Esta no es la mansión de Ocean Drive donde vivió (y murió) Gianni Versace, pero la asociación entre ambos lugares no es tan descabellada. Como aquel palacete, este está cerca del mar, tiene grandes ventanales que abren a un jardín interior y una impresionante escalera. Esto no es Miami Beach, es el Centro Cultural Fundación Unicaja, antiguo palacio episcopal de Málaga, pero ahora mismo es probablemente el sitio del mundo con más obras del genio de la moda. 'Gianni Versace Retrospective' expone a través de 120 'looks' y unas 400 piezas originales (accesorios, fotografías inéditas, tejidos, dibujos, prototipos) todo el imperio creativo del diseñador italiano, un revolucionario de la moda en los 90 que aún hoy trasciende generaciones.
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«Hace tiempo que la moda entró en los museos, ya nadie duda de que los diseñadores son artistas», celebró José María Luna, que se estrenaba como director de Actividades Culturales de la Fundación Unicaja ante los medios en este acto. La muestra, inédita en España y comisariada por Karl Von der Ahé y Saskia Lubnow, no sigue un orden cronológico, sino sensorial. Cada espacio transporta a una inspiración del artista: del barroco al minimalismo, pasando por el punk, el bondage y las súper modelos. De las camisas doradas con estampados recargados que vestían los nuevos ricos de los años 90 -infinidad de raperos entre ellos- al estilo simple chic al que se aficionó Lady Di, la camiseta de mallas con la que impactó Prince en una actuación, el traje a cuadros de Elton John, el vestido desenfadado de Kate Moss o la atrevida estética DIY con enormes imperdibles a la vista con la que Liz Hurley eclipsó a Hugh Grant en el estreno de 'Cuatro bodas y un funeral'.
Pero antes, la exposición lo sitúa en su contexto. Su línea de vida recorre la pared de la primera sala, con los principales hitos de su trayectoria, mientras suena su voz de fondo en un vídeo de Richard Avedon. Su colonia, su colaboración con artistas como Julian Schnabel, invitaciones originales a sus desfiles y otros objetos conducen hasta la recreación de su atelier, con retales de telas, botones y todo tipo de accesorios sobre las mesas. Cruzando el patio central del centro cultural, entramos en la mansión de Miami Beach, con una cama vestida con una colcha Versace frente al gran ventanal que da al patio, y con una selección de diseños inspirados por ese ambiente playero y tropical de la costa. Conchas, estrellas de mar, palmeras y flores cubren chaquetas, camisas, pantalones de lycra, camisas anudadas al pecho y shorts de estilo desenfadado, pero con la firma evidente de Versace. En esta sala se proyectan imágenes del libro 'South Beach Stories', muy difícil de conseguir, donde Gianni volcó sus sueños tropicales en fotografías, ilustraciones y collage.
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En la planta de arriba, su universo creativo toma forma. Con una música griega de fondo, se recuerda que Versace era hijo de Reggio di Calabria, una región italiana que perteneció a la Magna Grecia, donde creció en un matriarcado rodeado de vestigios de la cultura grecolatina. De ahí esos primeros diseños, en los 80, que recuerdan a togas y a los vestidos que cubrían a las diosas. Ya entonces reintepretaba esas influencias incorporando por primera vez un imprescindible de su moda: las mallas metálicas, de apariencia fluida y con transparencias, que creaba con un tejido llamado Oroton. Desde entonces, nunca faltaron en sus sucesivas colecciones.
El 'baroque' de su estilo se expone aquí en una sala también barroca, con espejos a los lados y cubierta de telas con los estampados icónicos de Versace. Son los primeros años 90 y los nuevos ricos de EE UU y Europa hacen suyo esta estética: no querían vestir como los adinerados tradicionales, más clásicos, y buscan diferenciarse con 'looks' excesivos y extravagantes donde predomina el color dorado, los tejidos con cadenas, flores y coronas. Puro Versace. Curiosamente, dos salas más adelante, se descubre la última gran revolución del diseñador con el lema «la simplicidad es la máxima sofisticación»; una línea de colores sólidos y patrones sencillos que encandiló a la Princesa Diana de Gales tras su divorcio, cuando ya era libre de lucir algo más que moda británica. Un contraste que demuestra su versatilidad.
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En ese momento ya daba sus últimos coletazos una época emblemática de la historia de la moda con nombres propios de mujer: Linda Evangelista, Cindy Crawford, Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Tatjana Patitz, Christy Turlington… Las supermodelos. Un desfile de Gianni Versace de la colección otoño/invierno 1991-92 marcaría el nacimiento de una generación de modelos superestrellas. Allí estaban todas, pisando con fuerza la pasarela al ritmo de 'Freedom' de George Michael, que también pone el hilo musical a esta sala. Y enmarcando una docena de diseños de ese tiempo, se exponen las fotos inéditas hechas por Paolo Castaldi de todas ellas en el 'backstage'. «Tenía varios fotógrafos. Hacíamos mil fotos y él solo escogía tres o cuatro», contó.
Versace tuvo siempre un vínculo muy especial con la música y con el arte. Era un gran amigo de Elton John, al que vistió en más de una ocasión, y de Prince, al que cubrió con su camiseta de mallas, a modo de escudo contemporáneo, cuando salió con la palabra 'slave' (esclavo) pintada en la cara como protesta por un conflicto con su discográfica. Del mundo del arte, llevó al diseño su devoción por Picasso -del que tenía 27 obras en su colección privada- y su gusto por Botticelli. Clave fue su relación con Warhol, de quien se inspiró para un vestido con el icónico rostro de Marilyn Monroe. Ambos son, como recordaron los comisarios, los artistas más copiados y falsificados de la historia, pero eso no les molestaba. «Era el mejor márketing», señalan.
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La exposición avanza en su recta final hacia dos fases en las que Versace se entregó al negro con un toque canalla y provocador. Coqueteó con el punk y la estética bondage, con predominio del cuero y los encajes, y con lujosos adornos que le daban un plus de exclusividad al conjunto.
La exposición, que cuenta con once prestadores internacionales, podrá visitarse hasta el 30 de junio en el Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga (Plaza del Obispo, 6) de lunes a sábados en horario de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 19:00 horas, y los domingos y festivos de 10:00 a 14:00 horas. La entrada es un donativo solidario de 3 euros y la recaudación se destinará íntegramente a la Fundación Quiero Trabajo y a la Asociación Dosta Con Alma Gitana.
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Además, se ofrecerán visitas guiadas gratuitas para grupos de máximo 25 personas, de lunes a viernes a las 11:00, 12:00, 13:00, 16:30 y 17:30 horas; los sábados a las 11:00, 12:00, 16:30 y 17:30 horas, y los domingos a las 11:00 y 12:00 horas. Asimismo, se organizarán dos pases en inglés los viernes a las 17:00 horas y los sábados a las 12:30 horas. Las visitas se podrán reservar a través de mediacionculturalmalaga@fundacionunicaja.com o en el teléfono 952 62 48 62.
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