Imperio Argentina venció al olvido

Le cantaba Carmen, la de Triana, a José, el brigadier, que ella en realidad estaba enamorada de la flor de la raza calé. «Con un clavel grana temblando en la boca / Con una varita de mimbre en la mano / Por una verea que llega hasta el río / Iba Antonio Vargas Heredia el gitano». Se lo decía a ella a él, pero en realidad el torero encarcelado era una simple excusa para que Imperio Argentina desplegara el talento que la convirtió en la primera actriz internacional de la historia.

Cómo sería la cosa, que esa escena en una taberna trianera estaba rodada bien lejos de Sevilla y bien cerca del régimen nazi. En 1938 España ardía en plena Guerra Civil, y los que podían hacer cine se habían quedado la mayoría en el lado republicano. Alemania, por su parte, tenía los medios para producir esta y otras películas, así que para allá se fue Florián Rey a construir la fábula de la mujer que se debate entre dos amores.

Imperio solo quería hacer cine, pero aquella decisión de aceptar la invitación de Goebbels para rodar el mismo filme en español y en alemán la persiguió injustamente toda su vida, desde que volvió la democracia hasta el último día de su vida en la Benalmádena que tanto amó: el 22 de agosto del año 2003.

Hace ahora diez años, cuando se había cumplido una década desde que se apagó su voz, este periódico y éste mismo que escribe estas líneas pudieron constatar que su figura luchaba contra el olvido. De nada parecía servirle entonces haber sido una pionera. Viajó del cine mudo al sonoro y sobrevivió al trayecto; rodó en varios países; la dirigió Jean Renoir; y fue una de las cuatro mujeres con la que cantó Carlos Gardel, entre algunos de estos hitos. Era la artista más admirada por Sara Montiel –que la consideraba el gran referente español–, le dio la alternativa a Estrella Morente, y cuando rozaba los 80 años se subió a un escenario para protagonizar 'Azabache', el gran espectáculo de Gerardo Vera del año 1992.

Ni por esas. Entonces, hace ahora diez años, figuras que ya nos dejaron como Eugenio Chicano, Mario Camus y Manuel Alcántara destacaban precisamente eso: lo injusto que se había sido con una estrella –la primera– a la que había que reivindicar para entender lo que supone el cine y la canción española. No parecía entonces que fuera una guerra con buenas perspectivas, pero algo de justicia ha terminado llegando, y Magdalena Nile del Río ya está más cerca del mito que nunca debió dejar de ser. El tiempo, aquí, es un árbitro que no duda en ser riguroso.

Gran parte de la 'culpa' de que esto sea así es de Fernando Luis Aisa, el que fuera secretario de la artista desde 1992 hasta su fallecimiento. Aisa, nombrado por Imperio como su legatario (una decisión reconfirmada hace dos años por el Tribunal Supremo tras un proceso iniciado por una de sus nietas), ha mantenido vivo el recuerdo y la imagen de su amiga. Fue la persona con la que vivió los últimos años de su vida, pero sobre todo al que encomendó su enorme legado. «En 20 años no ha sido olvidada. No podía ocurrir, porque ella abrió a España con su nombre. Fue la primera que consiguió que sus películas se vieran fuera. Tengo la sensación de que sigue siendo muy recordada. No para de homenajes, pero reconozco que me gustaría que se le diera el gran homenaje a nivel internacional que aún le falta y que se merece como la estrella que fue», recalca.

«Cuando se marchaba, no intentó mirarla / Ni esbozó un quejido, ni le dijo adiós / Entornó la puerta y, pa' no llamarla / Se clavó las uñas, se clavó las uñas, en el corazón», cantaba Imperio en una de sus grandes canciones, 'La falsa moneda'. La cosa no fue tan dramática entonces, pero Aisa reconoce que esa sensación de que en los últimos años de su vida había estado apartada, es verdad. «Pero en parte era por decisión de ella», matiza su secretario, que recuerda que sus compañeros de profesión sí la reconocieron siempre, y para ejemplo el Goya de Honor de 1989, el tercero que otorgaba la Academia en toda su historia.

Pero, ¿qué pasa con esa generación que no la juzga porque directamente no sabe quién fue? Aisa tiene claro cómo explicárselo: «Fue una mujer moderna, que luchó mucho, que sabía que su vida tenía que estar rodeada de arte, y lo consiguió. Se preparó porque para ser una gran artista tenía que estar preparada para todo. Hoy en día el éxito es muy efímero; en uno o dos años se pasa todo. Ella lleva 100 años de éxito. Nació en 1910 y estamos en el 2023 y se sigue recordando. Se sigue hablando de Imperio Argentina porque es un referente. Su nombre está escrito ya con letras de oro. Le diría a la juventud que nos tenemos que fijar en estas grandes figuras que han dado tanto por nuestro país, porque son nuestras raíces», sostiene su amigo.

Aisa nunca se ha separado la figura de Imperio. Es difícil, sobre todo teniendo en cuenta que vive rodeado de sus muebles. Come en la mesa de Imperio, toca su piano y duerme en su cama; todos objetos que compró a sus nietas cuando Magdalena murió. Él no quiere guardarlo en su casa, desea que la gente lo vea y da una primicia. «Se ha reactivado la posibilidad de que el Ayuntamiento de Benalmádena instale un museo con su nombre. Ojalá sea dentro de poco», suspira mientras de fondo suenan las 'Carceleras del puerto'. Entonces uno la imagina bajando las escaleras de esa prisión trianera con su arte inigualable y confirma lo que no se puede esconder. Que el recuerdo de Imperio no se ha ido, que ese arte y esa sonrisa, España nunca las olvidará.

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