Imon Boy, el diario artístico de un grafitero

Mientras su firma cubre carteles abandonados, puentes de la autovía y muros en ruina, sus lienzos se venden (y bien) en las casas de arte con una visión simpática e irónica de ese eterno juego del gato y el ratón entre la policía y el grafitero. Es su sello de identidad. No hay ni rastro de la agresividad y la testosterona que con frecuencia domina ese universo. Al contrario. «Estoy aparte de todo eso», asegura. Pero tampoco se engañen: los colores vibrantes, la sonrisa del grafitero, la pose despreocupada de la policía no es más que «una burla» a unos y otros, a esos dos mundos enfrentados por naturaleza. Una forma de abordar el tema que dentro del mundo del grafiti, reconoce, «choca un poco».

Yusto/Giner expone hasta el 3 de noviembre ocho de esos cuadros, de mediano y gran formato, rozando en algún caso los dos metros de altura. Le pone retórica, hay exageraciones y también omisiones. «Pero la mayoría de las cosas que cuento son mías, vivencias propias y anécdotas muy comunes en el mundo en el que me muevo». Gracias a los textos que acompañan a las piezas descubrimos que Imon Boy pasó un mes de arresto domiciliario (título de la muestra), con la única excepción de la salida al instituto, por pintar en la calle con un vecino. Un castigo que hoy recuerda con cariño y que se tradujo en largas tardes y noches con su amigo «viendo el mar, viendo el cielo, la luna y las estrellas». Esa experiencia se refleja en dos cuadros de atardeceres con un toque incluso melancólico, donde dos jóvenes ven pasar la vida desde un tejado.

A través de esos textos, también, se entiende mejor la relación que se establece entre los agentes y el grafitero. «He tenido tantas historias con la policía y la guardia civil que al final uno ya conoce cuando van a pararte y la actitud que tienes que adoptar. A veces es mejor quedarse callado, otras veces hay que jugar la carta del inocente», argumenta. Ahora bien, la estrategia no siempre funciona. «Cuando salgo a la calle, sé a lo que me enfrento, a una sanción económica, pero vas concienciado». Son las reglas del juego y lo que aporta esa dosis de adrenalina fundamental en esta actividad. No obstante, argumenta, él evita la propiedad privada y los lugares en los que pueda meterse en «grandes líos». «Lo que hago es ilegal, pero no va en contra de alguien. En todo caso, del Estado», señala.

La exposición, con el espacio intervenido por el propio artista, se completa con cuatro dibujos sobre diferentes soportes, desde una placa de una conocida empresa de seguridad privada hasta la publicidad de una revista de la policía. Objetos que Imon Boy encuentra en esos sitios abandonados que frecuenta con el 'spray' y sobre los que ahora coloca a su personaje estrella, ese tipo de cara cuadrada, pelo ovalado y grandes orejas con pendientes. Su alter ego transformado ya en su marca: solo su esbozo ya le identifica.

'House arrest' en Yusto/Giner es un eslabón más en la joven pero intensa carrera de Imon Boy (Málaga, 1991), que mantiene su nombre y su rostro ocultos para seguir compaginando las salas de arte con la calle. El próximo paso le llevará a Hong Kong, a la galería de Aisho Nanzuka, donde inaugurará a principios de 2024. Por el camino, ultima el lanzamiento de unos 'prints' (pinturas impresas en una altísima calidad) con Avant Art y el diseño de una serie de esculturas con AllRightsReserved.