Conocí a José Manuel Portero en la pasada Feria del Libro. Los dos somos profesores de instituto (José Manuel ya felizmente jubilado) y eso hizo que se creara entre ambos un ambiente relajado, propicio a la confidencia. El autor, aunque sevillano de nacimiento, lleva viviendo ... muchos años en Benalmádena. Un día se enteró de que había coincidido sin saberlo en una comida con Gerd Honsik, el mayor ideólogo austriaco del nazismo. En Marbella o Fuengirola tuvieron propiedades algunas figuras notables del régimen franquista como Ramón Serrano Suñer (cuñado de Franco) o el ministro José Antonio Girón de Velasco, cuyo hermoso chalet se construyó en las faldas del castillo de Sohail sobre un yacimiento arqueológico. Otro ministro, Raimundo Fernández Cuesta, se hizo el suyo en Guadalpín y cuando fue necesario expropiarle parte de la finca para ampliar la nacional 340, este se negó y hubo que trazar una curva para sortear la parcela, conocida como la curva de la vergüenza. La propia hija de Franco tuvo su terreno de diez mil metros cuadrados en Los Monteros, regalo del banquero Ignacio Coca.

Publicidad

En 1947 compró en Marbella la finca Santa Margarita el espía nazi Maximiliano Von Holenlohe. Su hijo Alfonso se convirtió en el hombre de negocios más poderoso de la Costa del Sol, promotor de hoteles, clubes y organizaciones. A su arrimo llegaron otros colaboracionistas del régimen nazi.

Con estos antecedentes, pocos lugares fueron más propicios para quienes querían pasar desapercibidos, disfrutando de nuestro buen clima y gastronomía, confundidos entre los turistas. Algunos nazis fueron muy discretos pero otros no se escondieron tanto, porque sabían de la protección que les brindaban las autoridades franquistas. No les impidieron mostrar públicamente su ideología e incluso aparecer en actos públicos con sus uniformes militares y medallas al pecho, para desesperación de los servicios secretos británico y americano y humillación de sus propias víctimas. Incluso el régimen llegó a conceder la nacionalidad española a alguno de ellos para evitar su extradición. El autor ha identificado y fotografiado algunas de las hermosas casas en las que vivieron en la costa.

La lista de nazis más buscados y que se escondieron en la costa es larga: el doctor Aribert Heim, conocido como "el carnicero de Mauthausen"; el general Otto Remer, que salvó al Führer del golpe de estado de la Operación Valquiria y que en su casa de Elviria de reunía cada 20 de abril (fecha del nacimiento de Hitler) para brindar con sus camaradas y maquinar cómo sería el Cuarto Reich; Joachim Sievers, peligroso líder de la Gestapo; Wolfgang Jugler, miembro de la guardia personal de Hitler, que hacía el saludo nazi cada vez que pasaba por el retrato de su ídolo, colgado en el salón de su casa. O el peligroso Otto Skorzeny, alias Caracortada, quien rescató al propio Mussolini de un hotel de montaña en los Apeninos, hazaña digna de la mejor película de acción.

José Manuel reconstruye de manera amena sus biografías, muchas de ellas auténticos relatos de aventuras, centrándose en su relación con la Costa del Sol. Es el caso de Leon María Degrelle, a quien Hitler le llegó a decir que era el hijo que hubiera deseado tener. Degrelle fue amigo de Erick el belga. El conocido ladrón de antigüedades surtía desde su casa de Pedregalejo de maravillas al ideólogo nazi. Este tenía propiedades en Málaga, Benalmádena y Fuengirola. Franco le concedió nacionalidad española con el nombre de José León Ramírez Reina. Murió un Jueves Santo de 1994 en la clínica Parque San Antonio.

Publicidad

Otro nazi singular fue Hans Hoffmann, cónsul honorario de Alemania en Málaga y decano del cuerpo consular hasta su muerte en 1998. Siempre estuvo en la lista de los 104 nazis más buscados y el parlamento alemán se preguntaba cómo un destacado miembro del partido nazi y de la Gestapo podía ser cónsul de una ciudad española...

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad