Esos gritos de Dueñas

Y así, casi sin resuello, ay, dejan las imágenes con grano y hasta olor a moho que escupe esta serie que ahora descuella entre las ficciones patrias, una trama difícil narrada como con encaje de bolillos. Hay una exhibición actoral, sobre todo de actrices desdobladas en papeles imposibles, en especial con esa triple protagonista, esa Montserrat ida o transida, que hilan fino Ana Rujas, Lola Dueñas con esos gritos y caras de espanto, y por último Carmen Machi, a quien ya hemos visto de refilón y se lucirá en el fin de fiesta macabro y sanador que augura la serie. Y hay una caterva de niñas excelsas, estupefactas como la propia audiencia por las maldades de la vida o por su incomprensión hacia el más allá.

Y hay un gran talento visual, labrado por orfebres minoristas, donde la memoria audiovisual se empareja con aparatos reproductores y grabadores de imágenes de todas las épocas; o en esos vídeos cortesía de Hidrogenesse, con estampados visuales de organdí a mayor gloria de las ya famosas 'Stella Maris'. Quizá la serie amohíne a quienes esperaban más 'Paquita Salas', porque nada tiene que ver. Pero hay mucho bueno que ver en este patrón preciso que más que conmover, zarandea.