El guiso del calamar

Los monos rojos de 'La casa de papel' los visten en este título el ejército enmascarado de un fortín donde centenares de parias participan en juegos macabros como sacados de un parque infantil, pero con graves consecuencias. Una lucha a muerte con recompensa millonaria que vende la malicia de convertir el escondite inglés, la soga o hasta el guiso en su versión asiática en un colectivo duelo al sol, o mejor dicho, a la sombra de una cárcel voluntaria. Con violencia gratuita a ratos, ciertas ínfulas filosóficas y giros que ponen a prueba nuestra conciencia. ¿Hasta dónde llegaríamos si unas canicas pudieran costarnos la vida? ¿El capitalismo solo halla salida a sus atoros mediante vías execrables?

Estos juegos olímpicos del 'yuyu' van a tener, claro, una segunda parte. Según Bloomberg, la serie costó 20 millones de dólares y ya ha conseguido un impacto económico cercano a los mil. Pero no todo son alegrías: los traductores españoles, con quienes Netflix no contó para hacer los subtítulos, han criticado la nueva política pesetera de la plataforma, que ha tirado de traducción automática. Y en muchos colegios se han escandalizado, cáspita, cuando vieron que los imberbes emulan la serie, en teoría para mayores de 16 años. Yo tengo una cicatriz en la ceja de cuando en el año mil traté de jugar a 'Los hombres de Harrelson'. Mis padres estaban atentos a que yo no viera cosas inapropiadas, claro, pero ni siquiera los rombos eran inexpugnables. Ahora, con tantas series en la cabeza, ya ni nos acordamos.