Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) y Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) trataron de destilar la esencia de lo español en sus obras. Y en esa indagación plástica no podían faltar los toros. Tanto el genio aragonés como el malagueño plasmaron ese interés en ... sendas tauromaquias separadas por más de un siglo e unidas por su modernidad. Ahora se confrontan por primera vez en la Real Academia de Bellas Artes, en una muestra histórica que estará en cartel hasta el 3 de septiembre. Después, viajará a Málaga: el 3 de octubre se inaugurará en el Centro Cultural Fundación Unicaja.
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Titulada 'Goya /Picasso. Tauromaquias' y comisariada por el académico Víctor Nieto, la muestra, que se suma al cincuentenario de la muerte de Picasso, es posible gracias al convenio de la Academia con la Fundación Bancaria Unicaja. Exhibe ciento diez piezas entre las planchas de los grabados de Goya, sus primeras estampaciones y las aguatintas de Picasso, que comenzó esta serie en 1926 y la concluyó finales de los años 50 del siglo pasado.
«Abordan temas comunes con un planteamiento distinto, pero ambos lo hacen desde una radical modernidad», destaca el comisario de una exposición que «revisa los significados de las series gráficas de ambos sobre la lidia, los vestigios o secuencias de afinidades entre ellas y sus divergencias». Es también histórica porque muestra por primera vez todas las planchas de cobre de la 'Tauromaquia' goyesca, grabadas al agua fuerte y agua tinta entre 1814 de 1816 y nunca mostradas íntegramente hasta ahora.
En poder de la Real Academia desde 1970, la última impresión de la 'Tauromaquia' goyesca se realizó en 1983. Se tomó entonces la determinación de no volver a estamparlas para salvaguardar su conservación. Sus planchas se consideran hoy como la verdadera obra de arte, donde Goya dejó su huella, y no como el medio para imprimir la imagen, un mero dispositivo de producción de estampas.
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«Este criterio de preservación de las matrices originales grabadas directamente por la mano del artista responde al compromiso de reivindicar su valor como patrimonio universal», dice Javier Blas, coordinador de proyectos y relaciones institucionales de la Academia. La muestra es así una oportunidad única, ya que el gabinete de grabados de la Academia, con 228 planchas de Goya, tan solo muestra cuatro de las 33 de la serie taurina, siete de las cuales están grabadas por ambas caras. Goya las desechó y decidió reutilizar el revés de unas planchas nada baratas. Las desechadas no aparecieron en las dos primeras ediciones de la serie y se incorporaron a la tercera en 1876. La Academia incorpora cuatro excelentes ejemplares de 'Los toros de Burdeos' dibujados con lápiz litográfico por Goya entre 1824 y 1825.
Una década antes de la guerra civil, en 1926, Gustavo Gili Roig encargó a Picasso una edición de bibliofilia sobre el tratado 'Tauromaquia o arte de torear' escrito por el diestro José Delgado, alias Pepe-Illo, e impreso en Cádiz en 1796. En un principio Picasso abrió ocho aguafuertes y trazó algunos esbozos que quedaron inéditos.
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Durante la primavera de 1957 rescató el proyecto en la Californie, su villa en Cannes, grabando veintisiete aguatintas al azúcar. Dos años más tarde, Gili hijo –Gustavo Gil Esteve– publicó la 'Tauromaquia' de Picasso en Ediciones de la Cometa, añadiendo a las 27 estampas una cubierta grabada a la punta seca. La estampación se confió al taller Lacourière en París, bajo la dirección de Jacques Frélaut. De la tirada de la cubierta se encargó el grabador catalán Jaume Pla.
Ha sido posible confrontar la 'Tauromaquia' de Goya con la serie completa de Picasso gracias a la aportación del Museo Casa Natal Picasso de Málaga, que ha prestado 24 estampas, y a la Biblioteca Nacional, que cede las dos restantes y la cubierta. Al contrario que en el caso de Goya, no se conservan las planchas de las aguatintas de Picasso, inutilizadas tras su estampación.
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Mientras que Goya jugó un papel relevante en Bellas Artes, donde fue profesor de pintura, Picasso fue un fugaz alumno de la casa. Solicitó el ingreso en la entonces Escuela de San Fernando el 14 de octubre de 1897. Durante el breve tiempo que pasó en Madrid, visitó con asiduidad el Prado, donde fue copista de Velázquez y otros maestros. Acabaría siendo director del museo y miembro honorario de la Academia. «Hay reflejos de Goya en Picasso, que ya se encargó de dejarlo por escrito y en detalle» concluyó Javier Blas.
A la inauguración oficial asistieron, además del comisario y del director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Tomás Marco, el presidente de la Fundación Bancaria Unicaja, José M. Domínguez; el secretario general técnico del Ministerio de Ciencia e Innovación, Ignacio Hermoso; el director general de la Fundación Bancaria Unicaja, Sergio Corral; la directora de División de Actividades, Comunicación e Imagen de Fundación Bancaria Unicaja, Cristina Rico; el vicedirector de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Alfredo Pérez de Armiñán, y el académico Hernán Cortés.
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