De recetas copiadas e injustas famas
GASTROHISTORIAS ·
Un pionero de la literatura de terror, una pedagoga o un famoso gastrónomo figuran en nuestra historia culinaria a pesar de plagiarGASTROHISTORIAS ·
Un pionero de la literatura de terror, una pedagoga o un famoso gastrónomo figuran en nuestra historia culinaria a pesar de plagiarAna Vega Pérez de Arlucea
Viernes, 20 de octubre 2023, 00:21
El pasado lunes 16, Día de las Escritoras, hubo quien recordó con reverencia el nombre de Pilar Pascual de Sanjuán (Cartagena, 1827-Barcelona, 1899). Maestra, pedagoga, escritora y defensora a ultranza de la educación femenina, doña Pilar tuvo sin duda muchos méritos pero hay uno ... que se le suele atribuir que a mí personalmente me revienta: el de ser la primera mujer que publicó un libro de cocina en nuestro país. Sus 'Lecciones de economía doméstica para las madres de familia' (1865) han sido señaladas en multitud de estudios y bibliografías como el primer recetario femenino que llegó a las librerías españolas.
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La señora Pascual nunca se las dio de cocinera y no tocó las fórmulas culinarias más que en una de la larga treintena de obras que escribió ('Flora o la educación de una niña', 'El primer libro de las niñas', 'La educación de la mujer', 'Escenas de familia', etc.). De hecho, sus famosas 'Lecciones' de 1865 hablan mucho de moralidad, economía, orden, aseo o de los deberes de la mujer como hija, esposa y madre y casi nada de guisados, que aparecen de refilón en un apéndice al final del libro junto con trucos de limpieza y consejos para conservar ciertos alimentos.
Recetas como tales figuran únicamente seis, que incluyen desde fórmulas para hacer caldo, jarabes para refrescos, horchata de almendras, café y ponche hasta un curiosísimo –tanto como dudoso– método para «dar a la manzana de reina el gusto de las ananas o piñas de Indias». Esta última está sacada de la 'Guía práctica de las familias' (1850) y el resto están copiadas de la pe a la pa de un libro editado en Madrid en 1853 ('Enciclopedia de las señoras que contiene las artes y labores de utilidad y de recreo') que a su vez era una mera traducción del francés. En su descargo debo decir que Pilar Pascual no quiso engañar a nadie y ella misma confesó en una nota al pie que las recetas no eran originales.
El juego del copia-pega sin consecuencias era mucho más fácil entonces que ahora. Los derechos de autor no estaban protegidos de la misma manera y aún menos entre distintos países, de modo que salía gratis coger textos de aquí o allá, traducirlos asá y venderlos ganándose unos buenos duros.
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Uno de los maestros de ese arte fue Agustín Pérez Zaragoza y Godínez, un señor bastante misterioso del que aún hoy se desconocen su lugar de nacimiento o la fecha de su muerte, pero que figura con negritas en la historia de la literatura española por ser un precursor de la novela gótica o de terror. En realidad su 'Galería fúnebre de historias trágicas, espectros y sombras ensangrentadas' (1831) fue plagiada casi en su totalidad de autores franceses, pero el gran éxito que tuvieron sus doce tomos granjearon a su compilador dinero, notoriedad y una fama póstuma acrecentada por el hecho de ser, supuestamente, también el autor de un innovador libro de cocina.
'La nueva cocinera curiosa y económica y su marido el repostero famoso amigo de los golosos' (el título se las trae) se ha puesto muchas veces como ejemplo de la renovación y afrancesamiento de la gastronomía española a principios del siglo XIX. Dividido en tres tomos de unas 300 páginas cada uno, este recetario de 1822 vino a cubrir un hueco importante: desde 1754 no se había publicado ningún libro de cocina nuevo en España. Tras las siglas de su autor, D. A. P. Z. G., estaba el incansable Agustín, quien desde humilde contador de rentas reales en Reinosa y tras pasar unos años exiliado en Francia fue escalando por el alto funcionariado hasta ser nombrado gobernador civil de Huesca, Gerona o Castellón.
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Su breve carrera política es tan enigmática como su pasión por el refrito literario, que perpetró tanto en el ámbito de los cuentos de terror como en las enciclopedias de ciencias, las charadas, la picaresca o la gastronomía. Filibustero editorial y plagiador sin escrúpulos, reprodujo punto por punto y receta a receta los tres volúmenes del 'Manuel de la cuisinière bourgeoise' (Manual de la cocinera burguesa, 1807), que a su vez era una adaptación de otra obra francesa de 1752.
Pérez Zaragoza y sus traducciones a la virulé fueron culpables por ejemplo de que las «patatas a la leonesa» de 'La nueva cocinera curiosa' fueran erróneamente interpretadas en libros posteriores como típicas de León en vez de originarias de Lyon.
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Parte de la fama del gastrónomo Ángel Muro Goiri (1839-1897) también es inmerecida. Pionero del gastroperiodismo español y autor en 1894 del celebérrimo 'El practicón', Muro fusiló sin ningún tipo de sonrojo recetarios ajenos y más de la mitad –recetas incluidas– de su 'Diccionario general de cocina' (1892) es copia literal sin acreditar del 'Diccionario doméstico' que el agrónomo y diplomático gaditano Balbino Cortés había publicado en 1866. De ambos, plagiador y plagiado, hablaremos aquí dentro de poco.
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