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Por primera vez en muchos años –y al menos hasta el mes de mayo– tiene «vacaciones» de lunes a jueves. Y cuando llega el viernes, Imanol Arias (Riaño, 1956) se mete en la piel del militar escrito por Gabriel García Márquez en 'El coronel no ... tiene quien le escriba' y protagoniza la versión escénica dirigida por Carlos Saura que este fin de semana recalará en el Cervantes en el marco del 37 Festival de Teatro de Málaga.
–¿Qué le sedujo del personaje del coronel?
–Fue como hacer un viaje y cuando llegas al lugar de destino, no tienes nada que ponerte, porque se te ha olvidado el equipaje. No llevas nada, porque ibas a nada, sólo a viajar. De repente me cayó la posibilidad de sustituir al maestro Juan Diego y la sensación que uno tiene es que todas esas preguntas que te has hecho en años anteriores y que no tenías claras, de repente, se ven respondidas. Es como si encontraras una edad. Surgen 'El coronel...', 'Todos eran mis hijos', 'La muerte de un viajante', 'La huella'... Te empiezan a aparecer títulos y piensas: 'Ya estoy en esa edad en la que puedo hacer los papeles que siempre quise hacer'.
–Habla de tener una edad. ¿Cómo ha cambiado desde sus inicios laborales en los 80 hasta hoy?
–Tomando un poco de conciencia, porque en los 80 vivíamos tan a tope que parecía que no nos había entrado una sola molécula de conocimiento sobre la calidad de vida, el desarrollo sostenible... Éramos unos inconscientes de todo. Ahora uno asume la edad con otras expectativas. Estoy en un momento de la vida en el que todo depende de cómo gestiones dos ecuaciones maléficas, que por separado son malas y juntas pueden llegar a ser perversas, que son estar colgado con el pasado y preocupado con el futuro. Todos los días intento eliminar esa ecuación. Me importa un huevo lo que me pase mañana. Sé que mañana tengo que hacer cosas, claro, pero en lo único que pienso es en cómo estoy hoy, en cómo estar mejor y todo lo que hago es para intentar estar mejor para poder trabajar bien, para poder querer bien. En esta edad es muy importante centrarse en vivir al día. Es la única manera en la que sueñas en que nuestra vida se va a prolongar unos años. Así aguantaremos, yo creo.
–Tenía previsto preguntarle por la retirada, pero veo que no la tiene en mente.
–Es una palabra rara, porque te retiran continuamente, pero durante un tiempo. Cada vez que no accedes a un personaje, te están retirando un poco de la escena, a la espera de lo que te toca, pero los actores podemos desarrollar el oficio con muchas circunstancias cambiadas: longitud de personajes, presencia... Al final te va acompañando la edad y si los personajes tienen esa edad, tienes material para trabajar. Estoy casi en la edad para jubilarme, pero no pienso en ello.
–¿Para un actor joven es ahora más complicado abrirse camino que cuando usted comenzó?
–Totalmente. Si la gente de los 80 tenemos alguna añoranza es a haber sobrevivido. Era muy caótico, pero era muy libre. Se abrían muchas vías de trabajo. Había una sensación de transformación y un cambio generacional en el cine y en el teatro que fue muy notable. Ahora hay una enorme competencia, a pesar de que tenemos mucho trabajo. Somos la China del sector audiovisual: hacemos productos para Netflix a nivel mundial con precios españoles. Hay también muchas más escuelas de actores y el ser actor, el audiovisual, el iPad... Todo eso ha hecho que haya mucha gente que quiera dedicarse a esto. Hay una generación gloriosa de actores y empiezan más preparados. La primera vez que vi algo importante en mi vida fue cuando vine a Madrid con 19 años y vi 'Gritos y susurros' de Bergman.
–Y en su trabajo como actor, ¿le debe más a El Lute o a Antonio Alcántara, el protagonista de 'Cuéntame'?
–Con 'El Lute' tengo una enorme deuda, primero, por haber tenido la experiencia de haberla hecho y el enorme honor de haber trabajado con aquel equipo. Al Lute le debo mucho. Y Antonio Alcántara es un personaje que me ha conectado con la gente, de hecho, Antonio Alcántara ha anulado a Imanol Arias... (Ríe). Además, siempre pienso mucho en mi padre cuando hago de Antonio Alcántara, siento que es la gran venganza buena de mi padre, que siempre decía que estaba harto de ser el padre de Imanol Arias y ahora yo soy Antonio Alcántara.
–¿Cómo es la convivencia con un mismo personaje durante 20 años?
–Una locura, porque pasas por todos los estados. Hay momentos en los que crees que lo tienes dominadísimo, otros en los que sientes que se te escapa, otros momentos de mucha confusión... Al final te quita libertad, porque todo el mundo te observa. Entonces, ahora soy un señor que se comporta todo el día.
–De su trabajo en 'Cuéntame' también se desprende el caso por un presunto delito contra Hacienda que está a punto de ir a juicio.
–Mi único objetivo ha sido pagar todo lo que debía y demostrar, como se vio, que soy culpable de eso, que tengo una deuda, pero que nunca oculté dinero ni saqué dinero fuera ni nada de eso. Fue una fórmula fiscal que no era la correcta y estoy a la espera de ese juicio. No salgo en las listas de morosos, porque afortunadamente ya no debo nada. La única preocupación era no ponerme enfermo, me he deshecho de todo lo que tenía que deshacerme, felizmente, y vivo trabajando, con la conciencia tranquila. Para mí no fue grato saber que se había producido ese hecho y que debía tanto dinero. Mi primer pensamiento fue: 'Hasta el último céntimo y después, ya veremos'.
–Cuenta que se ha deshecho de casi todo, «felizmente». ¿Le ha servido ese episodio para soltar lastre?
–La vida es un toma y daca. Que las cosas que había ganado con mi trabajo durante toda mi vida me sirvieran para una situación difícil es lo mejor que te puede pasar.
–¿Ha sentido más ese toma y daca en el teatro, en el cine o en la televisión?
–Esto cambia todos los días. Puedes entrar en épocas oscuras en las que no te sale el trabajo bien, no sé... Yo soy muy del oficio, de hacerlo. Trabajar con las emociones es peligroso, pero también gozoso. Este es un trabajo muy majo. Lo que hace la popularidad es que te conozca más gente y tal y como está hoy el asunto, eso supone que vas a estar sometido a un juicio mucho más estricto. Yo ya he sido juzgado, ya he sido declarado culpable, primero, y más inocente después. El juicio público se produce inevitablemente y si el juicio público está equivocado, lo mejor que puedes hacer es olvidarte y callarte. Es así.
–¿Le ha llevado esa conclusión a no decantarse políticamente en público de una manera tan marcada, como hizo en el pasado?
–Me ha hecho totalmente reacio a manifestarme en público a una cosa que no sea mi trabajo. Yo en eso ya he hecho mi papel en la vida.
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