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Marcianito del Palmeral de las Sorpresas, uno de los tres mosaicos de Invader que se conservan. Salvador Salas
Invader, Game Over: lo que queda de la 'invasión' en Málaga

Invader, Game Over: lo que queda de la 'invasión' en Málaga

El juicio por los mosaicos de 'marcianitos' en edificios del centro histórico y el expolio y vandalización del resto de las piezas constata el fracaso de la polémica intervención callejera del artista internacional

Domingo, 16 de julio 2023, 00:37

Ha sido algo más que un juicio. En el banquillo se han sentado el artista urbano Invader -sin comparecer al dispensar la jueza su presencia- y el ex director del CAC Málaga, Fernando Francés, por delito contra el patrimonio por la instalación de los emblemáticos 'marcianitos' del creador galo en 15 edificios del centro histórico, un entorno declarado como Bien de Interés Cultural (BIC). Una partida que, como se ha vuelto a escuchar estos dos días en la Sala de lo Penal 8, ha enfrentado a partidarios del arte contemporáneo y del arte, llamemos, tradicional. No obstante, lo que se ha escenificado esta semana ha sido también la constatación de un fracaso. El del proyecto artístico del propio Invader en una ciudad que, paradójicamente, se ha convertido en las últimas décadas en uno de los destinos culturales emergentes de Europa. Ese 'art friendly' no solo se ha quebrado por la eliminación de la quincena de mosaicos pixelados de Invader en el casco antiguo, sino que el resto de las piezas de su 'invasión malagueña' -14 más hasta llegar a 29- han sido mayoritariamente expoliadas, vandalizadas o han desaparecido. A la partida jugada por el artista francés le quedan apenas tres vidas, tres 'marcianitos' conservados en las paredes originales en las que se instalaron, pero olvidados, ignorados y condenados. Como su autor.

El desencuentro de las autoridades autonómica y local, encargadas de velar por el patrimonio, con Invader contrasta con la legión de fans del artista francés y el alborozo con el que su intervención fue acogida en un principio. Málaga pasaba así a una exclusiva lista de ciudades 'invadidas' como Miami, Nueva York o París, pero la alegría duró poco. La polémica posterior hasta derivar en el juicio desarrollado esta semana por los quince mosaicos en el centro de la ciudad también salpicó al resto de piezas instaladas en los barrios y que han ido progresivamente desapareciendo. La mayor parte de ellas arrancadas. Como la primera que desapareció en junio de 2017 -apenas tres semanas después de su instalación-, un marcianito rojo sobre fondo azul y base amarilla que se encontraba en el espigón de la playa de La Malagueta. Un expolio que ha continuado hasta casi matar a todos los 'invasores'. La abogada del artista en España, Marisa Castelo, explica a SUR que, en estos últimos casos, la motivación económica puede estar detrás de las desapariciones y recuerda el caso de dos hermanos de Granada que fueron detenidos y juzgados por robar obras del artista en ciudades de Europa.

El mapa de las instalaciones de Invader en Málaga

«Filmaban en vídeo cómo arrancaban la pieza de la pared y lo documentaban como garantía de autenticidad para después venderla en Internet. Así que los que compraban sabían que eran robadas», cuenta la letrada. SUR ha recorrido esta semana la ruta de Invader en Málaga y ha localizado 28 de las 29 localizaciones originales con mosaicos para constatar que, además de las retiradas por orden de la Comisión de Patrimonio de la Delegación de la Consejería de Cultura, el resto de piezas ha desaparecido mayoritariamente, mientras que dos de ellas han sido parcialmente extraídas y vandalizadas tras el intento de robo: la que se encuentran en la terminal de pasajeros de cruceros del Palmeral y la que cierra -o comienza, según se vea- el itinerario 'invasivo' en la zona este, en la calle Antonio Trueba de El Palo. Así, al romperse las teselas, los autores se dieron por vencidos ante la imposibilidad de obtener las obras al completo para su probable venta.

De las 29 piezas instaladas por Invader, quince fueron retiradas por Patrimonio, mientras que el resto ha sido mayoritariamente expoliado. Sólo se conservan tres.

Y es que los mosaicos del artista galo van al alza en las subastas. En 2019, la obra callejera realizada en cerámica 'Vienna' alcanzó un récord al venderse por 365.200 euros, una marca que Invader superó al año siguiente con su versión de 'Mona Lisa' en cubos de Rubik, que fue subastada por casi medio millón de euros (480.200). Unas ventas que también tienen su mercado negro y en el que probablemente han acabado algunas de las piezas desaparecidas en Málaga. Entre esos mosaicos expoliados, figuran los marcianitos que se lucían en el Paseo Marítimo, La Malagueta y la Explanada de la Estación, además de una singular maceta de marihuana que se encontraba en una vivienda de calle Bolivia y un mosaico circular de casi un metro de diámetro en la Avenida Juan Sebastián Elcano (frente a la antigua discoteca Bobby Logan). En este censo por los restos del naufragio de la 'invasión' del creador galo solo se salvan una obra en el Palmeral de las Sorpresas -de muy difícil acceso por su altura, lo que ha dificultado a buen seguro su extracción-, la ballena azul en la cercana calle Vélez-Málaga y un pulpo en calle Cuarteles. Piezas que, si no se valoran o protegen, probablemente también están destinadas a desaparecer.

Mala elección

En cuanto a los 15 mosaicos retirados por orden de la Junta de Andalucía en edificios del casco antiguo, las obras están depositados en «sede judicial», según dijo la Guardia Civil en el juicio de esta semana. Una eliminación que responde, según el fiscal, a una jerarquía basada en el respeto al patrimonio: «Una obra de arte no puede perjudicar a otra que tiene un valor reconocido». Sus palabras evidencian que el artista Invader hizo una mala elección de los lugares que seleccionó para su ruta de marcianitos por Málaga, en la que contó hipotéticamente con la invitación y el asesoramiento del gestor cultural Fernando Francés, extremo que el propio implicado rechazó reiteradamente esta semana en la vista oral. Particularmente desafortunadas fueron las dos piezas que 'invadieron' fachadas protegidas como monumentos, los palacios Episcopal y Salinas, que provocaron la denuncia y el procedimiento posterior, y la ampliación a todos los marcianitos repartidos por inmuebles del centro histórico.

«Invader está muy decepcionado y de Málaga no quiere saber nada», reconoce la abogada del artista internacional

No obstante, en la actuación de la Consejería de Cultura y su derivada judicial también hay contradicciones. Y es que la Junta igualó los dos edificios reconocidos específicamente como BIC con la protección a los otros trece que estaban en el casco antiguo al ordenar la eliminación fulminante de los mosaicos de sus fachadas, pero, por contra, no mantuvo el mismo celo a la hora de restituir los aspectos originales de los inmuebles. Y la prueba es que, a día de hoy, el mosaico del bloque junto de la Tribuna de los Pobres lleva años luciendo una mancha de cemento más antiestética que la bandera española con marcianito que la precedía; la pieza que se instaló en una esquina de la plaza de la Merced está ocupada ahora por un gran caja metálica para cables que, paradójicamente, no ha provocado el reparo de las autoridades de patrimonio, y unas grandes letras rojas con la palabra 'Gofres' se permiten donde un simpático marcianito fue censurado en calle Madre de Dios.

La actuación de Invader en Málaga acumula así una cadena de decisiones desafortunadas de uno y otro lado que apuntan a que este caso, que ha acabado con un artista de fama mundial y un gestor cultural en el banquillo de los acusados, podrían haberse gestionado de manera diferente. Como lo demuestra que el artista francés haya invadido el casco viejo de ciudades tan monumentales como Roma o París, donde sus obras callejeras no son perseguidas, sino que se exhiben como un atractivo cultural del propio destino, como destacan los abogados de Fernando Francés, José Carlos Aguilera y Fernando Taboada. Unos casos que evidencian que la inexcusable defensa del patrimonio es compatible con el arte urbano.

Donde estaban dos de los mosaicos del centro histórico ahora hay una mancha de cemento (Tribuna de los Pobres) y una ostentosa caja metálica con cables (Plaza de la Merced). SUR

«Invader está muy decepcionado y de Málaga no quiere saber nada», reconoce la abogada del artista que considera este caso un «borrón» en la «magnífica labor cultural de Málaga que ha puesto la ciudad en el mapa». Seis años después de su paso por la capital, el artista y el ex director del CAC están pendientes de una sentencia que los puede condenar a pagar sendas multas de 36.000 euros, mientras que la huella de la 'invasión' ha sido borrada por las autoridades y los expoliadores. La ruta de los mosaicos de Invader en la capital ya es solo un fantasma de lo que fue. Como esa silueta espectral del marcianito del Palacio Salinas que, cinco años después de su retirada, se empeña en aflorar en la fachada como unas caras de Bélmez que anuncian que esta partida está muerta. Game Over.

Créditos

  • En este reportaje se incluyen fotos cedidas por José Manuel Leiva

  • Desarrollo visual Alba Martín Campos

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