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Las vueltas que da la vida. Javier Calleja (1971) se fue a vivir a Nueva York para darse cuenta que su sitio y su arte estaba en Málaga. Volvió y su obra despuntó internacionalmente. Ahora, ese Manhattan en el que soñaba triunfar se rinde ante ... el artista con su nueva exposición, 'One, True, Tree, For…' ('Un, verdadero, árbol, por…'), en la que anoche estrenó su obra más reciente. Su universo vuelve a estar poblado de personajes coloristas y divertidos que miran al espectador con grandes ojos para atraparlo e invitarlo a jugar. Pero también a pensar, como ocurre en esta colección inspirada en el mundo que nos rodea y la naturaleza maltratada. Esa misma que nos acaba de recordar con el desastre de Valencia que el cambio climático nos afecta a todos.
La galería de Almine Rech en el barrio de Tribeca -mecenas también del Museo Picasso Málaga, junto a su pareja, Bernard Picasso- es la anfitriona de la nueva exposición individual de Javier Calleja, la primera en Nueva York después de una década. Un espacio también apropiado para ver el viaje artístico del propio artista y contemplar además su obra cerca de otros iconos americanos que han influido en el universo visual del malagueño, como Andy Warhol, con el que comparte no solo la estética del arte pop, sino también ese uso de la cultura popular que acaba transformándose en los pinceles y esculturas en un lenguaje propio, a la vez que reconocible.
Pintura, dibujo y una escultura componen la selección de obras de 'One, True, Tree, For…', que plantea ese juego de palabras en inglés que está tan presente en la obra reciente de Calleja, que combina precisamente sus simbólicos personajes con lemas y frases en camisetas, carteles o paredes. Esa apelación a la naturaleza está precisamente en el retrato que da nombre a la exposición y que muestra una figura de ojos azules y sonrisa traviesa y cómplice, cuya camiseta lanza ese lema de 'Un, verdadero, árbol, por…', mientras que de su frondosa cabellera verde árbol brotan naranjas y flores de azahar sobre unos grandes ojos azules. Más adelante, otro niño, con un mono de color naranja tipo preso, se desdobla en sus versiones sobre lienzo y en escultura, apelando también a esa botánica peluquera de flores y antenas con forma de hoja. Ambos lucen un cartel en el pecho que dice '1980', que parece indicarnos que estamos ante un prisionero que representa esa naturaleza maltratada por el hombre.
Otras cabezas están coronadas de púas de cactus o pelucas verdes de las salen múltiples ojos. El conjunto de obras exhibidas en Nueva York, en la que el artista malagueño ha estado trabajando más de un año, señala un viaje personal de encuentro con la naturaleza, un tema de gran tradición en la pintura. No obstante, lo paisajístico se transforma en la obra de Calleja en retrato con la personificación de elementos naturales que marcan la etapa actual de la evolución creativa del artista.
La exposición de Nueva York se enmarca dentro de la última gira internacional del malagueña y se inaugura justo después de la clausura a finales de octubre de su muestra en Seúl, donde debutó con su primera gran exposición individual en la capital de Corea del Sur. El Hangaram Art Museum del Seoul Arts Center fue el cuartel general de la exposición 'No Art Here' –organizada por CCOC, Nanzuka Underground y Calleja Studio–, que exhibió una selección de sus piezas más representativas, con un montaje casi inmersivo, interviniendo las paredes e incluso el suelo, y alterando la disposición lógica de los lienzos.
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Una puesta en escena que desborda el lienzo y que también ha usado en Almine Rech Tribeca con piezas como 'In Dreams', que conecta dos personas por el pelo y aboga por no comerse la cabeza: 'Solo… vete a dormir, todo está bien' ('Only… go to sleep, everything is alright'). Un paso más en ese espíritu lúdico, travieso e irónico que invita a segundas lecturas y que le ha convertido en un reclamo en todo el mundo.
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