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Responsable de una de las galerías de arte contemporáneo más exquisitas de la escena nacional, Isabel Hurley afronta con expectación el desarrollo de los acontecimientos y reclama mayor iniciativa a las instituciones públicas para relanzar la actividad económica y cultural cuando amaine la alerta sanitaria.
-¿Cuánto tiempo lleva trabajando como autónomo en el sector cultural?
Aunque desde que terminé la carrera he ejercido mi profesión de diferentes maneras, como autónomo, desde 2006, así que ya son 14 años.
-¿Cuáles han sido sus principales proyectos hasta la fecha?
-La galería de arte contemporáneo que lleva mi nombre y que se ha conseguido mantener con una programación de entre cinco y siete exposiciones anuales, hasta en los peores momentos. Ha supuesto un esfuerzo titánico durante los casi trece años transcurridos desde que se abrieron las puertas, a finales de noviembre de 2007. En realidad, la apertura tuvo que haberse producido cinco años antes, pero se retrasó hasta el estallido de la crisis de 2008 a causa de problemas burocráticos que tuvieron que ser corregidos por la Justicia, aunque tampoco en la medida que demandaba el perjuicio ocasionado, debido al desconocimiento absoluto y poco aprecio de esta actividad y de la creación contemporánea en general. Se perdieron los que, probablemente, hayan sido los mejores años del mercado del arte español en toda su historia, por lo que tocó poner en marcha un proyecto muy deseado, trabajado y cuidado, con un presupuesto inicial muy elevado, en un momento poco propicio.
-¿Cómo está afectando la alerta sanitaria a su actividad?
-La creación plástica contemporánea y todas las actividades que genera en torno a ella sufren las consecuencias de circunstancias estructurales, a las que en determinadas épocas se suman otras coyunturales. La ausencia en los planes educativos de una educación artística, que afecta a la casi ausencia de sensibilidad de gran parte de la ciudadanía -que sufre esta carencia formativa- y, consecuentemente, de los políticos, respecto a la importancia de la plástica, mas aún de la contemporánea -por ser la que define nuestro presente y abre horizontes de futuro-, en la configuración de la identidad cultural de un pueblo, de sus señas de identidad, es uno de los pilares del problema cultural estructural de nuestro país. El otro es la ausencia de voluntad real para consensuar una Ley de Mecenazgo equiparable a las de otros de nuestro entorno, en la que la creación contemporánea se considere patrimonio y compute como mecenazgo la aportación de lo privado a lo privado y no solo de lo privado hacia lo histórico público, y que el apoyo a esa creación, en cualquiera de sus vertientes, se considere mecenazgo cultural y se traduzca fiscalmente y en consecuencia. A lo anteriormente expuesto hay que sumar la coyuntura de crisis que se inició en 2008, de la que aún no se había conseguido una total recuperación, y la actual, debida a una cuestión sanitaria pero que rápidamente se está traduciendo en datos económicos, cuyo alcance es de imposible cuantificación, ni siquiera temporal, dada su naturaleza absolutamente excepcional, pero hay quienes ya la consideran sin precedentes. Así que, la respuesta es un contundente sí ante la que se perfila como una situación dramática, tal vez la que mas y, de nuevo, nos «sorprende» en desventaja respecto a otros países, sobre todo por las cuestiones estructurales, agravadas por las reacciones de las diferentes administraciones públicas ante las sucesivas coyunturas desfavorables. En el corto plazo, además de afrontar gastos fijos sin posibilidad de ingresos, hay exposiciones que se han tenido que cancelar, para las que ya se habían hecho inversiones en producción y no se sabe si podrán celebrarse alguna vez; se ha invertido también en proyectos de participación en ferias, cuya celebración es incierta, al menos en lo que a fechas respecta; han quedado en suspenso ventas ya confirmadas, algunas de las cuales requieren inversión por adelantado en la producción de las piezas...
-¿Se ha dado de baja como autónoma? ¿Por qué?
-No. De momento, pienso seguir trabajando en mi actividad. Igual que muchos de mis colegas, sigo asumiendo los costes fijos y alguno que otro mas, que alcanzan cantidades considerables, pero trabajamos infatigablemente en la búsqueda de soluciones y nuevos modelos. Estamos en contacto directo y constante con la creación, con el arte; y el arte, según Amos Oz, del que acabo de leer Contra el fanatismo, «abre un tercer ojo» con el que es posible ver las cosas de otra manera, además, la imaginación, cualidad imprescindible en todo artista, posibilita soluciones imaginativas para la resolución de conflictos. Es un libro muy recomendable para estos días en que se están oyendo y leyendo sin cesar un cúmulo de despropósitos y poniendo de manifiesto actitudes que, sin duda, pueden calificarse de fanáticas.
-¿Qué le parecen las medidas del Gobierno para paliar las consecuencias de esta situación en los profesionales de la cultura?
-¿Qué medidas? No existen de momento. En palabras del Ministro Rodríguez Uribes: Conforme avancen las situaciones iremos viendo las ayudas que merece la cultura y el deporte. Asegura que son mas importantes las medidas «transversales». No quiero imaginar que en el caso de que la cultura se considerara «merecedora» -expresión que no puede ser mas significativa- de alguna de esas ayudas, serán de nuevo las migajas lo que se destine a las actividades en torno a la plástica contemporánea. Otros países de nuestro entorno, con un sistema y tejido cultural mucho mas fuerte que el nuestro se han aprestado a lanzar una batería de ayudas específicamente concebidas para los autónomos de la cultura. En Italia, Alemania y Francia ya disponen de cantidades concretas para dotar de liquidez a las empresas mientras dure del cese forzoso de la actividad y para ayudar al relanzamiento y subvenciones para alquileres y suministros de servicios. Por otra parte, la moratoria en el pago de impuestos y retenciones, así como el acceso a préstamos sin aval. Nuestra actividad posee unas peculiaridades por las cuales medidas generalizadas que pueden servir a otros sectores no son válidas para el nuestro, por ello urge la adopción de medidas adecuadas, lo que nunca se va a producir si se persiste en la dejación de responsabilidades.
-¿Ha pensado en acogerte a algunas de las medidas anunciadas?
-Hay una prestación extraordinaria por cese de actividad que alcanza al 70% de la base reguladora siempre y cuando se justifique una pérdida de al menos el 75% con respecto a los ingresos entre septiembre de 2019 y febrero de 2020, así como la suspensión temporal del pago de cuota de autónomos. Desde luego la medida «transversal» en ningún caso sirve para inyectar liquidez de cara al relanzamiento de la actividad, cuando llegue el momento, ya que ni siquiera cubre los gastos fijos, aun en el caso de tener las puertas cerradas.
-¿Qué iniciativas concretas reclama para salir al paso de este escenario como profesional del sector cultural?
-Para no pecar de ilusos aspirando a las que ya se han puesto a disposición de nuestros colegas europeos, aunque sería muy feliz si en alguna ocasión alguno de nuestros gobiernos fuera pionero en soluciones reales, efectivas e imaginativas. Me centraré en algunas que solo dependen de la disposición de las administraciones hacia las actividades culturales, actuación que evidenciará el aprecio a la Cultura por parte de nuestros ejecutivos. En una carta públicamente enviada por Lluis Pascual al Ministro de Cultura, hace dos días, cita la respuesta de Churchil ante la sugerencia de algunos miembros del Consejo de Ministros sobre recortar, incluso, eliminar temporalmente toda asignación a la cultura para trasnferirla al Ministerio de la Guerra, en plena SGM. No dudó en afear la idea argumentando que si sacrificaban «su» Cultura que alguien le explicara para qué estaban haciendo la guerra. Además de aquellas destinadas a revertir la situación estructural, cuyos resultados solo podrían estimarse en el medio y largo plazo, hay otras de efectos mas inmediatos, y que de hecho hace tiempo que las reclamamos, como destinar a obra de arte el 1´5% sobre el importe de todas las obras públicas licitadas por el Estado, correspondiendo al menos la mitad de esa cantidad a la creación contemporánea generada en el país, asegurando de esta manera el incremento del patrimonio, sin que se produzca ningún vacío. Por otra parte, destinar los presupuestos de adquisición de las instituciones públicas a la compra a través de los agentes de proximidad, siempre bajo el control de un comité de reconocida capacidad e independencia. El fomento de la compra no institucional con medidas como las existentes en Francia de desgravación hasta en cinco años del total del importe de las adquisiciones en obra de arte; y con todas aquellas actuaciones destinadas a incentivar el coleccionismo corporativo, tanto a nivel de divulgación, información, asesoramiento, mediación, etc....
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