Una de las grandes incógnitas que sobrevuelan desde hace años en el cine malagueño es qué vamos a hacer con los carteles de Lucio Romero. El Lucio de Madrid es famoso por sus huevos rotos y el de Málaga por sus carteles de cine. El ... actor, que a sus 88 años se reivindica como uno de los más longevos del cine español y puede que tenga razón, atesora una colección de unas 4.000 piezas guardadas en un almacén «en perfectas condiciones». De vez en cuando vemos alguna muestra, ejemplo siempre de la enorme calidad de la colección. La última ha sido en el MAD Antequera (cuyo eslogan podría ser 'el museo que te vuelve loco') y los carteles de Lucio estarán expuestos hasta abril. Este fin de semana el propio actor estará allí para compartir sus recuerdos con la gente que allí se presente. En la rueda de prensa, ofreció su legado de carteles como candidato a albergar un museo, que si cae en Málaga sería el número 41. A ver si la iniciativa privada puede hacer algo con este asunto. Para tamaña colección, hacen falta unas instalaciones dignas; un casoplón o un edificio entero que se dedique a estos menesteres entre los que se encuentran auténticas joyas que no se pueden malvender, ni deben quedar a la intemperie; papeles que quizá una madre tiraría, pero de incalculable valor. Hay algo dulce y enfermizo, parecido al amor, que desprende siempre cualquier forma de coleccionismo. Eso es lo que tendría que exponerse y almacenarse en las mejores condiciones.

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He salido contento de la proyección de 'Drive my car' en el Albéniz. Había bastante público para esta hermosa película que tiene entre sus particularidades ser de nacionalidad japonesa y durar tres horas. Se le ha afeado el metraje, entre otras cosas porque se trata de una adaptación de un cuento de Murakami que apenas tiene 40 páginas. Quizá se hagan un poco largas las partes recitadas de Chéjov, pero poco a poco la película se convierte en un artefacto de emoción infalible, con unos actores tan buenos que te podrían llevar a cualquier parte. Era en la sala 1, nadie se salió y eso me hizo feliz un momento.

El Albéniz nos ha salvado de un ostracismo importante, eso pensé, que menos mal que tenemos estas cuatro salas públicas que sustentan a un festival y a la vida diaria. Que ofrecen la posibilidad de un cine. Me acuerdo de aquellas concentraciones que se celebraron allí cuando iban a convertirlo en no recuerdo qué invento (¿teatro infantil y juvenil?), y el miedo que teníamos de que lo cerraran. La semana que viene, otra vez, pero esta en serio, se presenta la sede malagueña de la Filmoteca de Andalucía. Su programación también se seguirá con interés. Veo mucho cine, y me alegra. No se me ha olvidado que esta noche son los Goya. Se emiten desde Valencia. Por fin no se hacen en Málaga. La que nos dio con los Goya es grande. Desde lo público se invirtió un dineral en traerlos un fin de semana que al final resultó horrible, y luego llegó el Rey de Málaga y los volvió a traer no ya sin coste, sino facturando. Este año no tengo favorita. Quizá sea alguna que no haya visto. Cabe preguntarse quién ganará. Y qué vamos a hacer con los carteles de Lucio.

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