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ANABEL NIÑO
Viernes, 4 de noviembre 2022, 16:24
«Tiene que haber más energía en el brazo. ¿Lo pasamos una vez más con música?» La suave voz de Carolina Márquez resuena en la pequeña y oscura sala de ensayos del Teatro Cervantes, mientras en su cabeza continúa analizando los movimientos que Sandra, Marina, Inma y Carlos han estado realizando en silencio durante los últimos minutos, con el marcaje del compás de cada paso como única melodía. Al cabo de un minuto, y ya con los cuatro bailarines dispuestos en sus lugares correspondientes, el sonido de lo que parece ser una alarma que acaba de activarse comienza a salir de los altavoces mientras una voz dulce, pero severa, les da la bienvenida a Hiraeth 5.0.
Se trata de un tipo de mundo virtual en el que la tecnología ejerce un fuerte poder sobre el ser humano y cuya dominación se ve reflejada en el movimiento de los intérpretes, puramente robotizados, como si fuesen movidos por unos hilos invisibles que dictan todos y cada uno de sus desplazamiento por el escenario. «Ellos se encuentran en una especie de trance que les está dirigiendo y diciéndoles cómo deben actuar. Todo ello con una voz dulce que marca ese contraste porque es una voz agradable pero que realmente les está controlando», explica la coreógrafa de la obra, Carolina Márquez.
La unión del estilo de danza contemporánea de Márquez y la música de Carmen G. Jara, da lugar a una bella composición donde predominan los movimientos corporales exagerados pero a su vez serenos, que invitan al espectador a reflexionar acerca de la situación actual de una sociedad marcada por las tecnologías y de cómo estás pueden provocar una serie de consecuencias para el medio ambiente. «Se busca esa armonía entre la tecnología, lo humano y la naturaleza. Cómo en momentos nos sentimos conectados entre nosotros y con nuestro entorno, pero también nos vamos desconectando», expone la coreógrafa.
Esa conexión y desconexión queda reflejada también a través de unos bailarines que, mediante sus acciones, muestran ese deseo de volver a reconectarse entre ellos e incluso de querer tocarse a pesar de las constantes órdenes que les recuerdan que lo tienen prohibido: 'Sujeto número 3, recuerde que no está permitido tocarse. Mantenga la distancia y por favor continúe su camino', expresa una voz en inglés acompañada por las melodías compuestas por Jara para este espectáculo, y que fusionan las bases electrónicas con instrumentos de cuerdas o el piano acústico. «Unas veces se puede ver cómo los bailarines van al unísono y otras van por libre. Ellos van viendo desajustes y están constantemente intentando volver a ajustarse, como si notasen que se están produciendo fallos en el sistema», añade Carolina Márquez.
Precisamente, fueron los conceptos de tecnología, naturaleza y lo humano a través de los cuales Márquez y Jara se preguntaron varias cuestiones a las que querían dar respuesta gracias a 'Hiraeth' -cuyo significado en galés hace referencia al anhelo del hogar- una función de una hora de duración y que el próximo 16 de noviembre inaugurará la séptima temporada de espectáculos que Factoría Echegaray estrenará entre este mes y junio de 2023: «He estado viviendo mucho tiempo fuera de mi país, y cuando vuelves tienes esa sensación de que el lugar ha cambiado, pero en realidad el que ha cambiado has sido tú. Todo ese proceso, esa transformación y evolución se va a poder ver en la obra», destaca Márquez. Y es que, aunque ella considera que los bailarines no representan a un personaje sino que se trata más bien de un «concepto abstracto», se va a poder contemplar cómo pasan de un estado a otro, pero «siempre en algo conceptual, la obra no tiene nada de literal o figurativo», puntualiza.
«Esta parte me la tengo que estudiar como si fuese el Padre Nuestro», exclama una de las artistas que se subirán a las tablas del Teatro Echegaray en los próximos días. Y es que, aunque para todo aquel que contempla los movimientos de cada uno de los cuatro bailarines que componen este espectáculo pueda parecer que llevan meses y meses ensayando para que cada paso esté pulido a la perfección, la realidad es todo lo contrario. El casting comenzó en el mes de septiembre, dando comienzo a los ensayos el 11 de octubre, por lo que -quitando los días festivos- han contado únicamente con un mes de preparación, un tiempo bastante reducido para una obra de estas características. Sin embargo, el hecho de que Carolina Márquez tuviese muy claro qué es lo que quería contar a través de este proyecto, facilitó mucho más todo el proceso de creación: «Ella venía con las ideas muy claras, y eso ha ayudado a que los ensayos hayan ido bastante bien», expresa Inma Montalvo, una de las tres bailarinas femeninas de 'Hiraeth'.
A pesar de las facilidades, un mes de preparación les sabe a poco, ya que su trabajo no solo consiste en bailar y ejecutar unos movimientos de una manera correcta, sino que deben crear un «lenguaje de la danza que conlleva tiempo. No se trata solo de ordenar la puesta en escena de lo que vas a decir sino crear esa palabra y ese movimiento», destaca Montalvo. Aún les quedan varios pases hasta el día del estreno, con el objetivo de 'limpiar' las diferentes dinámicas de cada escena, aunque por el momento también se encuentran haciendo especial hincapié en cómo transmitir de la mejor forma posible el mensaje que quieren hacer llegar al público a través de esta obra: «Contamos con ese diálogo, pero ahora tenemos que preguntarnos ¿con qué tonalidad lo decimos? ¿Con qué entonación? ¿Con qué silencio? ¿Dónde ponemos la coma, el punto o la palabras más significativa que queremos decir? Estamos en ese proceso de análisis y creación que se consigue hablando mucho y por supuesto que el coreógrafo tenga muy claro qué es lo que nos quiere transmitir en ese momento», continúa detallando Montalvo.
El trabajo está hecho, tan solo queda pulirlo y esperar que el público reflexione y encuentre las respuestas a todas las cuestiones que se ponen sobre la mesa durante la hora de actuación, y que durante dos semanas convertirán al Teatro Echegaray en un espacio de introspección donde contemplar el mundo con otra perspectiva.
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