Con menos de la mitad de los avatares que ofrece su historia, un buen equipo de guionistas se monta un par de temporadas de una serie de televisión. Levantada a principios del siglo XVIII por un matrimonio venido de Granada al calor del negocio de ... la caña de azúcar, poco después la imagen que allí se veneraba se convertía en patrona de la localidad, años más tarde la fundadora del templo sería juzgada por la Inquisición, más adelante sus paredes serían desacralizadas para servir como sede de la CNT durante la Guerra Civil y ya en los años 80 su fisonomía cambiaría con los desmanes de la época que aún deja su huella en el urbanismo colindante.
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Y ahora, en pleno corazón de Nerja, la Ermita de la Virgen de las Angustias luce de nuevo en su recoleto encanto original, gracias a la cuidadosa recuperación que enfila el tramo final de los trabajos con la mirada puesta en volver a convertirla en lugar de culto y visita para los amantes del arte y de la historia.
La arquitecta Marta Lomas, la arqueóloga Sara Díaz y el historiador Francisco Capilla van desgranando las labores del equipo multidisciplinar en el que también ha participado Carlos Núñez y que durante el último año ha plasmado en la ermita los trabajos de investigación y documentación realizados en torno al templo. Lomas recuerda que el proyecto de recuperación ha ido creciendo desde la previsión inicial de subsanar unos problemas de humedades hasta una restauración que devuelve la ermita a su esencia primigenia, desde la fachada de ladrillo visto y mampostería que deja en el olvido el encalado anterior hasta la restauración de su pórtico y de la puerta de entrada, más cercanos a los elementos originales de la construcción que pasó a manos municipales a mediados del siglo XIX.
«Todos los trabajos han sido el resultado de numerosas investigaciones sobre un edificio de arquitectura popular que, sin embargo, ofrece diversos rasgos que evidencian su importancia histórica y artística», sostiene la arqueóloga Sara Díaz sobre la ermita nerjeña.
Y si alguien conoce la apasionante historia del templo, ese es Francisco Capilla. Recuerda el historiador que el santuario se levantó en un lugar nada casual: justo al pie del camino histórico que unía las localidades de la costa oriental andaluza. Hasta ahí llegaba a principios del siglo XVIII el matrimonio granadino formado por Luis López Enríquez de Alcántara y Bernarda Alférez, propietarios del ingenio azucarero situado a escasa distancia del templo.
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Las investigaciones de Capilla determinan que la construcción de la ermita se prolongó durante más de siete años y que, tras el fallecimiento de López Enríquez, su viuda optó por elevar la ambición del proyecto desde su modesta planta rectangular hasta la capilla elevada y la cúpula que la corona con una nutrida decoración pictórica de la escuela barroca granadina.
Pero poco antes de esas labores, Bernarda Alférez, cumplido ya los 80 años, se enfrentaría a un auto de fe en el Tribunal de la Santa Inquisición de Granada. Se le acusaba de ser 'ciptomusulmana', es decir, de participar de la fe en Mahoma de manera oculta. Las influencias familiares lograron que el proceso se celebrase a puerta cerrada y que tanto la condena como la confiscación de bienes se realizase de manera más que discreta, como detalla Capilla.
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Pero a la ermita todavía le quedaban varios sucesos por vivir. Da cuenta de uno de ellos la palabra 'Revolución' pintada en una de sus paredes durante los primeros compases de la guerra civil. «Entre julio de 1936 y febrero de 1937 la ermita fue desacralizada. Su retablo e imágenes fueron pasto de las llamas (parece que algunas de ellas desaparecieron), parte de sus pinturas quedaron cubiertas por capas de cal y se convirtió en centro de la organización anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI)», relata Capilla en su blog. La toma de Nerja el 9 de febrero de 1937 por la columna italiana del Corpo Truppe Volontaire traería una nueva consagración de la ermita y la compra de una segunda imagen de la Virgen de las Angustias.
El siguiente episodio que dejó su huella en la ermita llegaría entre 1979 y 1980 con la sustitución del pórtico neoclásico, la construcción de un nuevo retablo, la eliminación del arco de medio punto de la puerta principal y el cambio de la espadaña. Estas actuaciones han sido revertidas en la restauración que afronta su tramo final y que encuentra como principal antecedente la recuperación de las pinturas murales del interior de la ermita que comenzó hace una década y media.
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Un proceso largo y laborioso, como la propia historia de la ermita que guarda miles de historias entre sus muros.
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