíble, muy bonito y bello. De 'Rapa' 2 hemos salido bastante nominados y, cuando el público vea la 3, espero que el final de la serie les cautive y les emocione.
–¿En los últimos dos años ha bajado el acelerador?
–Coño. No he parado. He hecho la gira con 'Los farsantes' durante casi un año, además de las tres temporadas de 'Rapa'.
–Lleva razón, lo que quería decir es que ha hecho menos cine.
–He hecho muchas series con 'Vota Juan', 'Vamos Juan' y 'Rapa', a las que hay que dedicarle meses, además de promoción. Pero no te preocupes que no paro.
–Ya ha dirigido capítulos de varias series. ¿Para cuando su propio proyecto?
–Pues no lo descarto, pero tampoco lo tengo en la mente. No tengo prisa. Cuando necesite contar algo lo haré en una película, en una obra o a quien lo quiera escuchar, pero, en este momento, trabajando cualquier papel lo tengo todo.
–Cuando ocurra, el Festival de Málaga es un buen sitio para debutantes. Ahí está la última ganadora, '20.000 especies de abejas', que es la favorita de los Goya.
–Efectivamente. El festival trae mucha suerte y a nosotros nos pasó con 'Torremolinos 73'. En Málaga arrasamos y fue el principio de un viaje muy bonito para la película. Fíjate que soy un actor popular, porque siempre he hecho mucha televisión y a veces da miedo porque la gente se arremolina, pero en Málaga siempre he encontrado a gente que disfruta desde un cariño muy respetuoso.
–¿Cómo fue aquel rodaje de 'Torremolinos 73' en la Costa?
–Fue complicado, porque fue la primera película grande del director Pablo Berger, y Candela (Peña) y yo nos exponíamos mucho físicamente porque era una película muy cruda que hablaba de porno, de sexo, de amor… Había que tirarse a la piscina y nos tiramos. Y salió un filme muy personal y lleno de encanto, al que le guardo mucha estima. Y todo comenzó en Málaga.
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